miércoles, 3 de junio de 2015

Sueño 6

-Claramente no iba a funcionar. O sea, no es que fuera obvio, pero hubiese sido demasiado fácil…
Andrea y Calia obtuvieron poco de nuestro intento por devolver a Andrea a través del portal, sólo un par de interrogantes nuevas.
-Pero cuando Roberto cruzó, aunque ya no lo estaba tocando, sentí un cosquilleo en la piel, en las manos. Y en las fosas nasales. Fue exactamente mientras Roberto desaparecía frente a mi vista, así que estoy segura de que no es coincidencia.
Calia también había sentido ese cosquilleo varias veces. Lo pensó y supuso que bien podría coincidir con las veces en que yo había dejado Ra’lla, porque definitivamente no le había pasado nunca antes de conocerme. Y el cosquilleo que Calia había sentido había ido propagándose, la primera vez lo sintió en las manos, las fosas nasales y la mejilla, la última vez lo había sentido en todo su cuerpo, incluso le había parecido sentirlo dentro suyo. Lo pensó un poco y se guardó esto para sí misma.

-Señor Sáilinguer, no ha olvidado tomar el medicamento, ¿cierto?
Ahí estaba. Segunda sesión con este misterioso medicamento. La noche previa había sido igual de desagradable que la de la semana anterior. Comenzaba a tener sospechas de este tipo nuevamente, algo sobre el medicamento no me cuadraba, pero a la vez estaba tremendamente emocionado, emocionado por soñar, por descubrir lo que me deparaba el sueño.

Nuevamente el campo florido. Nuevamente sin Calia. Esperé ahí, no me cuestionaba estar soñando, sin embargo incluso así, ya me había acostumbrado. Esperé varios días meditando, hasta que de pronto, al abrir los ojos vi una alargada silueta oscura de pie entre las flores a pocos metros de mí. No sabía cómo ni cuándo había llegado, pero no me importaba. La contemplé un rato, no parecía ser femenina ni masculina, y su oscuridad desentonaba con las flores iluminadas por el son de medio día. Parecía contemplarme de vuelta.
Decidí acercarme, sin saber por qué, probablemente para hablar, sin saber de qué. Al intentar ponerme de pie, este simple acto se me dificultó enormemente, hasta que noté que era la tierra la que sucumbía justo debajo de mí, lentamente cayendo a un vacío subterráneo. La figura permaneció inmóvil mientras yo descendía con el trozo de campo, sólo se inclinó levemente como para intentar ver qué se hallaba debajo.
Finalmente todo se oscureció y sólo quedó el ruido telúrico, cada vez más fuerte, como si cada vez más kilómetros de tierra temblaran con ferocidad. Parecían explosiones, y en realidad lo eran, lo supe cuando una de ellas iluminó el cielo en penumbras. A mi alrededor se erguían algunos edificios mientras otros se desmoronaban, la mayoría eran edificios bajos, de unos cuatro o cinco pisos. En las calles yacían cientos de cadáveres esparcidos heterogéneamente, pero no al azar, por aquí y por allá se veían zonas circulares completamente despobladas de cuerpos y con absolutamente nada de sangre. Sólo eso alcancé a ver en el instante que la explosión iluminó la escena, luego la obscuridad volvió a apoderarse de todo. Seguía escuchando explosiones, o quizás disparos, pero nada de luz. Comencé a caminar tanteando entre los cuerpos, tratando de moverme en dirección a uno de los círculos limpios, cuando algo se desplomó junto a mí azotándome el hombro de pasada. Nuevamente una explosión iluminó en el lugar y pude ver con claridad el sangriento cuadro. Junto a mí yacía el cuerpo mutilado de un ser humanoide de unos cuatro metros sangrando profusamente por la cabeza. La mayor parte de su torso y el brazo derecho habían caído al interior de un círculo limpio, pero lo más extraño era un segundo cadáver, el de una persona a la que me dio la impresión que el gigante había estado sosteniendo con sus manos antes de caer. La mitad de ella apoyada sobre la mano izquierda, pero la otra mitad, que debiera estar asida por la mano derecha del gigante, faltaba, como si se hubiese desintegrado todo vestigio del cuerpo al interior del círculo limpio, sangre incluída.
Al mismo tiempo que las luces se apagaban y la oscuridad se apoderaba del lugar nuevamente, algo o alguien me empujaba en dirección al círculo limpio, y en el momento que supuse que mi carne se desintegraría como la de la persona que acababa de ver, desperté.

A mi alrededor la sala nuevamente desordenada, y yo con un dolor importante en el hombro derecho. Al ver el aparato de mediciones tirado al lado, deduje que al caer me había golpeado el hombro y que eso me llevó a soñar lo que soñé. Pero no podía dejar de preguntarme si es que acaso había sido al revés.

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