-¿Cómo se
llama este lugar?
-Ra’lla*.
-¿Cómo?
-Ra’lla.
-¿Cómo
escribes eso?
-R-A-‘-L-L-A
Señaló al
cielo, nunca había mirado al cielo, cómo nunca había mirado al cielo: era
morado. Al verlo me congelé, no quería dejarla ver que estaba impresionado,
esto debía ser normal para ella, cambié el gesto con la vista fija arriba, una
vez compuesto volví la cara hacia ella. Ahí estaba esa sonrisa misteriosa, una
mezcla de seriedad madurada en años duros con esa picardía resiliente.
-¿Cómo
sabes que no soy de aquí? ¿Sabes de dónde vengo?
Su gesto
cambió, me miró con sospecha, como si no tuviera derecho a hacer esa pregunta. En
ese preciso momento dejé de verla con los mismos ojos, quién se creía. Noté cómo
su acto misterioso no era más que una forma de dominarme, acaso había notado mi
interés en ella y simplemente estaba aprovechando para sentirse importante. Decir
“no te preocupes, las cosas se van a dar de tal forma” o algo por el estilo,
¿realmente era algo de qué jactarse? Perfectamente podía ser simplemente una
niña tratando de vivir en una dimensión fantástica por no poder afrontar las
limitaciones de la realidad. Me la imaginé esperando sucesos a su alrededor,
simplemente contemplando, maravillada, si nadie podía saber qué esperar, la única
forma de sobreponerse era no esperar nada. Y eso era algo que ella sabía hacer
bien.
Se quedó
mirándome fijamente.
-Roberto,
yo vivo aquí. De dónde vengas y dónde
estás ahora no tiene ninguna importancia.
¿Qué había
querido decir con eso? Esa era su respuesta, en realidad no me lo esperaba. Esperaba
que me dejara en suspenso nuevamente, sin embargo todo lo que hizo fue restarle
importancia a lo que para mí significaba un viaje interdimensional. Era cierto
que su respuesta me había dejado perplejo, pero no confirmaba mis suposiciones,
si eso era lo que quería, su respuesta no era ni obvia ni absurda, es más, me
había dejado perplejo precisamente que no fuese ninguna de ambas.
-Tú me
hiciste una pregunta que tiene una respuesta muy obvia, ¿no?
-Es
cierto.
-¿Soy el único
que ha venido aquí?, ¿Hay alguna razón?, tú sabes la respuesta a cualquiera de
estas preguntas Roberto, me parece que te das cuenta de que todas estas preguntas
se responden por sí mismas.
Era
cierto, no habría motivo para preguntar si ella lo sabía, no había motivo para
preguntar si era el único, no había motivo para preguntar por una razón, más
que el dar por hecho que la respuesta a todas estas preguntas era la misma
afirmativa.
-Pero
entonces, Calia, tú sabes algo, a fin de
cuentas.
-Yo sólo sé que hay algo más allá de Ra’lla.
*[Rala]
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