Ocurrió cerca del año 1200. No se tienen registros exactos sobre el comienzo, pero se sabe que la última década del siglo XII fue una década de gran sequía. Lo único cierto es que en la primera mitad del siglo XIII toda la actividad agricultora y ganadera del planeta se extinguió.
La primera alarma sonó el año 1201 en Sudamérica cuando los precios en las verduras se elevaron súbitamente tras la sequía. En los titulares de ese año y el siguiente pudo leerse cosas tales como "Vuelven las lluvias, pero las verduras no" y "Alzas de hasta 900% en frutas y hortalizas, el pan se eleva hasta un 2'300%".
En otros continentes los cultivos volvieron a proliferar como en épocas anteriores, sin embargo en toda Sudamérica los campos de cultivo simplemente no dieron fruto, fue como si las plantas simplemente se rehusaran a crecer nuevamente, en su lugar proliferó en todos los campos una particular maleza frondosa que rápidamente se esparcía ocupando las tierras agrículas. Algunos agricultores indicaron que daba la impresión de que la malesa ocupara el lugar de los vegetales que habían plantado impidiéndoles crecer, sin embargo la maleza se propagaba liberando diminutas semillas a través de sus delgadas raíces que podían alcanzar varios metros de profundidad, lo que frustró todo intento de eliminarla o purificar la tierra. Para mayor desgracia, pese a los diversos intentos por cocinarla o aliñarla de distintas formas, resultó que no tenía ningún valor nutritivo ni atractivo culinario.
El único beneficio que pudo extraerse de la maleza fue para la industria farmacéutica por sus cualidades curativas, lo que derivó en las pomadas cicatricantes "Coralis", de las que se desprendió finalmente el nombre común por el que más tarde todos conocieron la planta.
Lo curioso fue que la plaga afectó selectivamente los campos de cultivo artificiales, en las reservas naturales, así como serlvas y bosques nativos, el Coralis, o bien no creció, o creció modestamente sin apropiarse de todo el territorio.
Los precios de los vegetales y sus derivados no alcanzaron a bajar en Sudamérica gracias a la importación, antes de que la catástrofe se expandiera. Pese a los rígidos controles fronterizos, al cabo de un par de años la plaga del Coralis ya había infestado el resto del mundo, y en 1211, casi exactamente diez años tras su aparición, desaparecía la actividad agricultora en el mundo con la pérdida de la última reserva artificial de trigo en las faldas de los Himalayas.
Para entonces la actividad ganadera ya sentía el peso de la catástrofe, la mayoría de los animales de ganado, incluyendo todas las especies equinas y bovinas conocidas, se extinguieron antes de 1217. Incontables especies de otros herbívoros se extinguieron también, por lo que pronto el número de especies en cuanto al reino animal mermó de manera importante.
Hacia el año 1225 la población mundial se había reducido en dos tercios, la alimentación provenía casi exclusivamente de insectos y la pesca, que también había disminuído considerablemente sin que fuera conocida una causa para ello.
La esperanza surgió en el sureste asiático, donde una gran colonia de ovejas sobrevivió puesto que pudieron alimentarse de Coralis. No se sabe si debido a ser prácticamente una especie nueva, o si debido a su alimentación a base de Coralis, estas ovejas desarrollaron varias características escencialmente distintas a las de las ovejas comunes. En general el aspecto era el mismo, salvo por un tono ligeramente azulado en su lana y un leve aumento en el tamaño promedio. En cuanto a la lana, no podía usarse para la industria textil, puesto que no sólo era bastante más rígida que la lana común, además tenía la curiosa propiedad de cristalizarse al cabo de pocas horas de ser extraída. Por lo demás, las Crovs, como se les llamó finalmente a las nuevas ovejas, tenían ciclos reproductorios más cortos, lo que permitó reestablecer la actividad ganadera relativamente pronto en el mundo.
Hacia el año 1256 la actividad ganadera ya podía proveer de alimento a la población mundial, que había permanecido hasta entonces en un tercio de su volumen anterior a la extinción, y ésta nuevamente pudo aumentar.
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