Me recordé a mí mismo los Belras entorpeciendo el paso en el metro mientras divagaba con demasiada calma esperando los destellos diurnos que podrían haber aparecido, pero pareció mejor no hacerlo.
Encendí el mp3, las estadísticas sociales y personales mías eran razones más que suficientes para saber a qué atenerme, iba a caminar tranquilo maravillándome siempre menos de lo que veía que de lo que pensaba. Pero tan tranquilo no estuve, excepto por la frase "Nada mejor que mojarse bajo la lluvia que no moja" que daba tumbos al ritmo de mis pasos, estaba decididamente ansioso por revivir un día contigo. Noté cuánto atesoro esos momentos y me repetí, igual que todos los días de la última semana, que por más que haga caso omiso, me encantas. Reviví las conversaciones del último día que estuvimos juntos como suelo hacer, aunque con una concentración que me llegó a impresionar. Hasta que finalmente me detuve en el estanque apoyando mucho más que mi cuerpo en el paraguas, y te escribí en mi mente durante una o dos canciones, un par de versos sin intentar recordarlos.
Mi viaje había concluído. Desamparado de todo rumbo me metí por callejones lindos que me tendieron una mano en ese momento en el que me sentía tan estúpido.
lunes, 7 de septiembre de 2009
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