jueves, 10 de julio de 2014

Sueño 3

Fue muy similar al primer sueño. Estaba en el mismo campo florido, pero esta vez Calia estaba allí desde el principio. Me quedé quieto observando, el ambiente estaba menos vívido y yo no estaba precisamente disfrutando de su presencia. Luego de un rato se volteó, su cara era una mancha negra, no podía verla, pero sabía que era ella. Nuevamente no sentí ánimos de moverme, aunque esta vez simplemente contemplaba la situación con desinterés. Sentí su mirada perdida sobre mí, comenzó a transformarse en un peso que se hacía cada vez mayor, detrás de ella el sol comenzó a oscurecerse hasta que lo único visible en la escena fue su vestido que aún ondeaba. Entonces, como si nada hubiera pasado, se acercó a mí y me saludó amablemente. Su rostro comenzó a hacerse visible y noté cómo sonreía con ligereza, como si da nada hubiera que preocuparse en el mundo. La miré extrañado, pero su gesto no cambió, se quedó con su sonrisa congelada un buen rato. Finalmente comenzó a desvanecerse junto al sol que lentamente desaparecía bajo el interminable campo de flores. Seguí inmóvil esperando al cielo nocturno, sin embargo la escena sólo se oscureció cada vez más hasta que no hubo nada.

-Las lecturas de sus signos son satisfactorias, señor Sailinguer. ¿Cómo se ha sentido?
-Bueno, estuve dormido así que no tengo mucho qué decir. Aunque me siento medio dormido todavía.
-Hm.
Terminó de anotar en su cuadernillo, noté que algo de mi comentario le había molestado. El viejo aún me inspiraba un poco de desconfianza, por lo que me mantuve alerta.

-Es cierto lo que dice, pero no se preocupe, a partir de la cuarta sesión comienzan las variaciones en el tiempo de sueño, eso debería solucionarlo.

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