lunes, 27 de octubre de 2014

La Extinción

   Ocurrió cerca del año 1200. No se tienen registros exactos sobre el comienzo, pero se sabe que la última década del siglo XII fue una década de gran sequía. Lo único cierto es que en la primera mitad del siglo XIII toda la actividad agricultora y ganadera del planeta se extinguió.
   La primera alarma sonó el año 1201 en Sudamérica cuando los precios en las verduras se elevaron súbitamente tras la sequía. En los titulares de ese año y el siguiente pudo leerse cosas tales como "Vuelven las lluvias, pero las verduras no" y "Alzas de hasta 900% en frutas y hortalizas, el pan se eleva hasta un 2'300%".
   En otros continentes los cultivos volvieron a proliferar como en épocas anteriores, sin embargo en toda Sudamérica los campos de cultivo simplemente no dieron fruto, fue como si las plantas simplemente se rehusaran a crecer nuevamente, en su lugar proliferó en todos los campos una particular maleza frondosa que rápidamente se esparcía ocupando las tierras agrículas. Algunos agricultores indicaron que daba la impresión de que la malesa ocupara el lugar de los vegetales que habían plantado impidiéndoles crecer, sin embargo la maleza se propagaba liberando diminutas semillas a través de sus delgadas raíces que podían alcanzar varios metros de profundidad, lo que frustró todo intento de eliminarla o purificar la tierra. Para mayor desgracia, pese a los diversos intentos por cocinarla o aliñarla de distintas formas, resultó que no tenía ningún valor nutritivo ni atractivo culinario.
   El único beneficio que pudo extraerse de la maleza fue para la industria farmacéutica por sus cualidades curativas, lo que derivó en las pomadas cicatricantes "Coralis", de las que se desprendió finalmente el nombre común por el que más tarde todos conocieron la planta.

   Lo curioso fue que la plaga afectó selectivamente los campos de cultivo artificiales, en las reservas naturales, así como serlvas y bosques nativos, el Coralis, o bien no creció, o creció modestamente sin apropiarse de todo el territorio.
   Los precios de los vegetales y sus derivados no alcanzaron a bajar en Sudamérica gracias a la importación, antes de que la catástrofe se expandiera. Pese a los rígidos controles fronterizos, al cabo de un par de años la plaga del Coralis ya había infestado el resto del mundo, y en 1211, casi exactamente diez años tras su aparición, desaparecía la actividad agricultora en el mundo con la pérdida de la última reserva artificial de trigo en las faldas de los Himalayas.
   Para entonces la actividad ganadera ya sentía el peso de la catástrofe, la mayoría de los animales de ganado, incluyendo todas las especies equinas y bovinas conocidas, se extinguieron antes de 1217. Incontables especies de otros herbívoros se extinguieron también, por lo que pronto el número de especies en cuanto al reino animal mermó de manera importante.
   Hacia el año 1225 la población mundial se había reducido en dos tercios, la alimentación provenía casi exclusivamente de insectos y la pesca, que también había disminuído considerablemente sin que fuera conocida una causa para ello.
   La esperanza surgió en el sureste asiático, donde una gran colonia de ovejas sobrevivió puesto que pudieron alimentarse de Coralis. No se sabe si debido a ser prácticamente una especie nueva, o si debido a su alimentación a base de Coralis, estas ovejas desarrollaron varias características escencialmente distintas a las de las ovejas comunes. En general el aspecto era el mismo, salvo por un tono ligeramente azulado en su lana y un leve aumento en el tamaño promedio. En cuanto a la lana, no podía usarse para la industria textil, puesto que no sólo era bastante más rígida que la lana común, además tenía la curiosa propiedad de cristalizarse al cabo de pocas horas de ser extraída. Por lo demás, las Crovs, como se les llamó finalmente a las nuevas ovejas, tenían ciclos reproductorios más cortos, lo que permitó reestablecer la actividad ganadera relativamente pronto en el mundo.
   Hacia el año 1256 la actividad ganadera ya podía proveer de alimento a la población mundial, que había permanecido hasta entonces en un tercio de su volumen anterior a la extinción, y ésta nuevamente pudo aumentar.

Experimento Psi (1)

Lo he visto en los pasillos, a veces sonriente, a veces malhumorado, a veces apurado. He oído muchas cosas sobre él, cosas que veo, cosas que veré, cosas que no veo.
Se sienta con condescendencia, expectante. Algo en él me hace sentir que esto no es una conversación, esto es una batalla. Aquí no hay un intercambio, aquí se lleva a cabo una competencia, de esta sala uno sale vencedor y el otro dominado. Es cierto? Si lo es no puedo perder ni ganar, en ambos casos participaría de un juego que no he venido a jugar. Un minuto de bullicioso silencio acomoda su sonrisa, ha decidido invertir menos esfuerzo que de costumbre en la aquiescencia, es buena señal para mí, me ha subestimado y eso es exactamente lo que necesito.
La primera palabra es crucial, el tono de voz, la velocidad, el volumen, mi postura, todo juega un rol fundamental, si no lo atrapo con la primera palabra será brutalmente difícil que confíe en mí.
Me echo hacia atrás, y lo miro intensamente, no demasiado; reflexiono genuinamente. Me vuelvo a echar hacia adelante apoyándome casualmente sobre un costado y con un tono ligero y seguro.
-Vamos a aclarar antes que todo de qué se trata esto...
Tras un par de segundos veo en su postura la intención de decir algo, pero falta lo más importante, aún no le he hecho saber que mi interés es dejarme a mí mismo fuera combate. Apresuro el discurso brevemente sin cambiar el volúmen, intensifico ligeramente la mirada inclinándome hacia él y salto fuera del cuadrilátero con el sigilo y el desinterés de un gato.

No importa qué quería decirme, se haya ahí solo en una victoria incómoda y luego de sólo un segundo se ha dado cuenta, esto es lo que siempre quiso, no una victoria, no un cadáver ni un séquito junto a él, sino un casillero lleno de espejos en el cual mirarse.

Y así se mira, en mis ojos de espejos, y a través de ellos se dice a sí mismo
-Puedo ser brutalmente honesto, también conmigo mismo.

sábado, 11 de octubre de 2014

La Grieta

   Mientras reflexionaba sobre el extraño y cansador sueño, empecé a preocuparme. Noté cómo los sueños habían estado siguiendo una cierta línea, salvo el caso del sueño distinto en el que según Albers los registros habían salido mal. Además, el último sueño se había quebrado de una extraña forma y esto coincidía con el inicio de la segunda etapa del estudio, tal vez tenía que ver con las pastillas. Entonces recordé las copiáceas, quizás lo que Albers me había dado era esto, aunque no alcanzaba a ser tan desproporcionado como me lo había descrito Calia, decidí preguntarle más al respecto.
   Camino a la Alameda, que desde la fuente siempre se veía vacía, pero que a medida que me acercaba se iba llenando de tráfico, indicándome que volvía al mundo real, en el callejón vi un grupo de jóvenes como de mi edad parados observando una muralla de la que seguían apareciendo más de ellos. Pensé en Héctor Plasma, pero éstos eran de estatura perfectamente normal, incluso algunos bajitos. Segían saliendo de la muralla hasta formar un grupo de unas 12 personas reunidas en un semicírculo. La mayoría estaban vestidos con una especie de tela holgada de colores oscuros, similares a las que usan los krishna o los catecistas a veces, aunque también un par de ellos estaban vestidos con ropas comunes. Como el callejón es pequeño y la mayor parte es visible desde fuera, supuse que no sería raro acercarme a mirar, si era como parecía, en Ra'lla lo sobrenatural era bastante natural.
   Ya llegando al grupo, miré un momento tras de mí, y al volver la cabeza alcancé a ver cómo una figura aparecía justo delante de mí, como venida del cielo, o como saltando desde un segundo piso, pero cayendo sin ningún esfuerzo y casi sin hacer ruido al tocar el suelo. Miré de reojo a ambos lados, en los segundos pisos nada parecía indicar que alguien hubiese estado allí hace segundos, las amplias ventanas, todas cerradas, permanecían inmóviles como si con sus reflejos se negaran a hacer algo, en el exterior, partícipe de sus espacios interiores. Era un adolescente de unos 16 años vestido con una tela morada, un poco más clara que las otras; se quedó ahí parado en frente mío con las manos en la cintura, mirándome fijamente a los ojos como si esperara que le dijera algo. Lo imagino mirando el bowl de piedra relleno con frutos secos con la misma expresión tranquila un instante antes de depositar esos ojos jóvenes llenos de experiencia en el horizonte de un paisaje cordillerano a sus pies cogiendo cada semilla y fruta una a la vez, como si comiera y no lo hiciera a la vez.
   -¡Chiro! Ven para acá.
   Rápidamente se unió al grupo, me volvió a impresionar la ligereza y el sigilo con que se movía, era el más pequeño del grupo. Un par de sujetos se quedaron mirándome de reojo mientras otro que usaba tela burdeo parecía explicar algo.
   Me acerqué sin prestar mucha atención a lo que decían, tratando de echar una mirada a la muralla, al principio parecía una muralla común, pero a medida que sobrepasaba un cierto ángulo pude notar una enorme grieta en ella, por la que sin problemas cabría una persona. No dejaba de ser extraño, qué hacía un grupo de gente reunida al interior de un edificio saliendo por una grieta, lo que es más, no cualquier edificio, sino un imponente edifico de oficinas.
   Finalmente el sujeto de burdeo dejó de hablar y tras un momento de silencio los chicos que lo oían se retiraron hacia Nueva York esparciéndose en distintas direcciones. Me quedé parado incómodamente cruzando una mirada con el sujeto de burdeo, hasta que de pronto comenzó a acercarse a mí.
   -Hola, ¿buscabas a alguien?
   -Eh, no, estem... Sólo miraba, me llamó la atención la Grieta en la pared.
   -Jaja, claro, es una grieta bastante grande, ¿verdad?
   -Sí, digo, salieron como veinte personas de adentro.
   Entonces su mirada cambió, me miró intensamente con incredulidad y de pronto sentí un golpe en las piernas y alguien me tomó por los codos tras la espalda, en cosa de segundos me tenían agarrado con una llave y me hacían caminar de espaldas hacia la grieta. Tras el umbral del edificio todo era penumbra, el sujeto de burdeo y el otro que me llevaba iban delante de mí y no los podía ver, pero no decían una palabra. Un par de metros tras cruzar la grieta nos detuvimos, sentí un golpecito en el suelo y mi captor me giró a tiempo para ver cómo el sujeto de burdeo se elvaba en el aire, entonces me empujó un poco más y comencé a sentir una extraña sensación en mi piel, como si un flujo de aire me recorriera desde los pies a la cabeza, hasta que también nosotros nos elevamos.
   Un par de metros más arriba apareció una tenue luz y vi al sujeto de burdeo parado ahí observando junto a dos otras siluetas en el fonto iluminadas por varias velas dispuestas sobre montones de esperma junto a las paredes. Finalmente pude ver al sigiloso Chiro mientras me arrojaba al suelo delante de nosotros y saltaba junto a mí sin hacer un sonido.
   -¡Roberto!
   -¡¿Calia?!
   La figura oscura se me acercó y me ayudó a pararme, realmente era Calia. Ninguno de los otros pareció inmutarse, la figura del fondo permaneció inmóvil, seguía oscurecida por las velas tras ella.
   -Andrea, él es Roberto, es el nuevo del que te hablé.
   Alcancé a escuchar ese semi suspiro que revela el esbozo de una sonrisa prometedora mientras se levantaba de su banco y se acercaba a mí. Rubia, metro sesenta y poco más. Entre estas mismas velas serviría sobre una pequeña mesa dispuesta descuidadamente frente a un banco el pequeño plato en el que se suceden los pequeños bocados  que en movimientos cortos y precisos hace desaparecer sin quitar la vista de un punto perdido sobre las tenues llamas de la pared de entrada. Sería imposible ver los bocados, pero probablemente los unta con sus palillos en un pequeño pocillo de soya, de manera que no hay gran misterio en lo que come, pese al ritmo que lleva, probablemente disfruta intensamente cada bocado.
   Se acercó y me dio la mano cordialmente aún sonriendo. Entonces Chiro y el otro sujeto se sentaron en el suelo junto al hoyo de la entrada, casi al mismo tiempo al que Calia saltaba hacia él, y se elevaba hasta desaparecer por lo que parecía ser otro hoyo más arriba.

sábado, 4 de octubre de 2014

Hogar

Tres días,
Cuatro semanas,
Cinco meses.
Tuve casa, tuve hogar.
Tuve casa, tuve hogar.
Tuve casa, tuve hogar.
No estoy en casa,
No me siento en casa,
No tengo hogar.
Necesito irme,
Tomar mis pilchas,
Largarme.
Dar un portazo
Y no volver.
Jamás. Pero volver.
Siempre, quedarme.
No irme más.
Pero no sé bien
Qué camino tomar.
Quiero volver,
El hogar me espera,
Pero aún no es tiempo.
Yo lo sé,
Ella también.
Ella es mi hogar,
Donde quiera que esté.

Three days,
Four weeks,
Five months.
I had a place, I had a home.
I had a place, I had a home.
I had a place, I had a home.
This is not my place,
I don't feel at home,
I have no home.
I need to leave,
Take my stuff,
Leave.
Shut the door
And not go back.
Ever. But return.
Ever, to stay.
Never leave.
But i'm uncertain
Which way to go.
I want to go back,
My home awaits,
But it's not time.
This I know.
She knows too.
She's my home,
Wherever I am.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Sueño 5

   La noche anterior fue más desagradable de lo que imaginé, a las tres y media de la mañana me desperté y apenas pude dormir nada más que unos minutos un par de veces. Lo bueno, pensé, es que si el viejo trató de aminorar este efecto de la pastilla, será que no habrá otros efectos negativos de los que preocuparse.

   Algo parecía distinto en la sala del experimento, como si estuviese más iluminado, pero no precisamente por la luz. Me sentí por primera vez como rata de laboratorio, no había pensado cómo me vería recostado en ese sillón de dentista con los tubos sobre la cabeza, probablemente como una de esas películas futuristas en que usan humanos como objetos. A veces me parece que de a poco ciertas prácticas tratan de acercarse a algo así, como de forma camuflada.
   -¿Cómo le fue con el medicamento?
   -Un poco peor de lo que me advirtió, pero aquí estamos.
   -De manera que lo ha tomado.
   Asentí.
   -¿Algún mareo, dolor de cabeza...?
   -No debería ¿o sí?
   -No, claro, pero nunca está demás asegurarse. Bueno, entonces comenzamos la segunda fase, la sesión de hoy será particularmente larga, está planificada para cuatro horas.
   Claramente esa noche iba a estar con insomnio, pero en fin, había que probar.

   Volví a aparecer en el campo florido. Esta vez caminaba tranquilo, caminaba durante días sin que el paisaje cambiara, era como si el campo fuese tan extenso, que por mucho que avanzara seguiría viendo lo mismo, imaginaba las colinas en el fondo en realidad grandes como planetas. De pronto un cosquilleo en mis pies desvió mi mirada al suelo que se alejaba, noté que mis piernas estaban oscurecidas y rojizas, y había comenzado a caminar por sobre las flores, flotando. Miré a mi al rededor en busca de Calia, pero no estaba por ninguna parte. A medida que caminaba, las flores comenzaban a ensombrecerse y tornarse rojizas como mis piernas, hasta que de pronto, todo el campo se había marchitado.
   Comencé a escuchar crujidos entre la vegetación sin vida, por aquí y por allá, nada se movía, pero se escuchaban los crujidos, como si algo se quebrara lentamente en un lugar y luego continuara en otro, de a poco destellos azules acompañaron los crujidos, cada vez más profusos, hasta que una gran luz bajo mis pies pareció soplar todas las flores y abrir un espacio en el suelo rodeado de destellos y crujidos. Bajo el suelo pude ver la sala de experimentos en la que yo dormía, pero no me encontraba yo en ella, el sillón estaba vacío en el mismo lugar y junto a él el aparato de mediciones tirado en el suelo con sus tentáculos esparcidos. Súbitamente caí de golpe sobre el sillón.

   Al despertar no lograba ver nada, palpé a mi al rededor y descubrí el aparato de mediciones tirado en el suelo tal como en el sueño. Me sentía terriblemente cansado, esperé unos minutos recostado suponiendo que Albers vendría pronto a ver qué había sucedido con los registros.
   -¡Hola!
   Nadie respondía. Insistí. Finalmente me levanté con esfuerzo y busqué el interruptor de la luz, pero al dar con él, la luz no encendía. Abrí la puerta, pero estaba completamente oscuro, la luz aquí tampoco funcionaba.
   Algo había ocurrido mientras dormía. Con dificultad llegué hasta la recepción de la zapatería, estaba oscuro, era de noche, pero algo podía ver, noté que las vitrinas estaban vacías salvo por un par de zapatos huachos, al avanzar descubrí que todos los zapatos estaban repartidos por el suelo. Me abrí paso entre ellos y hasta la puerta, uno de los ventanales estaba roto, me extrañó notar que los trozos de vidrio se encontraban repartidos hacia dentro y afuera. Al otro lado de la calle no alcanzaba a ver el edificio de enfrente entre la oscuridad. A medida que me acercaba a la puerta el edificio comenzó a temblar, el movimiento se hizo más fuerte hasta que caí sobre los zapatos en el suelo. De golpe sentí que el edificio se desplazaba y el suelo comenzó a inclinarse. Traté de aferrarme a la recepción de madera tras de mí cuando sentí un estruendo justo delante, un enorme trozo de concreto había caído a penas unos centímetros al otro lado de la puerta de entrada destruyendo por completo la porción del suelo de adoquines.
   Aún sentía que el edificio se desplazaba mientras otros estruendos se escuchaban cerca, una nube de polvo comenzó a levantarse y el movimiento finalmente cesó. El edificio había quedado levemente inclinado, incluso la calle afuera estaba inclinada, salí por el ventanal, ya que el trozo de concreto no permitía más que entreabrir la puerta.
   -¡Hola! ¿Hay alguien?
   Nadie contestaba, caminé unos pasos hasta toparme con un arbusto en medio de la calle, qué hacía un arbusto en medio del barrio. Sin embargo tras intentar darle la vuelta y casi tropesar al vacío, noté que no era un arbusto, era la copa de un árbol yerguiéndose junto con todo un bosque desde bajo la calle partida en la mitad por una línea quebrada. No era que el edificio de enfrente no se viera, era que no estaba, se había perdido junto con todo el resto de la cuadra, o mejor dicho, el edificio de la zapatería se había perdido y estaba ahora en medio de un bosque quién sabe dónde, y yo junto con él.
   Recorrí lo que quedaba de calle mientras el polvo comenzaba a disiparse, pude ver que sólo estaba el edificio de la zapatería hasta su cuarto piso y parte de los dos edificios contiguos, como si alguien o algo hubiese arrancado selectivamente un trozo del barrio Nueva York y lo hubiese puesto en este bosque.
   En el borde del trozo de calle noté un bulto extraño, parecía una gran bola de piel lisa. Me acerqué y pude ver, bajo la tenue luz rojiza que provenía del cielo carente de luna, una figura humana regordeta. Estaba sentada en el borde con los pies colgando y meciéndose monótonamente, sus brazos gruesos y lisos de pura grasa inmaculada descansando sobre los muslos. Giró su cabeza hacia mí dejando ver unos enormes ojos sobre una pequeña nariz redondeada que apenas parecía comenzar a formarse, era la cara de un bebé, un bebé de al menos dos metros de estatura y 170 kilos. Sus ojos ingenuos se transformaron en profundos mientras me recorrían de pies a cabeza, y al posarse sobre mis ojos, pude oír su gravísima voz desentonando con el cuadro.
   -Éste es uno de esos momentos que no tienen que ocurrir, pero que tienen que ocurrir. ¿Cómo te llamas?
   -Roberto, ¿quién eres tú?
   -Mi nombre es Romug. Quién soy, yo soy el orígen.
   -¿Qué es eso, eres como una pitonisa?
   -No, digo, conmigo empezó el desastre.
   -No entiendo, ¿qué pasó aquí?
   -Una distorsión en el tiempo, quizás también en el espacio. Este edificio, dices, eso lo trajo.
   -No sé por qué tengo este tipo de sueños tan extraños cuando estoy en los experimentos.
   Volvió a mirar hacia el horizonte difuso en la oscuridad.
   -Esto no es un sueño, Roberto. No estás soñando.
   Me sobresaltó un momento, en efecto se sentía real, pero no lo era, no podía ser. Aún a mí no se me ocurría una forma ilógica de explicarlo. Me di la vuelta y decidí seguir explorando el lugar. Vacilé un momento y volví la vista a Romug.
   -¿Qué hacemos ahora?
   -Yo no tengo nada qué hacer. Tú espera que te vengan a buscar.
   Me asomé por el borde de la calle tratando de vislumbrar, en vano, el suelo del bosque. Apenas alcancé a escuchar algo parecido a un paso rápido tras de mí cuando sentí el golpe en mi espalda y caí, alcancé a ver por un instante la silueta delgada y alargada con afro parada al borde de la calle antes de despertar de un sobresalto que me botó del sillón de dentista. Había sido un sueño después de todo.

   -¿Albers?
   Miré mi reloj, había dormido tres horas y media, pero me sentía cansado como si no hubiese dormido en dos días.
   -¡Perfecto! Todo en orden señor Sáilinguer, puede retirarse si lo desea.
   Seguía en la sala de observación contigua, sonaba especialmente emocionado.
   -Buenas.
   -¡Adiós! Hasta luego. ¡Lo esperamos la próxima semana!

viernes, 15 de agosto de 2014

La Gran Guerra (oficial)

   Lo leí en un diario en la sala de espera de la zapatería. Se conmemoraban 150 años desde el fin de "La Gran Guerra", curioso, ¿qué "gran guerra" ocurrió a medidados del siglo XIX? Entonces se me ocurrió, por fin, ver la fecha impresa y finalmente entendí todo: 22 de julio de 1541. No estaba en otra dimensión, había viajado en el tiempo, inmediatamente noté la estupidez que se me había pasado por la cabeza, no podían haber edificios ni ropas como éstas en 1541, mucho menos en Santiago, que todavía no existía. Pero eso significaba que había viajado a otra dimensión, y, ¿además en el tiempo? No, si estaba en otra dimensión, Cristo podía no ser parte de la historia, otros eventos podrían establecer el recuento temporal.
   Así que en esta dimensión había ocurrido una única guerra mundial, en realidad eso es suponer mucho, podría bien tratarse de una guerra regional, si era la única guerra importante de la historia igualmente podría tener impacto suficiente como para ser recordada décadas después como "La Gran Guerra". Y más abajo "Crece la preocupación por tráfico de copiáceas, aeropuertos refuerzan medidas de seguridad". Supongo que en toda dimensión las drogas son un problema.  

   -¿Cuál es la gran guerra que se celebra hoy, y por qué la celebran?
   -La guerra de Ikghur, la guerra entre la humanidad y los gigantes de Ikghur. Los gigantes fueron, o sea son, es- casi que fueron, ya, una raza creada por los humanos, a partir de los humanos. Hay versiones mezcladas, la historia que te pasan en el colegio dice que los Ikghurianos un día cansados de ser vistos como animales de circo, decidieron negar el acceso a su nación a los humanos, y que para ello asesinaron a todos los humanos que se encontraban en Ikghur un día determinado. Pero hay quienes dicen que un gobierno enemigo de Plurr, el país donde fueron creados, bombardeó Ikghur para despertar discordia en el territorio. Lo cierto es que se desató una guerra que duró varios meses y en la que gran parte de la población mundial fue asesinada, además la mayoría de las capitales a lo largo del mundo fueron destruídas, hasta que finalmente los gigantes fueron exterminados casi por completo. Ya vez que ahora se pasean entre nosotros y nadie dice nada.
   -¿Dónde?
   -Ya viste a Héctor Plasma.
   -Ah, pero entonces los gigantes no son tan grandes como imaginaba, son bastante altos nomás.
   -Bueno, él es bajito para ser ikghuriano, pero ya verás alguno, generalmente no miden menos de tres metros. No te preocupes, son súper mancitos.
   -¿Y si murió tanta gente, por qué lo celebran?
   -Para aprender, en realidad es un día de reflexión que nos recuerda que hay cosas en las que no nos podemos meter. No se puede jugar con la naturaleza. ¿Y cómo te enteraste?
   -Lo leí en el diario, es importante parece.
   -Bueno, puedes decir que la historia cambió bastante desde entonces, por poco hubo que empezar de nuevo.
   Me quedé la tarde conversando con Calia, a cada palabra, una misma pregunta se repetía en mi mente: Quién eres. Poco a poco me había hecho una imagen de ella como alguien especial, como alguien más allá del bien y el mal, o un poco de ambos en realidad. Como si mi viaje a esta dimensión tuviera un propósito y ella estuviera en medio de todo.
   -¿Alguna vez has usado copiáceas?
   -¡¿De qué me viste cara.?!
   Su sobresalto me indicó que no era una droga suave.
   -En realidad no sé qué hacen las copiáceas.
   -Más cuidado con eso. Las copiáceas... Hoy en día sólo las usan para satisfacer los dos mayores deseos de los humanos: matar y amar.
   ¡Vaya cosa! No conocía nada parecido, algo tan potente... De una cosa así se habla en todas las discusiones filosóficas. No imaginaba cuál sería el efecto, pero una droga que se usa para "matar o amar" tenía que tener un impacto social profundo.

domingo, 10 de agosto de 2014

La Gran Guerra

Ya casi no quedan vestigios de la gran guerra. Actualmente las naciones viven tranquilas y no hay conflictos entre las razas, sin embargo esto se debió principalmente a que los perdedores de la gran guerra fueron exterminados casi hasta la extinción. Durante mucho tiempo vivieron siendo vistos con desprecio por el resto de los humanos, hasta que poco a poco la humanidad los aceptó, notando cómo dicha minoría prácticamente sin posibilidad de aumentar sus números, resultaba más bien inofensiva y pacífica.   Todo comenzó como un proyecto científico, todo comenzó cuando el hombre, como tantas veces, quiso ser Dios. Inicialmente la iniciativa era realmente inofensiva, en el año 1353 el gobierno de Plurr fundó una pequeña ciudad artificial en un hermoso valle rodeado de cerros y con moderados causes que daban a un gran lago bastante abundante en fauna acuática, era el lugar ideal para un asentamiento humano, salvo por la dificultad en el acceso. La ciudad se planteó como una "ciudad de gigantes", de ahí que fue bautizada como ikghur (de "ikghu" que en plurriano es un prefijo similar a "gran" o "magno"). Todas las edificaciones se construyeron con estándares distintos a los antropomórficos tradicionales, en vez de considerar a un ser humano promedio de 167cms. como en la arquitectura típica, se consideró un promedio de 205cms. Esto fue incluso demasiado para los primeros Ikghurianos, sin embargo la espectativa consistía en atraer progresivamente población de mayor estarura. Dado que prohibir el derecho a asentamiento resultaba poco democrático, lo que se hizo fue subsidiar la vida en el lugar a las personas, para las mujeres bastaba con medir sobre un metro ochenta y cinco, y para los hombres un metro noventa y cinco. Adicionalmente se negaba el subsidio y se disuadía de la intención de habitar dicho lugar a personas cuya alta estatura se debiera a alteraciones hormonales producidas por alguna malformación o enfermedad congénita o a algún tumor u otra causa médica, aduciendo que ikghur inicialmente no contaba con las instalaciones médicas necesarias para tratar con dichas complicaciones. Una primera colonia de 500 personas fue transportada con financiamiento estatal, para los que posteriormente quisieren disfrutar de los beneficios que significaba vivir subsidiado en aquel lugar, sólo debían pagar el pasaje en avión o llegar de alguna otra forma (que era menos probable debido a que aún el viaje a caballo desde los pueblos más cercanos podía tardar al menos un par de semanas). Pese a ello la ciudad dejaba bastante espacio pues estaba construída para albergar al rededor de 70mil personas, y dada la amplitud del valle, tenía lugar para expandirse y albergar todavía a algunos millones en total.   El proyecto se postuló como una iniciativa turística que ofrecía un sitio atractivo no sólo por sus particularidades geográficas y arquitectónicas, sino que además agregaba un factor biológico casi zoológico nunca antes conceptualizado, el ser humano como atractivo turístico. El concepto rápidamente dio frutos, atrayendo a grandes cantidades de turistas, pronto se habilitó un sector del lago destinado a la construcción de viviendas de veraneo de lujo, que podían llegar a costar sumas millonarias. La población del lugar también creció a ritmo acelerado por los beneficios que ofrecía. Los servicios básicos, así como otros servicios se contrataban por cifras ridículamente bajas para los ciudadanos preferentes (o "auténticos Ikghurianos"), además de contar con servicios de salud y educación totalmente gratuitos, incluyendo los costos de desplazamiento a grandes urbes para enfermedades que requiriesen tratamientos más complejos (nunca se construyó un hospital de mayor complejidad en el lugar, incluso cuando la población autóctona superó la decena de millones), y el trabajo estaba asegurado de por vida, éste último podía ser asignado por postulación a una amplia gama de puestos, sin embargo también podían postularse proyectos personales, los que en los primeros años solían ser aprobados por ridículos que resultaran. Este último punto, curiosamente se transformó en un atractivo turístico emergente particular, al reunir en un sector específico todos los proyectos artísticos atípicos, se conformó en un par de callejones donde se asignaron puestos en los que se podía encontrar las artesanías más curiosas así como sujetos montando espectáculos que en su ingenuidad despertaban algún interés, pero que mayormente funcionaban como fondo para el transeúnte que más que nada observaba las curiosas chucherías. Pronto se convirtió en una tradición para los turistas comprar alguna artesanía que luego mostraban como trofeo a sus amigos, incluso resultaba fácil reconocer el sello ikghuriano, puesto que generalmente estaban hechos con materiales comunes repetidos, como recortes de diario, cajas de cartón, cacerolas o anteojos. Así fue que en 1358, con apenas media década desde su fundación, la ciudad alcanzó su límite inicial y se comenzó a expandir la urbanización. La tremenda afluencia de solicitudes permitió también al gobierno Plurriano modificar los criterios de seleción, ya en el primer año la estatura mínima para mujeres era de 190cms y 198 para hombres, para el tercer año ya habían aumentado a 202 y 208 respectivamente, y adicionalmente a partir del segundo año se había implementado un ingreso por categorías en el que las personas con mayor estatura tenían acceso a sectores preferentes de la zona.   Todo funcionó de maravilla, hasta que la ciencia entró en escena. En 1357 se comenzaron a abrir convocatorias concursables de intervención, cualquier ciudadano o grupo plurriano podía proponer un plan de mejoramiento o intervención en la provincia de ikghur para promover el turismo, de esta manera la ciudad continuaría evolucionando de manera que su atractivo turístico no lograse ser igualado por proyecto paralelo alguno, asegurando la sobrevivencia y viabilidad de la iniciativa. Uno de los primeros proyectos aprobados fue el del grupo Vaco, un equipo de científicos que desde la deca anterior forjaba su nombre con avances en el campo de la tecnología médica. El grupo Vaco había sido el responsable del Copriacèks, más conocido como Copiáceas o Vacopiáceas, un novedoso método de clonación transitoria. Las copiáceas funcionaban muy similar al concepto de clonación en estrellas de mar. Se extrae una parte del sujeto a clonar y se reconstruye genéticamente el resto de su cuerpo. En cuanto al segmento extirpado, es posible reconstruirlo en el sujeto original. Las primeras copiáceas se hacían a partir de una porción de hígado, dejando la regeneración natural en el cuerpo original y catalizando la reconstrucción del nuevo cuerpo en condiciones artificiales controladas similares a un útero materno gigante en la que el trozo de hígado hacía las veces de embrión. Este proceso tomaba cerca de tres años en completarse, sin embargo la intervención de intereses internacionales permitió refinar el desarrollo, y hacia el año 1364 (poco más de dos décadas desde la primera copiácea), ya habían conseguido producir copiáceas a partir de extremidades (poco más que una mano o un pie eran suficientes), y la copiácea podía estar lista en menos de cuatro meses, en cuanto al cuerpo origen, la extremidad utilizada era reconstruída en una semana. Las copiáceas pronto superaron la discusión ética respecto a la creación de vida al demostrar que no eran realmente nuevos organismos vivos, en cambio se consideraban una extensión del organismo original, con el que conservaban una especie de relación telepática. Además, el proceso de síntesis de la copiácea no producía un clon embrionario, sino un cuerpo completo de la edad biológica del sujeto origen. Otra particularidad de la copiácea era su carácter transitorio, ya que la mayoría de éstas decaían en su funcionamiento pronto, no enfermaban ni envejecían, más bien se echaban a perder, como una lechuga mustia al ser dejada a temperatura ambiente. La primera copiácea dejo de responder luego de 47 días. Mejoras en el proceso de síntesis ampliaron este tiempo, sin embargo para 1364 aún no superaban el año de duración en promedio. Pues bien, el proyecto propuesto por el grupo Vaco para ikghur era simple en sus planteamientos, sin embargo perseguía un fin espelusnante. El fin era diseñar una nueva especie, una especie de gigantes, que ya no pudiese decirse que eran humanos. Para lograrlo, tódo lo que debía hacer el gobierno era incentivar los matrimonios entre ciudadanos preferentes, y modificar diez o quince años los umbrales de estatura para los matrimonios deseados. Esto se traduciría en una selecciónartificial de la especie, distanciando cada vez más el promedio de estatura de los ikghurianos con el del resto de la humanidad. El gobierno plurriano rápidamente pusi en moción el proyecto, viendo en éste una buena oportunidad de desarrollo. Lo cierto es que en 1356 ikghur ya había satisfecho las inversiones iniciales y comenzaba a financiarse exclusivamente del turismo, lo que permitió al gobierno mayor flexibilidad en las subvenciones. La ciudad se hizo tan popular, que hacia 1360, Plurr ya se jactaba de que un 13% de su economía provenía del Turismo en la Provincia de Gigantes. Los problemas surgieron recién en la década del 80 y por dos razones. Primero, el censo de 1383 determinó para los ciudadanos preferentes de ikghur entre 17 y 22 años, una media de estatura de 302,1cms., se había superado el umbral de los tres metros, en otras palabras, en tan sólo tres décadas, en promedio los ikghurianos estaban teniendo casi el doble del tamaño promedio de un humano corriente. El segundo factor fue el nacimiento repentino de varios ikghurianos con capacidades sobrenaturales. Los primeros casos pesquizados, con algunas excepciones, fueron en niños de entre 3 y 5 años nacidos a partir de 1379. El primero de ellos, el año 1383, Gure, un niño de cuatro años al que, al serle presentados ciertos objetos, los rechazaba enfáticamente, pronto se estableció que los objetos rechazados por este niño tenían algún tipo de defecto o habían estado involucrados en alguna situación negativa, como el caso de una muñeca que había sido el motivo de disputa entre dos hermanas. Casos sucesivos revelaron capacidades similares, algunos niños presentaban telekinesis o piromancia, sin embargo la mayoría de los casos consistía en habilidades extrañas y con aplicabilidades más difíciles de situar, como el caso de Nancy, una niña que podía establecer desendencias en flora, es decir, podía determinar a simple vista cuáles árboles en un bosque eran progenitores de cuáles otros. Otros casos resultaban además difíciles de constatar, como el de Horote, un niño nacido casi al mismo tiempo que Nancy, quién decía conocer las emociones de plantas y árboles, también a simple vista. Si bien hasta entonces los ikghurianos eran principalmente conocidos por tener un caráctes sumiso, incluso se los veía como grandes animales mansos, estos dos hitos comenzaron a sembrar el temor de algunas personas hacia ellos. En algunas comunidades se comenzó a hablar de monstruos, y los pocos ikghurianos que habían migrado a otras localidades, eran presa de esta dualidad, algunas personas los trataban con especial afecto, sin embargo otros dominados por el miedo les hacían víctimas de burlas y abusos. Sin embargo la situación tuvo su punto de inflexión probablemente el año 1387. Ese año ocurrieron dos sucesos que hicieron saltar las alarmas para el resto de la humanidad. El primero en mayo, lejos de Plurr, en un pequeño pueblo de Castra, al otro lado del océano. Una pareja entre una mujer castránica de metro sesenta y un ikghuriano de tres metros veinte acuden al doctor ya que no logran concebir. Las pruebas indican que ambos son fértiles, los testeos posteriores señalan que las muestras no son compatibles. Dos días después la noticia se vuelve global, en los titulares de los diarios se lee "Prueba definitiva, no son humanos", desde entonces se inician los debates, los ikghurianos finalmente tras meses de discusión, pasan a ser considerados oficialmente una especie distinta. Nadie en ikghur alza la voz mientras las autoridades humanas discuten si la provincia debe considerarse una nación distinta con derecho propio, o si es posible seguir funcionando a nivel mundial como si humanos e ikghurianos fueren indistintos. Sin embargo estas discusiones no llegaron a encontrar solución a tiempo. En  junio del mismo año ocurre el segundo suceso. En la clínica central de ikghur nace Romug, la mayoría del personal en la clínica está compuesto por humanos. El bebé no llora al principio, el doctor a cargo lo toma con sus manos por un instante que parece eterno para los padres, y le da una palmada, llanto. Mientras su madre lo contempla en sus brazos, el personal en la sala de parto parece especialmente impresionado, sus padres sienten que su hijo es especial por la reacción del personal médico. Sin embargo algo no está del todo bien, el médico se ve confundido, mira a su alrededor con desconcierto, parece alternar entre sonreír y estar serio, levemente. El personal en la sala también, se miran unos a otros sin decir una palabra. De pronto sus ojos se posan sobre una enfermera, está pálida, tiene cara de no entender, no dice una palabra, hasta que sin previo aviso se desploma, uno por uno los demás también. El único sonido que se escucha es el llanto de Romug, hasta que los gritos desde las salas contiguas y los pasillos comienzan a sentirse por todo el complejo. El catastro inicial arrojó 627 muertos, todos en un radio de cien metros, todos a las 14:31 del 13 de junio de 1387, segundos luego del nacimiento de Romug. Éstas y algunas muertes posteriores fueron suficientes para determinar que la habilidad sobrenatural de Romug consistía en la muerte de todos los seres humanos a su al rededor, cada vez que Romug sentía algún profundo malestar. En realidad no sólo humanos, puesto que algunos supuestos auténticos ikghurianos también fallecieron de esta forma, y además dos familias completas de chimpancés y bonobos del zoológico de la ciudad. Romug fue sacrificado luego de permanecer dos meses bajo estudio en estado de coma inducido, y sus padres lo entendieron. Pero la humanidad no entendió a los gigantes, no eran humanos y eran peligrosos. A partir de julio el turismo se había reducido a menos de una milésima parte. Los ikghurianos se acostumbraron a vivir solos entre ellos, su ánimo tranquilo los mantuvo en ese statu quo sin pensar en las implicancias de la situación. Hasta que en enero de 1389, ocurrió: el bombardeo de Ikghur. Se estima que de los aproximadamente 12millones de ikghurianos, tres cuartos perecieron en el bombardeo. El resto, sin mucha organización, subsistió, hasta que dos meses después, la gran guerra comenzó. En distintas urbes al rededor del mundo aparecieron ikghurianos especiales, generalmente en pares o tríos, no se sabe bien si aparecieron transportados por algún poder sobrenatural ikghuriano, o si simplemente llegaron, ya que la mayoría de los ikghurianos con poderes especiales tenían entre 3 y 7 años, y podían ser fácilmente confundidos con un adolescente humano. En diversas capitales aparecían, sólo ikghurianos con habilidades sobrenaturales destructivas, y arrasaban con cuanto podían antes de ser derribados por las fuerzas policiales o armadas. El modo de operar se mantuvo durante dos años sin que los gobiernos dieran con modo efectivo de prevenir los ataques, las muertes en este período se calculan cercanas a los 200millones. Finalmente la humanidad llevo a cabo una operación de búsqueda y destrucción de los ikghurianos en todo el mundo. La gran mayoría de la población ikghuriana fue asesinada, sólo quedaron unas pocas aldeas que por pura fortuna no fueron alcanzadas. Un siglo tuvo que transcurrir antes de que la humanidad dejara atrás su odio y algunos ikghurianos, constatando su propia longevidad al descubrir con asombro que el escaso tiempo había significado varias generaciones para los humanos, volvieron paulatinamente a vivir entre ellos.

viernes, 25 de julio de 2014

Épocas

      2010
      Siento envidia y admiración en el ambiente, pero yo soy sólo un neófito y aquí hay incluso algunos rostros de Hollywood. Algunas personalidades importantes se me acercan y se toman fotografìas conmigo, soy una especie de revelación. El evento principal está a punto de empezar, se apagan las luces. Un camarero aprovecha el momento para avisar que aquel caballero rubio, el mudo, ha invitado una ronda de vodka a toda la habitación, los asistentes le dan las gracias. Aprovecho la ocasión para acercarme a él, es una de las pocas personas al rededor de las que me siento cómodo en este lugar. Por un momento pienso, quizás yo también podría invitar una ronda de vodka a toda la habitación, qué pasaría si hiciera algo como eso, probablemente nadie sabría que en ello se iría todo mi capital.

      1860
      Estoy en el vagón del tren cuando la mujer más hermosa que conozco se acerca a mí. Se inclina y me seduce con su cuerpo entero como si una conexión ulterior entre nosotros dictara que este momento debia llevarse a cabo en cualquier plano de la existencia, "Así que estás escribiendo tu libro, dicen que será un exitazo, qué crees tú?". Yo no lo sé, yo no sé apenas qué hacer en la presencia de esta mujer y su rostro deslumbrante que amenaza con sofocarme bajo el sol del oeste. Se levanta ligeramente la falda y me muestra una pistola, es común llevar pistolas en viajes largo como es común llevar todo tipo de pertenencias en viajes largos.  
      "Sabes, puedes tener lo que desees, sòlo tienes que tomarlo."
      Juntos, ambos con un revólver en cada mano, estamos parados como iguales. No sólo nosotros, por un momento todos en este sucio tren somos iguales. Cuando junté mis ahorros para pagar el pasaje esperaba que este viaje cambiara mi vida, pero no imaginé que sería de esta forma. Me pregunto si está bien, es un tren que toma la clase alta de California para mover sus "negocios" a las nuevas tierras del Este. Sin embargo ya algunas personas me conocen, aunque mi libro no esté terminado, me pregunto si el pañuelo que tengo hasta la nariz es suficiente para esconder mi identidad, no, no puede serlo. Aún así nadie parece reconocerme. No sé si hago esto por el dinero, o si lo hago porque siento que es mi destino, un único destino capaz de producir el deseado desenlace en el que me quedo con esta mujer a mi lado para siempre.
      1960
      Tomo mi mochila del banco que está frente al taller y le doy las gracias a mi compañero, el gordo. Si él no me hubiese conseguido este trabajo de medio tiempo, jamás hubiese podido juntar lo necesario para dejar este pueblucho y probar suerte con algo mejor. "Tranquilo, la vida empieza aquí mi amigo". Se sienta sobre el capó de un escarabajo amarillo y mira el vidrio de la tienda frente a la banca. Señala mi abrigo viejo, es el mismo que usaba cuando no tenía nada, está demacrado y me recuerda el olor de las calles por la mañana, me muestra una placa de automóvil en la vitrina. "Sabes que cualquiera puede tener una de esas?" Lo observo intrigado. "Claro, puedes simplemente tomar una, por Dios, puedes simplemente tomar un trozo de metal y grabarle los números que quieras encima, el punto es que tener una placa no te va a traer un automóvil" Dice estas últimas palabras daldo un golpecito a la placa del escarabajo con una mano, mientras que desliza la otra por debajo del parachoque y extrae un enorme fajo de billetes, "Echa un vistazo a esto".
      "Eh! Jefe! Métase sus motores en el trasero, yo me voy de aquí! Saben qué es esto? Cien mil dólares en efectivo". Me aparto de él mientras lo veo arquear el fajo de billetes y comenzar a despedirlos de a uno por el aire, billetes de 5 y de 10, algunos de 20. El fajo parece infinito en sus manos despidiendo y derrochando billetes, no puede ser que haya juntado esa cantidad de dinero sólo trabajando, es imposible.

lunes, 14 de julio de 2014

Sueño 4

-Ésta es la última sesión de la primera fase. Una vez que despierte, Fisk le administrará una encuesta para controlar el proceso. Por lo demás todo va como siempre, puede dormirse cuando lo desee.

Entro al cubículo al que sólo se puede llegar por escaleras exteriores, es un cuarto o quinto piso ubicado en la parte superior. Ahí encuentro finalmente a mi abuelo, está tratando de alistar un hilo negro y uno rojo en la única máquina costurera de la que dispone el buque, es una aparatosa caja de madera ubicada al centro. A pesar de que el mar está calmo, le cuesta trabajo mantener el equilibrio, pues en los pisos superiores el movimiento de la embarcación se amplifica considerablemente. Al mirar por la ventana veo el horizonte extrañamente cerca, como si se hubiese plegado y comenzara a abalanzarse sobre nosotros, es una ola de al menos veinte metros que avanza implacable por estribor. Sé que por mucho que se mueva cuando llegue, nuestra flotación no corre peligro, sin embargo admito que al ver esta monstruosidad siento un poco de miedo.
-Afírmate.
No parece haberme oído, está sumamente concentrado en un hilo rojo que se rehúsa a ser hilvanado.
-¡¡Afírmate!!
Noto la impresión en su rostro al observar la gigantesca masa de agua que ya golpea con fuerza aturdiendo por un instante la visibilidad en las ventanas. No ha pasado nada, el movimiento no fue tan fuerte como creí, sin embargo el mar del otro lado de la ola es cosa totalmente distinta, nunca había visto las olas golpearse unas contra otras con tal furia, pareciera como si todas conmocionadas buscaran un lugar a dónde ir, un tumulto de valles y crestas de unos siete metros totalmente desorientados. Tenemos que bajar, esta cosa se va a empezar a mover harto, pero no podemos salir, las olas están pegando y nos pueden botar. Él sólo se aferra lo más fuerte que puede a una baranda, afortunadamente llevamos treinta días navegando y ya sabemos a qué atenernos. En ese momento sentimos un golpe, una lancha cubierta totalmente por el agua es azotada contra los fierros con violencia, imposible saber si tiene tripulación, por más que quisieran, el ímpetu de este mar decide sobre cualquier maniobra que intentaren. ¿Qué hace una lancha en estas aguas?, nuestro buque apenas logra mantener su rumbo. Veo que la popa se inclina a estribor por donde aún da tumbos la lancha, adivino una improvisada maniobra de faena del capitán para salvar la diminuta embarcación subiéndola a bordo. La maniobra tiene éxito, sin embargo nadie sale a celebrar. Por un momento me parece ver un mástil enorme pasar frente a nosotros, vuelvo a verlo brevemente a babor, pertenece a una nave que nos superará al menos tres veces en tamaño, pero ¿cómo puede moverse tan rápido? Un súbito remezón me arranca de mis divagaciones, las olas nos azotan contra un buque casi tan grande como el nuestro, las dos masas de fierro rechinan mientras un vaivén las separa brevemente sólo para volverlas a azotar con aún más fuerza. El desconcierto se puede sentir en el aire húmedo. El enorme mástil misterioso vuelve a aparecer un instante por estribor y desaparece bajo popa. Los dos buques desamparados se separan y finalmente caigo en la cuenta de que estamos girando a la sazón de un gigantesco torbellino. Un terror efímero me devuelve a la realidad, él también lo sabe, no hay mucho más que hacer que asirse a esa delgada baranda en la que nos aferramos a toda esperanza. No sé qué pasa con algo que cae en un torbellino, pero imagino que pronto estaremos nuevamente en el mar calmado como si nada hubiese ocurrido. El mar alrededor comienza a elevarse, veo por última vez el mástil a lo lejos, parece inmóvil. Comienzo a sentir mi cuerpo aligerarse hasta que de golpe nos arrebatan la luz y la gravedad, sólo quedan un cúmulo de silenciosos músculos tensos. Me doy cuenta de que si la caída cesa de pronto, no tengo mucho que hacer, mejor me relajo, cierro los ojos. Y despierto.

-Cómo se siente.
-Un poco cansado.
-Las lecturas de esta sesión no fueron satisfactorias, su actividad cerebral se comportó de forma impredecible. Sin embargo esto no tiene importancia para usted. De todas formas la próxima sesión comenzaremos con la segunda fase, para eso es necesario que se tome una de éstas la noche anterior a la sesión. La caja contiene cuatro, debe tomar una antes de cada sesión de la segunda fase.
La caja era completamente blanca, igual que las tabletas. Sólo tenía el número “026” grabado en uno de los bordes. La observé un rato con sospecha, no sabía si estaba dispuesto a arriesgarme hasta ese punto, pensándolo bien, teniendo en cuenta que estaba en una dimensión distinta, las normas éticas podían no ser las mismas a las que estaba acostumbrado. El fármaco perfectamente podría tener efectos secundarios fatales si aquello no estaba legislado de la misma manera que yo conocía.
-¿Para qué son?
-Descuide, son nada más que para regular el ciclo del sueño, o mejor dicho para desregularlo, sin embargo esto no tiene ningún efecto adverso, es posible que se despierte un par de veces más de lo común para usted durante la noche en que las tome, sin embargo no habrá más cambios que éste.
-¿Cómo así?
-El medicamento altera su ciclo de sueño reajustando el ritmo hormonal de la melatonina, la hormona encargada de regular sus horarios de sueño. Usted toma el medicamento la noche anterior, de manera que sus hormonas ya están en marcha, por lo que no tendrá problemas para dormirse, sin embargo a la mañana siguiente su sistema estará esperando para reiniciar el ciclo, por lo que cuando duerma en la sesión, los ritmos personales de su sueño estarán limpios y podremos tener una lectura de su actividad neuronal en acople óptimo con sus sueños.
-No le entiendo bien, ¿eso no significa entonces que a partir de ese día me dará sueño a la hora a la que me duerma en la sesión?
-Su conclusión indica que ha entendido a la perfección lo que le dije, sin embargo no debe preocuparse por eso, ya que su ciclo hormonal no puede variar tan bruscamente, por lo que a la hora a la que usted se duerme normalmente, su sistema buscará realinearse con sus horarios normales, de manera que no habrá cambios.
Dentro de todo, no me daba esa sensación de viejo loco que tenía constantemente, parecía estar hablando como un científico común y honesto. Decidí arriesgarme.

El cuestionario que me aplicó el Gordo no tenía nada de extravagante, una serie de preguntas de escala sobre cómo me había sentido y en qué medida podía recordar los sueños que estaba teniendo, también algunas preguntas en relación a la inusualidad de los sueños en comparación con mis sueños fuera de las sesiones.

Carta a los Lectores

Acabo de notar que hay gente visitando este blog últimamente. Quiero instarlos a comentar sus impresiones, especialmente a los lectores que no me conocen.

PS: Y les agradezco las visitas, me da ánimo para seguir escribiendo.

domingo, 13 de julio de 2014

Antes de dormir

-¿Cómo se llama este lugar?
-Ra’lla*.
-¿Cómo?
-Ra’lla.
-¿Cómo escribes eso?
-R-A-‘-L-L-A
Señaló al cielo, nunca había mirado al cielo, cómo nunca había mirado al cielo: era morado. Al verlo me congelé, no quería dejarla ver que estaba impresionado, esto debía ser normal para ella, cambié el gesto con la vista fija arriba, una vez compuesto volví la cara hacia ella. Ahí estaba esa sonrisa misteriosa, una mezcla de seriedad madurada en años duros con esa picardía resiliente.
-¿Cómo sabes que no soy de aquí? ¿Sabes de dónde vengo?
Su gesto cambió, me miró con sospecha, como si no tuviera derecho a hacer esa pregunta. En ese preciso momento dejé de verla con los mismos ojos, quién se creía. Noté cómo su acto misterioso no era más que una forma de dominarme, acaso había notado mi interés en ella y simplemente estaba aprovechando para sentirse importante. Decir “no te preocupes, las cosas se van a dar de tal forma” o algo por el estilo, ¿realmente era algo de qué jactarse? Perfectamente podía ser simplemente una niña tratando de vivir en una dimensión fantástica por no poder afrontar las limitaciones de la realidad. Me la imaginé esperando sucesos a su alrededor, simplemente contemplando, maravillada, si nadie podía saber qué esperar, la única forma de sobreponerse era no esperar nada. Y eso era algo que ella sabía hacer bien.

Se quedó mirándome fijamente.
-Roberto, yo vivo aquí. De dónde vengas y dónde estás ahora no tiene ninguna importancia.
¿Qué había querido decir con eso? Esa era su respuesta, en realidad no me lo esperaba. Esperaba que me dejara en suspenso nuevamente, sin embargo todo lo que hizo fue restarle importancia a lo que para mí significaba un viaje interdimensional. Era cierto que su respuesta me había dejado perplejo, pero no confirmaba mis suposiciones, si eso era lo que quería, su respuesta no era ni obvia ni absurda, es más, me había dejado perplejo precisamente que no fuese ninguna de ambas.
-Tú me hiciste una pregunta que tiene una respuesta muy obvia, ¿no?
-Es cierto.
-¿Soy el único que ha venido aquí?, ¿Hay alguna razón?, tú sabes la respuesta a cualquiera de estas preguntas Roberto, me parece que te das cuenta de que todas estas preguntas se responden por sí mismas.
Era cierto, no habría motivo para preguntar si ella lo sabía, no había motivo para preguntar si era el único, no había motivo para preguntar por una razón, más que el dar por hecho que la respuesta a todas estas preguntas era la misma afirmativa.
-Pero entonces, Calia,  tú sabes algo, a fin de cuentas.
-Yo sólo sé que hay algo más allá de Ra’lla.




*[Rala]

Realidad

Esa semana fui todos los días a Nueva York. Me dediqué a caminar muy lentamente, miraba a mis al rededores, buscaba a Calia. Pasé bastante tiempo mirando las tiendas, los edificios, las personas. Al principio evité acercarme a la zapatería, no quería toparme con el gordo ni con el viejo. Reflexioné sobre las pocas veces que había estado en esta dimensión, ya había conocido a tres personas, eso no era común para mí, en general evitaba el contacto humano. Durante esa semana pasé varias horas sentado en un banco, sólo mirando, esto se parecía más a la relación que tenía con varios otros barrios de la ciudad. Había olvidado lo que se sentía, observar a la gente caminando de prisa, nadie me conoce. Sentarme en un mismo lugar varios días y no reconocer a nadie, sólo los edificios, sólo ellos entienden qué es lo que realmente pasa por estas calles.

El viernes de esa semana noté que algo había cambiado, las veces anteriores siempre habría ocurrido algún suceso que yo catalogaría como paranormal, sin embargo esta semana no había ocurrido nada extraño. Entonces comencé a dudar, quizás ahora estaba en Nueva York por primera vez. Se me ocurrió preguntarle a una señora que esperaba su turno junto a un lustrador de zapatos.
-Disculpe, ¿cómo se llama este lugar?
-Ésta es Nueva York, ahí está el metro Universidad de Chile.
¿Sería eso? ¿Acaso aquí terminaban mis viajes fantásticos? Quizás nunca más vería a Calia. En realidad no lo lamentaba mucho, desde el principio me había hecho la idea de que las extrañas ocurrencias no serían más que un sueño pasajero, y que pronto perdería contacto con ello sin saber nunca la verdad detrás de las inusuales conductas de estas personas. Más allá de eso, el personaje que realmente me intrigaba era Héctor Plasma, sabía que lo que había ocurrido era verdad, en algún lugar este espécimen sobrenatural existía. Me apollé en el vidrio de la zapatería, no había nadie. Al mirar adentro sentí algo desagradable, algo no calzaba, pero no sabía exactamente qué. Miré a mi alrededor, lo primero que pensé fue “entré”, pero no, estaba aún en Nueva York, la gente aún caminaba agitada como siempre, el ambiente no había cambiado. Volví a mirar la zapatería, algo estaba fuera de lugar.

No tenía caso seguir pensándolo, las respuestas no estaban aquí, estaban allí. Entonces decidí que no me quedaría de brazos cruzados esperando que las cosas ocurrieran, de ahora en adelante trataría de descifrar exactamente qué estaba ocurriendo y cómo era posible que dos dimensiones distintas existieran en el mismo lugar.
...me importaba lo que pensaran, qué me importaba...

...finalmente supe cómo develar los misterios, tal como había imaginado, no sería suerte ni un trabajo simple. Sin embargo esto, nuevamente, me llenó de alivio...

...por más que traté de encontrar una explicación, cada vez me convencía más de que me sería imposible, todos los resultados eran ridículos, inaceptables, ni siquiera yo podría hacer que esas excusas baratas sonaran convincentes. Sin embargo quedaba mucho aún, y mis dedos probablemente guardaban todavía secretos que me ayudarían a descifrar el enigma...

jueves, 10 de julio de 2014

Pavor

Estaba teniendo una pesadilla y me desperté en el clímax, probablemente porque estaba demasiado asustado en el sueño, me desperté en un momento en el que me había meado los pantalones (en el sueño) y trataba varias veces de decir una frase pero la voz simplemente no me salía. Cuando me desperté, tenía el cuerpo caliente y rígido, todos mis músculos estaban apretados.
Y pese a todo eso, lo primero que hice una vez que desperté fue algo que nadie imaginará: traté de volver a quedarme dormido para volver a la pesadilla.

En realidad tenía varias razones para volver:

  1. El horror que estaba viviendo en esa pesadilla era perfecto, puede ser difícil de entender, pero insisto en que la mayoría de las emociones, independiente de que sean positivas o negativas, pueden disfrutarse. Y este no era un miedo cualquiera, era un terror de una exquisitez sumamente poco frecuente.
  2. La pesadilla no había terminado, y dentro de mí confiaba en que todavía había manera de dar vuelta las cosas, de lograr que todo lo terrible que estaba pasando en ese momento tuviese un buen desenlace.
  3. En la pesadilla había una niña,  probablemente incluso más aterrada que yo, a la que estaba tratando de salvar, y valía la pena volver con tal de seguir intentando salvarla.
  4. El nivel de detalle y precisión de la pesadilla era espectacular


No logré volver a dormirme y por eso estoy escribiendo esto. Pero me sorprendí a mí mismo con esta valiente reacción.

Sueño 3

Fue muy similar al primer sueño. Estaba en el mismo campo florido, pero esta vez Calia estaba allí desde el principio. Me quedé quieto observando, el ambiente estaba menos vívido y yo no estaba precisamente disfrutando de su presencia. Luego de un rato se volteó, su cara era una mancha negra, no podía verla, pero sabía que era ella. Nuevamente no sentí ánimos de moverme, aunque esta vez simplemente contemplaba la situación con desinterés. Sentí su mirada perdida sobre mí, comenzó a transformarse en un peso que se hacía cada vez mayor, detrás de ella el sol comenzó a oscurecerse hasta que lo único visible en la escena fue su vestido que aún ondeaba. Entonces, como si nada hubiera pasado, se acercó a mí y me saludó amablemente. Su rostro comenzó a hacerse visible y noté cómo sonreía con ligereza, como si da nada hubiera que preocuparse en el mundo. La miré extrañado, pero su gesto no cambió, se quedó con su sonrisa congelada un buen rato. Finalmente comenzó a desvanecerse junto al sol que lentamente desaparecía bajo el interminable campo de flores. Seguí inmóvil esperando al cielo nocturno, sin embargo la escena sólo se oscureció cada vez más hasta que no hubo nada.

-Las lecturas de sus signos son satisfactorias, señor Sailinguer. ¿Cómo se ha sentido?
-Bueno, estuve dormido así que no tengo mucho qué decir. Aunque me siento medio dormido todavía.
-Hm.
Terminó de anotar en su cuadernillo, noté que algo de mi comentario le había molestado. El viejo aún me inspiraba un poco de desconfianza, por lo que me mantuve alerta.

-Es cierto lo que dice, pero no se preocupe, a partir de la cuarta sesión comienzan las variaciones en el tiempo de sueño, eso debería solucionarlo.

lunes, 7 de julio de 2014

...necesitaba que los demás supieran, pero eso generalmente sólo empeoraba las cosas...

...pero también yo protegía ciertas cosas, comencé a estudiar estas cosas y tratar de descubrir por qué sólo ellas eran especiales. Quizás ahí estaba la clave que me permitiría proteger todo lo demás...

...mi único descubrimiento se llenó de vergüenza, cómo podía vencer la dualidad?...

domingo, 6 de julio de 2014

Héctor Plasma

No quería arruinarlo, así que había esperado, y por fin era nuevamente martes. Cada vez que me paraba al principio de la calle me preguntaba si sería la última vez que entraría a ese lugar. Hice una breve recapitulación mental para tener control de ciertas variables, recordé esquemáticamente el plano de la calle, la distancia desde un extremo hasta el otro, la cantidad de locales que tenía que haber, la altura de los edificios. Entré. Lo primero fue revisar un letrero, “Relojería Pasture”, luego miré mi mano, ahí estaban mis dedos, volví a mirar el letrero, “Relojería Pasture”. Nada raro, me habían dicho que si fuese un sueño, algo debería haber salido terriblemente mal en ese ejercicio.
Entonces seguí mi camino con determinación, pero me detuvo de pronto una presencia sombría. Sentí como si los olores se desvanecieran, el aire se sentía helado sólo al respirarlo, en realidad la temperatura no había cambiado, pero algo se sentía como una alteración indescriptible, como si lo que respiraba ahora tuviese vida. Finalmente pasó junto a mí un sujeto pálido con un largo abrigo negro y pantalones negros. Sus pasos largos y pausados eran inaudibles, al mirarlo a la cara daba la impresión de estar flotando. Se desplazó unos metros con la vista fija, sin girar la cabeza en lo más mínimo, entonces se detuvo, se arqueó ligeramente hacia adelante y cerró los ojos un instante. Me pareció por un momento sentir un olor a piedra mojada y escuché un golpecito a mis espaldas, al voltearme, una paloma picoteaba un adoquín como tratando de recoger una migaja invisible de pan atorada. Migajas de pan, me lo imaginé agachado, rodeado de mirlos, partiendo lentamente trozos de pan, todos de igual tamaño y poniéndolos prolijamente sobre el suelo como si se tratara de un ritual. De tanto en tanto echándose un trozo a la boca él mismo, reflexionando una pregunta nunca hecha. Alimentarse no es comer, lo importante es sentir. Al darme vuelta nuevamente, el sujeto ya se encontraba varios metros más allá. Héctor Plasma, te lo presento. ¡Calia! Hola. Me quedé pasmado un momento, Héctor Plasma podía irse a donde quisiera, ver a Calia de nuevo me llenaba de una sensación extraña, casi dolorosa, y a la vez sumamente reconfortante, su presencia me hacía sentir como si estar en cualquier dimensión extraña fuera mi destino. Hola, ¿Cómo estás? Sonrió, señaló a Héctor Plasma. Nunca ha hecho bien ni mal a nadie, nadie sabe mucho sobre él en realidad, pero es impresionante verlo, vi que se comunicó con los adoquines cuando estaba contigo, ¿qué te pareció? ¿Con los adoquines? Bueno, con el espíritu de los adoquines. Finalmente llegó hasta la fuente y se detuvo frente a ella, su silueta se confundía con las mujeres de la fuente, me costaba trabajo verlo, hasta que noté que ya no se encontraba ahí. Esa fue la primera y la última vez que vi a Héctor Plasma.
Vive en la fuente, bueno, algo así, sólo lo hemos visto entrar y salir; algunos dicen que es el espíritu de Mag, pero eso son tonterías. Vine al experimento de sueños en la zapatería, ¿lo has escuchado? El centro de investigación del sueño, ¿y qué te pareció, tus zapatos quedaron bien? No tenía cara de estar burlándose, por un momento me pregunté si era sensato sentirme tan atraído por alguien que vivía en un mundo distinto, no sólo físicamente, me costaba entender lo que decía. Acaso sus costumbres serían aún más extrañas para mí, no me atreví a imaginarnos cocinando la cena, sabía que incluso algo así era una situación que tendría que explorar con apertura de mente.
Me dio la mano inclinándose levemente. Espera, esto,.. Podrías… Inmediatamente me di cuenta de que pedirle su número no me serviría de nada, aunque quizás esa era la solución. Sin embargo qué haría si me daba, de hecho, un número que no pudiere marcar, cómo decirle que no podría llamarla. Mis prioridades eran ridículas, pero las tenía bastante claras, no podía arriesgarme. Digo, podríamos volver a vernos, tomar un café… Estás aquí Roberto. Sonrió. Eso significa que nos volveremos a ver. No sé por qué, pero algo en su respuesta me pareció esperable, quizás simplemente el hecho de que aquí las cosas no tenían sentido, o al menos tenían un sentido distinto. Sin embargo, su certeza era una promesa de esclarecimiento. Nos volveríamos a ver, podía confiar, entonces, en que en algún momento tendría respuesta sobre qué era este lugar, y por qué todo era tan extraño en él.
Camino a la zapatería me topé con Fisk, quien amablemente me acompañó nuevamente al laboratorio. Señor Sailinguer, lo estábamos esperando, el procedimiento es el mismo, póngase cómodo. 

viernes, 4 de julio de 2014

...yo tampoco tenía la respuesta, y mi intuición me decía que al final ambos seguiríamos sin saber....


...eso me gustó, sentí que el futuro deparaba buenos desenlaces...

jueves, 3 de julio de 2014

Urban biking

Ese soy yo saltando en mi bici... así me veo en la noche?

miércoles, 2 de julio de 2014

La Aprendiz

Abrí el portón oxidado de la casa antigua, había chatarra en un pasillo sobre el que se abalanzaba la casa con sus balcones en varios pisos, como tambaleante, poniendo todo su esfuerzo contra el tiempo para no desmoronarse. Crucé el umbral polvoriento del garage, quería evitar el contacto con esa casa y sus recuerdos en lo posible. Sobre mí se sostenían con dificultad las enormes y toscas vigas de madera, negras por el incendio que había puesto fin a los sufrimientos de aquel lugar. Me agaché entre las enormes telarañas, de algunos huecos en los pilares manaban gusanos muertos, como sangre maldita en los poros de una historia terrible que sólo yo recordaba. Me aparté de una crisálida gigante, probablemente estaba incubandose desde hacía siglos, recordaba haberla visto tal cual en mi niñez, quizás un poco menos brillante que ahora, y aún no quería saber que era lo que saldría de ella. Subí las escaleras empinadas al segundo piso, en el remanso donde me dejaban las comidas aún estaba el sillón de caucho, estaba con toda su cubierta derretida, se notaba pegajoso todavía a pesar del polvo. Continué subiendo hasta los áticos donde estaba mi pieza, el suelo lleno de tierra y ceniza nublaba el aire con cada pisada, activé el interruptor de la luz y esperé un rato en vano. No quedaba nada, nunca había habido nada, la cama y un mueble igual de vacíos que antes. En las paredes llenas de chinches estaban todavía colgadas las miles de siluetas recortadas en papel blanco, personitas, animales y autitos, único vestigio de pureza en todo el recinto. Entonces noté algo que no solía estar allí, un recorte de diario, aunque tenía aspecto antiguo. Me acerqué hasta casi tocarlo con la nariz para intentar ver de qué se trataba entre la oscuridad, era una foto de una niña con un vestido negro, acurrucada junto a una cama en la que yacía un adulto recostado. Con dificultad logré leer solo el titular: "nuevas víctimas, se hace llamar Susan Melanys Back". Por qué estaba ese recorte ahí, la incertidumbre se llenó de miedo y en el asco de mis recuerdos bajé apresurado la escalera. Al llegar abajo la vi, apollada en un hacha junto a la crisálida, una niña pelirroja de unos nueve años vestida de negro, al levantar su cabeza se posaron sobre mí dos vacíos que apenas se asomaban entre los paños tiesos y mal pegados unos con otros, que cubrían su rostro. Se levantó exclamando "soy su aprendiz, Susan Melanys Back!", corrí para pasar por el hueco que quedaba a su lado, pero me apartó con un feroz movimiento de su hacha que se incrustó en el pilar, tenía una fuerza extraordinaria. Me quedé pasmado entre las astillas que volaron mientras retiraba, casi sin esfuerzo, la herramienta apestosa de sangre oxidada, volvió a exclamar "soy su aprendiz, Susan Melanys Back!". Entonces ella corrió delante de mí hasta el umbral exterior y se paró junto a él ligeramente agachada y sosteniendo el hacha contra el suelo, como preparada para cortar un trozo de leña, continuaba repitiendo la misma frase cada vez más compulsivamente. Sólo corrí, no me lo cuestioné,  la única opción de salir que tenía era pasar frente a ella y rogar por que su movimiento fallara. Lo hice y continué corriendo hasta el portón, pero no sentía nada tras de mí,  miré atrás y la vi caminar en dirección a mí,  lentamente arrastrando el hacha, su cabello parecía flotar como electrificado cuando comenzó a llorar con gritos desconsolados. Seguí corriendo hasta el portón, me apoyé en la barbacoa sobre la que solían dejar las bolsas de basura y salté hacia el exterior. Recién una vez fuera me di cuenta del terror que inundaba todo mi cuerpo, aún podía escuchar a la niña llorando desconsoladamente,  me agaché y grité con todas mis fuerzas, el grito que casi me desgarra la garganta no era suficiente para quitarme de encima el asco y el horror. Continué gritando mientras me alejaba corriendo del lugar al que seguramente no volvería jamás.

lunes, 30 de junio de 2014

...y me pregunté por qué, acaso tenía miedo de fracasar? Pero yo no sentía que pudiere fracasar, acaso tenía miedo de triunfar?...

Portales

   Hice algunos comentarios en la universidad para buscar una explicación. No podía preguntar "a alguien le ha pasado que cruza un portal a otra dimensión", pero al menos pedí opiniones sobre dimensiones paralelas y sucesos paranormales, fue interesante descubrir que de hecho varios compañeros tenían impresiones qué compartir al respecto. Entre tanto hice un comentario sobre lo bonito que es la calle Nueva York, a ver si alguien hacía alguna mueca que lo delatara, sin embargo mi comentario pasó inadvertido, probé la misma fórmula varias veces y jamás ocurrió nada. No me daba miedo usar esa fórmula, ya que la pregunta "dimensiones paralelas" no tenía nada de raro como inquietud filosófica, y nadie podría notar mi interés en relacionarla con ese lugar específico, no a menos que lo hubieran vivido en carne propia, en cuyo caso no estaba loco. Sin embargo no ocurrió, eso me permitió concluir que yo era el único que estaba cruzando el portal, entonces lo obvio era preguntarme por qué. Podía ser algo que yo estaba haciendo, podía ser algún objeto, material, o conjunto de ellos que estuviese llevando conmigo, podía ser alguna característica mía no perceptible para el ojo humano, lo único que quedaba descartado era que fuera una condición ambiental y que justo en mi paso por el lugar se dieran las condiciones. El hecho de que a nadie más le hubiese pasado indicaba que las probabilidades de caer en condiciones ambientales eran prácticamente nulas para dos veces seguidas, a menos que la condición para cruzar el portal fuese haberlo cruzado antes, en ese caso podría aceptar que la primera vez la ínfima probabilidad hubiese sido mi única oportunidad, y que sólo eso me permitiese seguir cruzando. Sin embargo nada me aseguraba que volvería a llegar a ese lugar.
   En cualquier caso, tomando los argumentos físicos de mis amigos respecto a dimensiones paralelas, la mayoría de estos raciocinios no tenían sustento. Esto me dejaba con algunas opciones, desde lo más probable hasta lo más descabellado:
1) Se trataba de nada más que sueños, lo había soñado y por alguna razón estaba tomando mis sueños por realidad.
2) Coincidencia, Calia era real, Albers también, el gordo también, simplemente había tenido la suerte de conocer a estos extraños sujetos en ese lugar, y sus excentricidades no eran más que eso, excentricidades.
3) Todo se trataba de una alteración en mi cerebro que me estaba haciendo alucinar o inventar recuerdos que en realidad no ocurrieron. En otras palabras, estaba loco, probablemente algún tipo de esquizofrenia paranoide que me tenía envuelto en una especie de historia sobre una realidad alterna para escapar de la realidad.
4) Era todo un único sueño, en realidad aún no había despertado, desde el día que conocí a Calia.
5) Estoy en una de esas tinas de gel a temperatura corporal en los que en ausencia de estímulos uno alucina y a los encargados se les olvidó sacarme.
6) Reservé este espacio para las explicaciones alternativas posibles que no se me hubiesen ocurrido.
7) Es hora de aceptarlo, los portales son reales, al interior de la calle Nueva York, efectivamente, hay una dimensión paralela.
   De una serie de posibilidades ridículas, que se tratara de una dimensión paralela era la más impensable de todas, y sin embargo no podía ser ninguna otra opción, ninguna otra tenía sentido realmente, a este punto ya había descartado todas las demás. Tenía que ser todo real de alguna forma, de lo contrario habría vacíos en la historia, o inconsistencias en mis recuerdos, con eso sólo podían ser la segunda y la séptima opciones. Sin embargo tenía que ser honesto conmigo mismo y descartar la segunda, desde los nombres hasta sus actitudes, no podían ser simplemente inusuales, tenían que ser de un lugar distinto.
...quería tener cientos de personajes, con distintas características, cada uno con sus peculiaridades, que la gente pudiera enamorarse de ellos, tener sus favoritos y sus odiados...


...me di cuenta de que no podía sacar lo que no tenía, en mí había otras cosas, había menos, mucho menos...



...llegó un momento en el que dejé de hacer las cosas que quería hacer, por hacer las cosas que tenía que hacer, y noté que no era un deber, había dejado de hacer las cosas que quería hacer porque no quería hacerlas; los deberes eran sólo una excusa...



...comencé a observar otros artes y otras escrituras, yo quería ser como ellos...



...entendí que no existía una fórmula para el éxito, y eso me alivió enormemente...