jueves, 10 de julio de 2014

Pavor

Estaba teniendo una pesadilla y me desperté en el clímax, probablemente porque estaba demasiado asustado en el sueño, me desperté en un momento en el que me había meado los pantalones (en el sueño) y trataba varias veces de decir una frase pero la voz simplemente no me salía. Cuando me desperté, tenía el cuerpo caliente y rígido, todos mis músculos estaban apretados.
Y pese a todo eso, lo primero que hice una vez que desperté fue algo que nadie imaginará: traté de volver a quedarme dormido para volver a la pesadilla.

En realidad tenía varias razones para volver:

  1. El horror que estaba viviendo en esa pesadilla era perfecto, puede ser difícil de entender, pero insisto en que la mayoría de las emociones, independiente de que sean positivas o negativas, pueden disfrutarse. Y este no era un miedo cualquiera, era un terror de una exquisitez sumamente poco frecuente.
  2. La pesadilla no había terminado, y dentro de mí confiaba en que todavía había manera de dar vuelta las cosas, de lograr que todo lo terrible que estaba pasando en ese momento tuviese un buen desenlace.
  3. En la pesadilla había una niña,  probablemente incluso más aterrada que yo, a la que estaba tratando de salvar, y valía la pena volver con tal de seguir intentando salvarla.
  4. El nivel de detalle y precisión de la pesadilla era espectacular


No logré volver a dormirme y por eso estoy escribiendo esto. Pero me sorprendí a mí mismo con esta valiente reacción.

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