2010
Siento envidia y admiración en el ambiente, pero yo soy sólo un neófito y aquí hay incluso algunos rostros de Hollywood. Algunas personalidades importantes se me acercan y se toman fotografìas conmigo, soy una especie de revelación. El evento principal está a punto de empezar, se apagan las luces. Un camarero aprovecha el momento para avisar que aquel caballero rubio, el mudo, ha invitado una ronda de vodka a toda la habitación, los asistentes le dan las gracias. Aprovecho la ocasión para acercarme a él, es una de las pocas personas al rededor de las que me siento cómodo en este lugar. Por un momento pienso, quizás yo también podría invitar una ronda de vodka a toda la habitación, qué pasaría si hiciera algo como eso, probablemente nadie sabría que en ello se iría todo mi capital.
1860
Estoy en el vagón del tren cuando la mujer más hermosa que conozco se acerca a mí. Se inclina y me seduce con su cuerpo entero como si una conexión ulterior entre nosotros dictara que este momento debia llevarse a cabo en cualquier plano de la existencia, "Así que estás escribiendo tu libro, dicen que será un exitazo, qué crees tú?". Yo no lo sé, yo no sé apenas qué hacer en la presencia de esta mujer y su rostro deslumbrante que amenaza con sofocarme bajo el sol del oeste. Se levanta ligeramente la falda y me muestra una pistola, es común llevar pistolas en viajes largo como es común llevar todo tipo de pertenencias en viajes largos.
"Sabes, puedes tener lo que desees, sòlo tienes que tomarlo."
Juntos, ambos con un revólver en cada mano, estamos parados como iguales. No sólo nosotros, por un momento todos en este sucio tren somos iguales. Cuando junté mis ahorros para pagar el pasaje esperaba que este viaje cambiara mi vida, pero no imaginé que sería de esta forma. Me pregunto si está bien, es un tren que toma la clase alta de California para mover sus "negocios" a las nuevas tierras del Este. Sin embargo ya algunas personas me conocen, aunque mi libro no esté terminado, me pregunto si el pañuelo que tengo hasta la nariz es suficiente para esconder mi identidad, no, no puede serlo. Aún así nadie parece reconocerme. No sé si hago esto por el dinero, o si lo hago porque siento que es mi destino, un único destino capaz de producir el deseado desenlace en el que me quedo con esta mujer a mi lado para siempre.
1960
Tomo mi mochila del banco que está frente al taller y le doy las gracias a mi compañero, el gordo. Si él no me hubiese conseguido este trabajo de medio tiempo, jamás hubiese podido juntar lo necesario para dejar este pueblucho y probar suerte con algo mejor. "Tranquilo, la vida empieza aquí mi amigo". Se sienta sobre el capó de un escarabajo amarillo y mira el vidrio de la tienda frente a la banca. Señala mi abrigo viejo, es el mismo que usaba cuando no tenía nada, está demacrado y me recuerda el olor de las calles por la mañana, me muestra una placa de automóvil en la vitrina. "Sabes que cualquiera puede tener una de esas?" Lo observo intrigado. "Claro, puedes simplemente tomar una, por Dios, puedes simplemente tomar un trozo de metal y grabarle los números que quieras encima, el punto es que tener una placa no te va a traer un automóvil" Dice estas últimas palabras daldo un golpecito a la placa del escarabajo con una mano, mientras que desliza la otra por debajo del parachoque y extrae un enorme fajo de billetes, "Echa un vistazo a esto".
"Eh! Jefe! Métase sus motores en el trasero, yo me voy de aquí! Saben qué es esto? Cien mil dólares en efectivo". Me aparto de él mientras lo veo arquear el fajo de billetes y comenzar a despedirlos de a uno por el aire, billetes de 5 y de 10, algunos de 20. El fajo parece infinito en sus manos despidiendo y derrochando billetes, no puede ser que haya juntado esa cantidad de dinero sólo trabajando, es imposible.