domingo, 13 de julio de 2014

Realidad

Esa semana fui todos los días a Nueva York. Me dediqué a caminar muy lentamente, miraba a mis al rededores, buscaba a Calia. Pasé bastante tiempo mirando las tiendas, los edificios, las personas. Al principio evité acercarme a la zapatería, no quería toparme con el gordo ni con el viejo. Reflexioné sobre las pocas veces que había estado en esta dimensión, ya había conocido a tres personas, eso no era común para mí, en general evitaba el contacto humano. Durante esa semana pasé varias horas sentado en un banco, sólo mirando, esto se parecía más a la relación que tenía con varios otros barrios de la ciudad. Había olvidado lo que se sentía, observar a la gente caminando de prisa, nadie me conoce. Sentarme en un mismo lugar varios días y no reconocer a nadie, sólo los edificios, sólo ellos entienden qué es lo que realmente pasa por estas calles.

El viernes de esa semana noté que algo había cambiado, las veces anteriores siempre habría ocurrido algún suceso que yo catalogaría como paranormal, sin embargo esta semana no había ocurrido nada extraño. Entonces comencé a dudar, quizás ahora estaba en Nueva York por primera vez. Se me ocurrió preguntarle a una señora que esperaba su turno junto a un lustrador de zapatos.
-Disculpe, ¿cómo se llama este lugar?
-Ésta es Nueva York, ahí está el metro Universidad de Chile.
¿Sería eso? ¿Acaso aquí terminaban mis viajes fantásticos? Quizás nunca más vería a Calia. En realidad no lo lamentaba mucho, desde el principio me había hecho la idea de que las extrañas ocurrencias no serían más que un sueño pasajero, y que pronto perdería contacto con ello sin saber nunca la verdad detrás de las inusuales conductas de estas personas. Más allá de eso, el personaje que realmente me intrigaba era Héctor Plasma, sabía que lo que había ocurrido era verdad, en algún lugar este espécimen sobrenatural existía. Me apollé en el vidrio de la zapatería, no había nadie. Al mirar adentro sentí algo desagradable, algo no calzaba, pero no sabía exactamente qué. Miré a mi alrededor, lo primero que pensé fue “entré”, pero no, estaba aún en Nueva York, la gente aún caminaba agitada como siempre, el ambiente no había cambiado. Volví a mirar la zapatería, algo estaba fuera de lugar.

No tenía caso seguir pensándolo, las respuestas no estaban aquí, estaban allí. Entonces decidí que no me quedaría de brazos cruzados esperando que las cosas ocurrieran, de ahora en adelante trataría de descifrar exactamente qué estaba ocurriendo y cómo era posible que dos dimensiones distintas existieran en el mismo lugar.

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