domingo, 26 de septiembre de 2010

La venganza

Hay dos tipos de venganza. Básicamente uno es la venganza típica, cuando el sujeto recibe un perjuicio injustificado y busca que originador de ese perjuicio reciba un perjuicio equivalente; y el otro es la venganza moderna cultivada en las mafias donde se hace pagar a alguien por deficultar un acto antiético.

El primer tipo de venganza es suceptible de discusión y si bien probablemente no lo practicaría en la mayoría de los casos, tampoco lo condeno: me es indiferente. (Suponiendo que no queremos entrar en la discusión de casos)

El segundo tipo me parece una aberración absurda. Es un vicio que ha pasado cada vez más desde las películas a formar parte de la vida real, y lo único que consigue finalmente es estancar el desarrollo personal del empleador y ayudar a impedir la prosperidad social.

La mecánica corresponde a una entidad que lleva a cabo alguna o varias acciones desagradables, antiéticas o incluso ilícitas. Más de alguna vez pasa que un tercero ofrece algún riesgo para la actividad. Entonces ocurre la amenaza (que no siempre o pocas veces se concreta, en cuyo caso resulta venganza, sin embargo ya sea que se concreteo no, virtualmente es lo mismo).

No sólo corresponde a mafias, voy a ejemplificar con un caso bastante simple. Mi tío viajaba en el bus y un grupo de flytes escuchaba música por el celular, lo cual la mayoría coincidiremos en que es de mal gusto y bastante desagradable (porque si a todos nos gustara la misma música habría altoparlantes en las calles). Entonces mi tío les dice que su música fuerte es desagradable para los demás y ellos responden no verbalmente, sino amenazándolo con un cuchillo.

Ellos permanecen en su ignorancia, estancan su desarrollo personal y probablemente se vuelven personas más desagradables con el tiempo ya que no tienen la posibilidad de recibir la construcción interpersonal que les ofrece la vida en sociedad. Por cuanto están desprovistos de una buena parte de lo que es la formación en cuanto a hábitos de convivencia. Mi tío pasa un mal rato.

Pero lo que más aborresco es la falta a la ética. Puede no gustarte la política y las leyes, pero la ética es superior y es a lo que se supone que deberías apelar en contra de lo que no te gusta. Un cuchillo funciona como un recurso dialógico seguro que va a superar los recursos orales de tu contraparte, y nadie te va a llamar de estúpido. Pero más que mucha gente a la que sí se lo dijieron, tú te lo ganaste.
El pecho y la espalda me los lavo con jabón.
El poto con shampoo y acondicionador.

miércoles, 15 de septiembre de 2010