sábado, 28 de noviembre de 2015
viernes, 27 de noviembre de 2015
Algo pasó, parece
Qué está pasando. La energía se acumula, los destellos se suman en desorden, del núcleo montañoso emerge el corazón de la vida, el centro del universo. Me muero, la energía se concentra y se disipa, el corazón de la vida quiere explotar, quiere romperse, quiere desbordarse, quiere que las cascadas se llenen de colores y los prados de temperaturas dispersas. No se puede borrar el tiempo, no se puede dar marcha atrás, lo hecho es terrible en su espíritu, no se entiende, se pierde. No sé qué pasa, todavía no sé qué pasa. "Pero por la chucha mi negra!" le dice él a ella con terror en la cara, ella tranquila lo mira y se siente zamarreada, quién es quién, sus siluetas se funden en la luz, la luz, la luz se come todo. "Pero negra por la rechucha!" Ella no sabe nada, ella no entiende nada, lo mira, mira el sol, el corazól, el carazón gigante que se esconde hacia afuera, qué desagradable, "NEGRA POR LA CHUCHA QUE SE PIERDE SE ESTÁ PERDIENDO TODO SE ESTÁ ESCAPANDO TODO NEGRA POR LA CRESTA!!", ya sabe, ya sabe, todo el mundo sabe, nadie esta pendiente, pero por favor, obviamente todos saben. El corazón se sale porque está mal, está todo mal, todo equivocado, la negra se derrite y se funde con la tierra, siente que alimenta los retoños de marihuana que crecen camuflados entre las hortencias. Finalmente el corazón explota, explota lentamente, delicadamente, él siente el dolor, disfruta y sufre su dolor y observa, el colarazól se derrile y se mezca con su negra en el suelo, se mezcla con la negra como caquitas de conejo que se mezclan con la tierra, lentito, todo muere, Pero el mundo se alimenta de su muerte, y la humanidad queda en paz.
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estilo escarpado,
Literatura,
Medios de Expresión,
Revolution
sábado, 7 de noviembre de 2015
Copiáceas
En dos días el barrio se va a
desacomodar en el tiempo y hay que prevenirlo. No, ese no era el asunto, el
asunto era por qué, pero había varias cuestiones qué explorar. Lo más relevante
era si podía volver a resetear esos dos días, si era así, tenía una infinidad
de tiempo para explorar todas las cuestiones, a fin de cuentas, al parecer el
único que se movía a través del tiempo era yo. No lo sabía, la cuestión
dependía de qué había viajado en el tiempo y qué significaba viajar en el
tiempo. Si es que era mi conciencia probablemente podría repetirlo varias
veces, pero si era mi cuerpo entero, había dos problemas, el primero es que me
encontraría con otro yo y el segundo, que probablemente el viaje podía hacerse
una sola vez. En todo caso, mientras no tuviera resuelto este asunto, lo
primero era hablar con Andrea.
Les comenté a los togas mis
resultados en lo que podía ser una investigación personal, sin entrar en
detalles sobre cómo había adquirido mi información.
-En realidad no es ningún secreto
que las corporaciones están haciendo uso de fenómenos metafísicos. La cosa
parte por ahí, como te comentaba, nosotros descubrimos este túnel grieta y eso
nos ha dado una mejor idea de las repercusiones que estas tecnologías tienen en
el medio ambiente.
-¿Entonces qué es lo que se sabe?
-Bueno, oficialmente no se sabe
nada, la gente se da cuenta de que hay algo raro…
-¿Así nomás?
-Por ejemplo las copiáceas.
-¡Eso! Por favor Andrea, necesito
que alguien me explique eso de las copiáceas.
-Cierto, para mí fue bien
impactante, creo que ya me he acostumbrado a vivir acá. La copiácea es una
copia de una persona, no es una segunda versión de esa persona, sino que es
como un autómata controlado por la persona original.
Copiácea es como se llama a un
clon humano funcional temporal. Todo empezó como una tecnología médica con la
intención de facilitar la vida y asistir en los procesos de recuperación de
accidentes o enfermedades. La idea original planteaba dos ramas, por un lado
efectuar copias para que éstas realizaran los trabajos pesados o peligrosos,
tales como la minería o construcción, y por otro como una fuente de órganos
para trasplantes, ya que al contar con una copia idéntica de la persona, se
podrían transferir órganos e incluso extremidades desde la copiácea al cuerpo
original. Como en la mayoría de los productos de la ciencia, el gran avance de
las copiáceas no se produjo a partir de la búsqueda por mejorar la calidad de
vida de las personas, sino todo lo contrario. La investigación en copiáceas dio
un salto durante la Gran Guerra, cuando los gobiernos inyectaron recursos para
desarrollar ejércitos desechables que pudieren proteger a la población de forma
más segura. Pronto las copiáceas se instauraron como un mecanismo de guerra,
además se mejoraron procesos de variación en su síntesis, los que permitieron
producir copiáceas con armaduras artificiales a través del mismo cultivo de la
copiácea. Otros avances fueron hechos en cuanto a desempeño, fuerza, velocidad,
sin embargo por más que avanzó en dicha tecnología, los científicos no lograron
superar el acotado límite temporal de las copiáceas, como medida estándar las
copiáceas llegaron a durar dos años en promedio, luego de eso su funcionamiento
decae y van perdiendo operabilidad, por la forma en que decaen, se dice que se marchitan. Se ha logrado ampliar la
durabilidad de una copiácea excepcionalmente a más de cinco años, sin embargo
para lograr dicho resultado el proceso de producción es mucho más engorroso y
costoso, tanto monetariamente como físicamente para la persona de origen, ya
que para producir una copiácea es fundamental amputar parte del cuerpo de la
persona original, claro que con el tiempo también se han mejorado los procesos
por los que se recupera tejido amputado. Finalmente, en la actualidad las copiáceas
son usadas como armas de guerra entre gobiernos y mafias, y como transporte de materiales
en estas últimas, quienes encontraron una utilidad para el fenómeno del
marchitamiento de las copiáceas, ya que les permite transportar elementos
dentro de la constitución de la copiácea, y ésta al marchitarse descubre los
contenidos, como una caja que se abre sola con el tiempo.
-En todo caso, así como me lo estás
explicando no suena ni tan descabellado.
-Yo lo encuentro un poco raro.
-¿Cómo así?
-Fíjate que en nuestra tierra
tenemos tecnología mucho más avanzada que acá en términos generales, por
ejemplo todo lo que son telecomunicaciones en Ra’lla ni pensar.
-Cierto…
-En medicina también se nota, los
procedimientos acá son bastante arcáicos.
-O sea…
-A mí me llama la atención porque
no tiene sentido que con la tecnología que manejan acá puedan hacer clones de
este tipo, o sea, en la tierra apenas estamos yendo un poco hacia allá, ¿o no?
-Claro.
-Entonces a la gente de Ra’lla
también les parece extraño, el salto es demasiado grande, las copiáceas son un elemento de este planeta que
resalta demasiado.
-Bueno. Entonces la conclusión
parece que es que no sabemos nada concreto. Pero tenemos el túnel grieta y las
copiáceas… Y tenemos la idea de que hay empresas grandes que tienen algo que
ver con eso.
Andrea me miró contrariada, al
parecer era cierto, visto de esa forma los Togas no tenían nada, no sabían
nada. Es más, visto de esa forma el mismo túnel grieta podía ser una anomalía
natural y no habría por qué atribuirlo a una conspiración. Probablemente hacer
la vista gorda era lo más sensato, después de todo los Togas llevaban dos años
investigando y sólo tenían la misma intuición que antes, pero más acrecentada.
-¡Qué rabia! Es cierto Roberto,
después de todo este tiempo no hemos podido establecer ninguna conexión real. Claro,
sabemos que el grupo Vaco tiene que ver porque son los que desarrollan las copiáceas,
pero más que eso… ¿Y tú? Llegaste con un montón de información de la nada, ¿hay
algo que no sepamos?
Sí, era sospechoso no darle nada.
-No lo sé. Mira, puede que sea
todo falso, pero por lo que hemos hablado lo más probable es que no. Se me han
estado apareciendo unos sujetos extraños en mis sueños, y me dicen cosas. Ellos
me contaron sobre este estado de cosas en Ra’lla, y a menudo me dicen “hay que
hacer algo entonces, entonces”, como si me hablaran desde otra época. Al
principio pensé que era sólo un sueño, pero se me han aparecido varias veces.
-¿Tipos extraños?
-Uno es muy gordo, como una
guagua gigante, y el otro se teletransporta, o algo parecido. No sé, quizás es
sólo una distorsión del sueño.
-No, eso tiene harto sentido,
Calia te va a decir lo mismo, suena como a ikghurianos.
-¿Los gigantes?
-Debes estar al tanto de la Gran
Guerra, algo me dice que esa historia mítica tiene algo que ver con las
distorsiones espacio-temporales. Los ikghurianos y las copiáceas tienen algo en
común, y este barrio también. Ven esta noche y te lo mostraré.
Andrea y Calia me señalaron un
edificio.
-Mira.
-No veo nada.
-Calma, se te tienen que
acostumbrar los ojos a la oscuridad. Mira las estrellas, hay un momento en el
que se empiezan a multiplicar.
-Este cielo nocturno es un poco más
luminoso que el terrestre.
-Mira de nuevo.
La imagen de las estrellas seguía
pegada en mis ojos, tuve que reconocer que el efecto visual de las estrellas proyectadas
sobre el edificio era bastante ameno. Tras un rato la mayoría de las estrellas dejaron
de proyectarse, pero aún quedaban. Pintítas minúsculas, como esas estrellas que
apenas se alcanzan a ver luego de mirar el cielo nocturno un buen rato, y que
desaparecen momentáneamente al mirar hacia otro lugar. Me sobé los ojos y
escuché unas pequeñas entrerisas.
-Eso es, si quieres mira este
otro edificio, no las vas a ver.
Efectivamente, las estrellas no
se proyectaban sobre el edificio al otro lado de la calle.
-¿Por qué sólo los edificios de
este lado reflejan el cielo? ¿Y qué tiene que ver esto con las copiáceas?
-No es un reflejo de las
estrellas, Roberto, el edificio está brillando. Ese brillo viene del edificio.
Las copiáceas y los ikghurianos producen el mismo destello.
Comencé a mirar a mi alrededor y mi cara de
asombro fue evidente cuando lo noté, toda el área que brillaba era únicamente
el área que se iba a transportar en el tiempo.
lunes, 26 de octubre de 2015
Sueño 8
Abrí
el portón oxidado de la casa antigua, había chatarra en un pasillo sobre el que
se abalanzaba la edificación con sus balcones en varios pisos, como
tambaleante, poniendo todo su esfuerzo contra el tiempo para no desmoronarse.
Crucé el umbral polvoriento del garage, quería evitar el contacto con esa casa
y sus recuerdos en lo posible. Sobre mí se sostenían con dificultad las enormes
y toscas vigas de madera, negras por el incendio que había puesto fin a los
sufrimientos de aquel lugar. Me agaché entre las enormes telarañas, de algunos
huecos en los pilares manaban gusanos muertos, como sangre maldita en los poros
de una historia terrible que sólo yo recordaba. Me aparté de una crisálida
gigante, probablemente estaba incubándose desde hacía siglos, recordaba haberla
visto tal cual en mi niñez, quizás un poco menos brillante que ahora, y aún no
quería saber qué era lo que saldría de ella. Subí las escaleras empinadas al
segundo piso, en el remanso donde me dejaban las comidas aún estaba el sillón
de caucho, estaba con toda su cubierta derretida, se notaba pegajoso todavía a
pesar del polvo. Continué subiendo hasta los áticos donde estaba mi pieza, el
suelo lleno de tierra y ceniza nublaba el aire con cada pisada, activé el
interruptor de la luz y esperé un rato en vano. No quedaba nada, nunca había
habido nada, la cama y un mueble igual de vacíos que antes. En las paredes
llenas de chinches estaban todavía colgadas las miles de siluetas recortadas en
papel blanco, personitas, animales y autitos, único vestigio de pureza en todo
el recinto. Entonces noté algo que no solía estar allí, un recorte de diario,
aunque tenía aspecto antiguo. Me acerqué hasta casi tocarlo con la nariz para
intentar ver de qué se trataba entre la oscuridad, era una foto de una niña con
un vestido negro, acurrucada junto a una cama en la que yacía un adulto
recostado. Con dificultad logré leer solo el titular: "nuevas víctimas, se
hace llamar Susan Black". Por qué estaba ese recorte ahí, la incertidumbre
se llenó de miedo y en el asco de mis recuerdos bajé apresurado la escalera. Al
llegar abajo la vi, apoyada en un hacha junto a la crisálida, una niña
pelirroja de unos nueve años vestida de negro, al levantar su cabeza se posaron
sobre mí dos vacíos que apenas se asomaban entre los paños tiesos y mal pegados
unos con otros, que cubrían su rostro. Se levantó exclamando "soy su
aprendiz, Susan Black!", corrí para pasar por el hueco que quedaba
a su lado, pero me apartó con un feroz movimiento de su hacha que se incrustó
en el pilar, tenía una fuerza extraordinaria. Me quedé pasmado entre las
astillas que volaron mientras retiraba, casi sin esfuerzo, la herramienta
apestosa de sangre oxidada, volvió a exclamar "soy su aprendiz, Susan Black!".
Entonces ella corrió delante de mí hasta el umbral exterior y se paró junto a
él ligeramente agachada y sosteniendo el hacha contra el suelo, como preparada
para cortar un trozo de leña, continuaba repitiendo la misma frase cada vez más
compulsivamente. Sólo corrí, no me lo cuestioné, la única opción de salir
que tenía era pasar frente a ella y rogar por que su movimiento fallara. Lo hice
y continué corriendo hasta el portón, pero no sentía nada tras de mí,
miré atrás y la vi caminar en dirección a mí, lentamente arrastrando el
hacha, su cabello parecía flotar como electrificado cuando comenzó a llorar con
gritos desconsolados. Seguí corriendo hasta el portón, me apoyé en la barbacoa
sobre la que solían dejar las bolsas de basura y salté hacia el exterior.
Recién una vez fuera me di cuenta del terror que inundaba todo mi cuerpo, aún
podía escuchar a la niña llorando desconsoladamente, me agaché y grité
con todas mis fuerzas, el grito que casi me desgarra la garganta no era
suficiente para quitarme de encima el asco y el horror. Continué gritando
mientras me alejaba corriendo del lugar al que seguramente no volvería jamás.
De
pronto dejé de correr y comencé a volar, las calles se ensancharon abriéndome
paso a medida que ganaba altura. Comencé a ver y saber a la vez. Lo sentí, era
un ser omnisciente en Ra’lla, era parte del sueño, pero a la vez no, a la vez
era un recuerdo futuro. Yo no era un “catalizador para detener la revolución”,
yo era la revolución, la revolución estaba ocurriendo al interior de mi cuerpo,
los experimentos de Albers estaban, efectivamente catalizando la revolución,
pero a manera de concentrarla bajo mi voluntad. Sentí que me encontraba
suspendido más allá del tiempo en Ra’lla y pude ver las mafias, pude ver las empresas,
pero no pude ver ni a Albers ni a los togas. La geografía de Ra’lla era muy
similar a la geografía terrestre, y el barrio Nueva York por el que llegaba yo
se encontraba en el mismo lugar que en la tierra, al sur de América. En Asia al
norte de los Himalayas se llevaban a cabo guerras a gran escala y al sur de los
Himalayas, al igual que en Oceanía, las mafias dominaban. Pude ver todo eso en
un instante mientras sobrevolaba Ra’lla. No sabía si estaba soñando o haciendo
uso de las fuerzas sobrenaturales con las que Albers experimentaba, pero tenía una
sensación real y vívida.
Al despertar descubrí que había vuelto dos días
antes de irme a dormir. Debía advertirle a Albers de lo que sucedería, eso me
había dicho él dos días en el futuro. Pero no iba a seguir el plan al pie de la
letra. Ya tenía una idea de lo que estaba pasando en Ra’lla y tenía cartas en
mi mano. Sentí una especie de responsabilidad, yo era el héroe que Ra’lla
estaba esperando. Tenía que seguir con los experimentos de Albers y explorar
hasta dónde me podían llevar. Mientras, debía investigar por qué no había
podido ver nada de Albers ni los togas en mi visión.
De Vuelta
La tierra temblaba, afuera se
escuchaban gritos. Las luces iban y venían, me levanté del sillón de dentista y
me apresuré a la zapatería. Los edificios de enfrente no se movían, pero una
gran grieta se abría paso a lo largo de la calle, en el mismo lugar en el que
estaba cortado el trozo de barrio en mis viajes al futuro. Corrí de vuelta al
laboratorio
-¡No! ¡No! ¡No! ¡Todavía no!
-¡Albers…!
Albers apretaba botones en una
gran máquina instalada en la pared del fondo que antes no estaba ahí. Me daba
la impresión de ser un computador, sin embargo estaba conectado a cuatro
estanques de vidrio a los que llegaban líquidos de distintos colores desde unos
tubos conectados por el suelo.
-¡Albers! Sé lo que está pasando…
-¡Sáilinguer!
Su cara de sorpresa se mezcló por
un momento con preocupación, pero de inmediato volvió a presionar botones. Me
acerqué y lo detuve.
-Albers, sé lo que está pasando,
lo he visto, y tengo una buena idea de lo que estos experimentos son en
realidad.
-No ahora señor Sáilinguer…
-El barrio se está moviendo en el
tiempo. He estado en el futuro.
La impresión en su cara aumentó
-¿¡Qué!? … Qué fecha.
-Cinco años al futuro.
-¿1547?
-Eso, 1547.
-No…
De inmediato dejó de lado la
máquina y se quedó viéndome a los ojos como intentando entender algo con gran
dificultad. Con un lento movimiento instintivo me tomó del brazo, su tono era
una mezcla de alivio y desesperación.
-Tengo una idea, Sáilinguer,
necesito tu ayuda, tienes que soñar de nuevo…
Lo miré con incredulidad y me
zafé enfáticamente.
-Primero me vas a tener que
explicar qué es todo esto.
-¡No hay tiempo! ¡Si este único
edificio se mueve en el tiempo todo está arruinado!
-Yo no sé a quién estoy ayudando,
prefiero arrepentirme por no ayudar que por ayudar a la persona equivocada.
Durante un instante vi nuevamente
un atisbo de desesperación en su cara, pero de inmediato empezó a hablar.
-Entiendo. Mira, no te he sido
del todo sincero. Acá no estamos midiendo el sueño, ni nada de eso. Pero, creo
que ya te habías dado cuenta. Es más, tengo claro que tú no perteneces aquí, mi
suposición es que vienes de una dimensión alterna distante. En fin, lo que no
sabes es que llegas en un momento crucial, en la historia de este mundo, quiero
decir. Desde hace algún tiempo ciertos grupos han comenzado a manipular fuerzas
más allá de lo natural, fuerzas con las que el humano no debería jugar. Pero no
es como suena, no estamos hablando de individuos que manipulan la materia, no
sé cómo ven eso en tu dimensión, pero aquí ya lo superamos, de eso no se habla.
El problema hoy es que el mundo empresarial está avanzando hacia poner estas
fuerzas sobrenaturales al servicio corporativo, y eso es grave ya que las
corporaciones no velan con sentido común, en ellas la volición individual se
ahoga; quiero decir, una empresa llena de personas preocupadas por el medio
ambiente suele terminar produciendo graves daños ambientales de todas formas.
-Suena muy teórico…
-Hay una multinacional farmacéutica
famosa, el Grupo Vaco…
-Hm.
-¿Lo has oído hablar?
-Algo leí por ahí.
-Estos tipos son peligrosos de
verdad, claro, venden muchos remedios útiles, pero si lo ves en perspectiva,
una gran porción de sus avances están teniendo consecuencias terribles por
doquier. Toma las copiáceas por ejemplo, gracias a ellas las mafias en algunos
lugares han conquistado incluso países enteros.
-Eso de las copiáceas, me lo
tienen que explicar mejor en algún momento.
-En fin, lo que estoy haciendo
contigo es que te estoy tratando de usar como un catalizador para detener el
manejo de estas industrias sobre estas fuerzas sobrenaturales.
-Eso… ¿Eso significa que tú vas a
tener el control de esas fuerzas?
Claro, todo se trata de poder,
quizás era cierto que había empresas gobernando más allá de la ciencia, pero qué
seguridad ofrecía dejar descansar esa responsabilidad sobre un individuo, ¿la
pregunta por el mal menor?
-No. Eso significa que nadie va a
tener control, lo que pretendo es neutralizar la revolución.
Inmediatamente supe que mentía,
sin embargo en ese mismo instante tuve la sensación extraña de que debía
seguirle el juego, no era una intuición, era una certeza de que las cosas tenían
que seguir por ese camino, como si ya lo hubiese vivido; tenía la sensación de
recordar ese momento como un déjà vu y saber que aquello era lo adecuado.
sábado, 4 de julio de 2015
Sueño 7
Tercer
sueño de la segunda fase. Me puse a analizarlo. Hasta ahora todos los sueños
tenían algo en común, todos empezaban en el mismo campo florido. Además, cada
sueño era más largo que el anterior, como si hubiese una historia más larga, de
la que iba descubriendo el segmento siguiente cada vez que dormía. Además, los
sueños de la segunda fase tenían un quiebre, y desde cierto punto el sueño
continuaba en un lugar distinto.
El único
sueño que no había seguido estas leyes, en el que me encontraba navegando en el
mar, coincidía con las mediciones insatisfactorias de Albers. Entonces la
historia de mis sueños tenía algo que ver con las mediciones. Por lo tanto mis
sueños en alguna medida dependían del experimento, y para que esto fuera
cierto, era necesario que Albers interviniese de alguna forma en lo que yo
soñaba. Sin embargo la relación provenía desde la primera sesión, de manera que
la forma en que lo hacía no era necesariamente a través de las pastillas.
Aunque las pastillas también habían introducido un cambio, por lo que era
sensato asumir que sí tenían un efecto sobre el sueño, pero además Albers
contaba con otra forma de intervenir, de la cual yo no estaba al tanto. Y por
otra parte, si el contenido de los sueños estaba influenciado por algún factor
del experimento, esto abría la posibilidad de que no era yo quien producía
dicho contenido, es decir, tal vez los sueños no los estaba soñando yo.
La
primera parte del sueño fue igual que las dos anteriores, aparecí en el campo
florido sin que ocurriera mucho, hasta que lentamente se produjo el quiebre.
Esta vez volví al barrio Nueva York destruido. Me apresuré a salir de la
zapatería, el peñasco seguía frente a la puerta y el ventanal estaba roto, las
cosas estaban igual que antes. Sin embargo afuera el polvo se había disipado y
pude ver claramente bajo el brillo tenue de la luna un vasto bosque azulino que
se extendía más allá de unas colinas lejanas.
Busqué a
Romug, el bebé gigante que había visto antes en este sueño, no estaba sentado
en el borde de la calle al menos. Recordé también la figura que me había
empujado antes de despertar. No había mucho lugar donde buscar realmente, el
trozo de calle cubría apenas unos cincuenta metros, y la única entrada que
quedaba en los edificios era la de la zapatería. Ninguno de los dos personajes
estaba ahí. Un ruido entre los árboles me hizo asomarme al borde de la calle,
algo se movía tras unos matorrales, finalmente la gruesa masa de Romug se abrió
paso entre ellos seguido por un alto tipo con afro. Me quedé observando sin
decir nada, parecían avanzar hacia el trozo de calle, el sujeto con afro se veía
más apurado. A medida que se acercaban, registraban el pedazo de ciudad en el
que me encontraba, al posar sus ojos sobre mí me pareció que habían encontrado
lo que buscaban.
Finalmente
llegaron al trozo de manto terrestre que sostenía la calle, me preguntaba cómo
harían para subir, la respuesta me sorprendió. El tipo con afro hizo un ademán
de sujetar a Romug, pese a que definitivamente no tenía la contextura necesaria
para levantarlo, y aunque era muy alto no alcanzaría a simplemente ponerlo
sobre la calle. Sin embargo no lo trató de levantar, en ese momento ambos
desaparecieron por un momento, en el siguiente momento se habían transportado
unos metros más arriba y parecían caer como al dar un leve salto, aterrizando
sobre lo que parecía una plataforma en el aire hecha de luz. Volvieron a
desaparecer y reaparecieron nuevamente de la misma forma unos metros más arriba,
el extraño evento se repitió hasta que volvieron a caer de uno de estos leves
saltos junto a mí.
-Roberto.
-Romug.
-Te
acuerdas de mi nombre.
-Roberto,
así que tú rompiste la caja de tiempo, ¿ah? ¿Y esto es un sueño?
Las
preguntas del afro no me hicieron ningún sentido. Pero tal como lo había
mencionado Romug la vez anterior, comenzaba a sospechar que esto no era un sueño.
-Esto no
es un sueño…
-No, no
es un sueño. Esto es… el futuro.
-¿O sea
que en vez de dormir estoy viajando en el tiempo?
-En
realidad no sabemos por qué crees que estás durmiendo, pero de todas formas, antes
que todo explícanos cómo llegaste aquí.
-Bueno,
no lo sé en realidad. Durmiendo, supongo. Es un experimento, al que voy los
martes, me hacen dormir. Esta es la séptima sesión. Me duermo y sueño, un tipo
toma unos registros de mis ondas cerebrales… o algo así. Las primeras cuatro
veces fui a un campo florido, luego vine aquí, la vez anterior fui a un lugar
que era como un campo de batalla, y ahora de nuevo aquí.
Romug y
el otro sujeto se miraron y parecieron estar de acuerdo, el afro finalmente se
relajó un poco.
-Yo soy
Yureni. Romug y yo somos ikghurianos especiales. Yo tengo la habilidad de
construir espacio temporal, en términos simples. Así fue como nos viste subir
hasta acá.
-Es
cierto que se movieron muy rápido, pero no veo cómo eso los pudo subir hasta acá.
-El
concepto de espacio temporal es complejo si no lo has vivido, especialmente si
sólo puedes vivir el tiempo linealmente, aunque parece que no es tu caso. En
todo caso, lo relevante de esto es que yo construí una barrera temporal alrededor
de 1541 y tú le has hecho tres hoyos.
-¿Tres?
-Dos
viniendo para acá y uno viajando hacia el pasado. Los dos que hiciste para
venir acá los puedo tapar, pero el que hiciste hacia el pasado no puedo
taparlo. Mira, una barrera temporal a grandes rasgos impide que el tiempo pase
efectivamente desde ni más allá de una cierta fecha. Esto no significa que en
ese lapso de tiempo las cosas se congelen, en términos prácticos, pero
dimensionalmente sí.
-¿O sea
que el año 1541 se repite una y otra vez? ¿Pero para qué harías eso?
-No, no
es que se repita, de hecho la barrera no es como una esfera alrededor de ese
año, como creo que te la estás imaginando, más bien es como una barrera plana,
en la que los dos lados están muy separados uno del otro, es más difícil de
explicar. Lo que importa es que no se pueden producir cambios en el tiempo más
allá de ese año. Si lo estás viviendo no lo vas a sentir, el punto es que no
envejeces, pero lo más importante es que nada nuevo puede ocurrir.
-¿Cómo
nada nuevo? ¿No me puedo juntar con alguien que no haya conocido?
-Más
bien, no se te puede ocurrir nada que no hayas pensado antes, y los elementos sólo
se combinan en formas que ya se hayan combinado antes.
-Estoy
entendiendo nada, pero parece como que en realidad no hay gran diferencia, ¿de
todas formas por qué pusiste esa barrera?
-Para
impedir un cambio, pero era lógico que no podía durar. En 1542 se ocurrió algo
no muy bueno, un poder que no existe en la naturaleza, que es la manipulación
temporal. No es lo mismo que hago yo, yo puedo intervenir el tiempo como si
fuese un objeto, pero no puedo cambiar el tiempo en sí mismo, la manipulación
del tiempo que ocurrió en 1542 fue una manipulación del concepto tiempo total,
y la consecuencia fue esto que ves ahora. No sabemos quién lo hizo, pero
probablemente alguien que quería viajar en el tiempo, sin embargo el resultado
no fue ese, el resultado fue que el mundo entero, y quizás más que eso, se hizo
pedazos, y esos pedazos se mezclaron mal. Así quedó este trozo de ciudad de
1542 en este bosque de 1547 por ejemplo.
-Y si no
puedes cambiar el tiempo mismo, ¿para qué te molestaste en poner la barrera? De
todas formas veo que la destrucción quedó de todas formas.
-Es
cierto, en otros casos funciona, el problema es que esta destrucción quedó por
un desorden del tiempo, y mi barrera también es tiempo, es como cortar un incendio
con una barrera de fuego. Pero de algo ha servido, porque tus apariciones acá
no son parte de la catástrofe, o sea, para bien o para mal, algún efecto tiene.
Romug se
había ido a sentar al borde de la calle hacía un rato, Yureni fue a comentarle
algo, me miraron con seriedad.
-Roberto,
hay algo que tienes que ver. No sabemos si significa algo, pero tú estás acá y
puede ser importante.
Yureni parecía
preocupado, como si tuvieran que darme una mala noticia, aunque Romug permanecía
siempre sereno. Los seguí por la calle, al parecer lo que tenían que mostrarme
estaba en el bosque, pero cuando nos acercábamos al borde, de la nada, en un
estallido de luz apareció un corpulento sujeto vestido de blanco, como si
hubiese tomado vuelo saltando desde la nada. Al verlo, Yureni se sobresaltó con
alegría.
-¡Iragok!
-¡Yure!
Iragok era
el hermano de Yureni, y tenía la habilidad de moverse a través de dimensiones. Iragok
había intentado poner dicha habilidad al servicio de Ra’lla con anterioridad,
pero sólo descubrió que cualquier cambio en una dimensión era fútil en la
infinidad de dimensiones paralelas a las que podía acceder, y había llegado a
la conclusión de que su habilidad no tenía utilidad alguna. En ese momento se
encontraba viajando entre dimensiones buscando un lugar mejor o una manera de
llevarse a su hermano con él. Iragok parecía conocer también ese algo que Romug
y Yureni tenían que mostrarme, y también estaba preocupado.
-Pero
algo me extraña, Roberto, he estado en muchas dimensiones, muchas casi idénticas
a ésta, y en ninguna de ellas te he visto a ti.
-Probablemente
es porque yo no soy originario de Ra’lla, llegue a Ra’lla por alguna especie de
portal, quizás desde una dimensión más lejana, yo vengo de la Tierra.
Me
miraron extrañados, tuve que explicar que la Tierra era como nos referíamos al
planeta. Romug me miró con seriedad sin nunca perder el aire sereno.
-Yo no
creo que hayas venido, yo creo que te trajeron, yo creo que el científico que
te mide los sueños fue el que te trajo, y creo que él está detrás de las distorsiones
temporales.
Entonces Yureni me señaló desde el borde de la
calle hacia el bosque, en la penumbra pude ver dos cuerpos inertes, uno tirado
sobre el pecho del otro. Pero antes de enterarme de que esos dos cadáveres eran
el de Albers y el mío, me desperté.
miércoles, 3 de junio de 2015
Sueño 6
-Claramente
no iba a funcionar. O sea, no es que fuera obvio, pero hubiese sido demasiado fácil…
Andrea y
Calia obtuvieron poco de nuestro intento por devolver a Andrea a través del
portal, sólo un par de interrogantes nuevas.
-Pero
cuando Roberto cruzó, aunque ya no lo estaba tocando, sentí un cosquilleo en la
piel, en las manos. Y en las fosas nasales. Fue exactamente mientras Roberto
desaparecía frente a mi vista, así que estoy segura de que no es coincidencia.
Calia también
había sentido ese cosquilleo varias veces. Lo pensó y supuso que bien podría
coincidir con las veces en que yo había dejado Ra’lla, porque definitivamente
no le había pasado nunca antes de conocerme. Y el cosquilleo que Calia había
sentido había ido propagándose, la primera vez lo sintió en las manos, las
fosas nasales y la mejilla, la última vez lo había sentido en todo su cuerpo, incluso
le había parecido sentirlo dentro suyo. Lo pensó un poco y se guardó esto para
sí misma.
-Señor Sáilinguer,
no ha olvidado tomar el medicamento, ¿cierto?
Ahí
estaba. Segunda sesión con este misterioso medicamento. La noche previa había
sido igual de desagradable que la de la semana anterior. Comenzaba a tener sospechas
de este tipo nuevamente, algo sobre el medicamento no me cuadraba, pero a la vez
estaba tremendamente emocionado, emocionado por soñar, por descubrir lo que me
deparaba el sueño.
Nuevamente
el campo florido. Nuevamente sin Calia. Esperé ahí, no me cuestionaba estar
soñando, sin embargo incluso así, ya me había acostumbrado. Esperé varios días
meditando, hasta que de pronto, al abrir los ojos vi una alargada silueta
oscura de pie entre las flores a pocos metros de mí. No sabía cómo ni cuándo
había llegado, pero no me importaba. La contemplé un rato, no parecía ser
femenina ni masculina, y su oscuridad desentonaba con las flores iluminadas por
el son de medio día. Parecía contemplarme de vuelta.
Decidí
acercarme, sin saber por qué, probablemente para hablar, sin saber de qué. Al
intentar ponerme de pie, este simple acto se me dificultó enormemente, hasta
que noté que era la tierra la que sucumbía justo debajo de mí, lentamente
cayendo a un vacío subterráneo. La figura permaneció inmóvil mientras yo descendía
con el trozo de campo, sólo se inclinó levemente como para intentar ver qué se
hallaba debajo.
Finalmente
todo se oscureció y sólo quedó el ruido telúrico, cada vez más fuerte, como si
cada vez más kilómetros de tierra temblaran con ferocidad. Parecían
explosiones, y en realidad lo eran, lo supe cuando una de ellas iluminó el
cielo en penumbras. A mi alrededor se erguían algunos edificios mientras otros
se desmoronaban, la mayoría eran edificios bajos, de unos cuatro o cinco pisos.
En las calles yacían cientos de cadáveres esparcidos heterogéneamente, pero no
al azar, por aquí y por allá se veían zonas circulares completamente
despobladas de cuerpos y con absolutamente nada de sangre. Sólo eso alcancé a
ver en el instante que la explosión iluminó la escena, luego la obscuridad volvió
a apoderarse de todo. Seguía escuchando explosiones, o quizás disparos, pero nada
de luz. Comencé a caminar tanteando entre los cuerpos, tratando de moverme en dirección
a uno de los círculos limpios, cuando algo se desplomó junto a mí azotándome el
hombro de pasada. Nuevamente una explosión iluminó en el lugar y pude ver con
claridad el sangriento cuadro. Junto a mí yacía el cuerpo mutilado de un ser
humanoide de unos cuatro metros sangrando profusamente por la cabeza. La mayor
parte de su torso y el brazo derecho habían caído al interior de un círculo
limpio, pero lo más extraño era un segundo cadáver, el de una persona a la que
me dio la impresión que el gigante había estado sosteniendo con sus manos antes
de caer. La mitad de ella apoyada sobre la mano izquierda, pero la otra mitad,
que debiera estar asida por la mano derecha del gigante, faltaba, como si se
hubiese desintegrado todo vestigio del cuerpo al interior del círculo limpio,
sangre incluída.
Al mismo
tiempo que las luces se apagaban y la oscuridad se apoderaba del lugar
nuevamente, algo o alguien me empujaba en dirección al círculo limpio, y en el
momento que supuse que mi carne se desintegraría como la de la persona que
acababa de ver, desperté.
A mi alrededor la sala nuevamente desordenada, y
yo con un dolor importante en el hombro derecho. Al ver el aparato de
mediciones tirado al lado, deduje que al caer me había golpeado el hombro y que
eso me llevó a soñar lo que soñé. Pero no podía dejar de preguntarme si es que
acaso había sido al revés.
miércoles, 27 de mayo de 2015
Andrea
-Soy Andrea, y vengo del mismo lugar que tú… probablemente.
-¿Providencia?
Sonrió.
-Já, no, Ñuñoa.
-¿Ah sí? Pero parece que llegaste bastante antes que yo.
-Sí, llevo casi un año aquí.
Así que finalmente alguien podía decírmelo concretamente, estábamos en
otra dimensión. Andrea había llegado a Ra’lla de la misma forma que yo,
paseando por el centro de Santiago sin saber cómo, el barrio Nueva York se
había convertido en algo distinto. Sin embargo había una diferencia, ella no
podía volver. Había buscado la forma y no la encontraba. Le comenté cómo era el
asunto para mí, pero ella ya había pasado por ahí varias veces y seguía aquí.
Andrea conoció a Calia en este mismo barrio y entre ambas especularon
sobre el extraño suceso. Calia por su parte no estaba tan sorprendida, le
comentó que hacía un tiempo habían comenzado a manifestarse ciertas
distorsiones espaciales.
Incurrí.
-¿Como cuáles?
-Como donde estamos, por ejemplo. ¿Dónde crees que estamos?
-En un espacio abandonado en el segundo piso del edificio de oficinas.
Pero parece una trampa, ¿acaso me equivoco?
Retrocedió un poco y con cautela retiró un trozo de cartón de una
muralla.
-Mira.
En realidad no sé qué fue lo que vi, calderas y máquinas, por cierto,
pero no tenía idea de qué tipo de industria se trataba. En todo caso teníamos
la vista de un espacio interior gigante en el que algo se estaba produciendo
con líquidos de varios colores llamativos. De cualquier forma, definitivamente
no estábamos en el edificio de oficinas en el barrio Nueva York de Ra’lla, esto
ahí no cabía.
-¿Estamos en una industria de tinturas? Pero, cómo… Hm. Creo que ya
entiendo lo que dices. ¿Pero cómo?
Se apresuró a tapar nuevamente con el cartón.
-Podría ser. El punto es que estamos lejos. Lejos, pero en Ra’lla
todavía.
La luz azul era la principal distorsión de la que Calia hablaba, este
tubo de luz azul funcionaba como un continuo en sí mismo, pero no en la
geografía real, ya que conectaba distintos lugares del planeta como si
estuvieran muy cerca. La otra distorsión importante, era una que conectaba
Ra’lla con la Tierra.
Andrea recorrió Ra’lla varias horas sin entender dónde estaba ni cómo
había llegado ahí. Pidió direcciones, pero nadie parecía saber cómo llegar al
lugar que buscaba. Al principio asumió que la habían drogado y que se
encontraba en otro país, Colombia o México, se le ocurrió pensar. Pero
lentamente se le hizo innegable el hecho de que se había transportado a un
lugar, o de una forma, aún más inaudita. Reflexionó y concluyó que el último
lugar conocido en el que había estado, había sido la calle Nueva York. Decidió
volver y explorar el lugar, ahí conoció a Calia.
-Desde entonces que estoy con los togas.
-¿Togas?
-Dicen que usan toga porque es más cómodo, no les creo nada, para mí que
son una secta rara. Pero el punto es que están investigando las distorsiones
espaciales, así que trabajo con ellos porque parece que es la única forma de
volver.
-¿Y por qué tan escondidos?
-Los togas sospechan que las distorsiones espaciales no son coincidencia,
creen que hay algún tipo de conspiración detrás. De hecho hemos establecido una
relación entre varios de los lugares en los que tiene salida el túnel grieta
con las distorsiones. Por ejemplo esta fábrica, pertenece al grupo Vaco…
-Vaco, me suena…
-Lo habrás leído en el diario. Es una empresa importante en Ra’lla,
industria farmacéutica. Han desarrollado tecnología muy exótica, están metidos
en clonación y ese tipo de cosas. No sabemos exactamente qué hacen aquí, pero
tiene que ver con genética, y hemos notado que mientras más líquido azul usan, las
distorsiones disminuyen, mientras que cuando usan líquido naranjo, que no es
siempre, las distorsiones se acrecientan.
-¿Y cómo miden eso?
-Se puede ver de varias formas, por ejemplo el túnel grieta, cuando
aumenta la distorsión se vuelve más luminoso, y algunas veces se abren salidas
nuevas. Siempre estamos atentos a salidas nuevas, algunos sectores oscuros del
túnel a veces se iluminan como si alguien iluminara con una linterna desde el
otro lado de una tela gruesa, generalmente esos son puntos en los que se va a
abrir una salida nueva. Ahora estamos poniendo ojo en un lugar que no se había
encendido antes, y que se encendió un día en que hubo casi puro líquido azul,
lo que es muy raro.
-Pero ya llevas un año aquí…
-Yo obviamente lo primero que propuse fue mandar cartas, poner quejas,
ese tipo de cosas. Pero la legislación acá es distinta, es troglodita. Las
empresas tienen la libertad de experimentar con lo que se les dé la gana, por
eso en Ra’lla hay tres empresas principales, y esas son la ley al final. Una de
esas es el grupo Vaco.
-Bueno, pero de todas formas deberías probar volver conmigo. Si yo vuelvo
sin problemas, quizás si vas conmigo puedas volver.
-Veámoslo.
viernes, 15 de mayo de 2015
Albers
-¿Cómo va
la cosa?
-Lento,
pero seguro, los sistemas se dañaron bastante.
-Así es,
¿pero lo podemos tener listo de aquí al martes?
-Sí
claro, yo creo que en unos tres días ya va a estar funcionando.
Albers no
podía dejar de sonreír pese a que varios de sus aparatos de medición habían
quedado completamente destruídos tras la quinta sesión de Roberto. La energía
liberada había sido demasiada, pensó, probablemente tendrían el mismo problema
durante al menos dos sesiones más. Pero eso era bueno, por fin había encontrado
un sujeto que respondía bien a las pruebas.
Pensó un
momento en el pasado, cuando vio por primera vez una Coralis. Era muy joven,
pero sabía exactamente lo que significaba, estaba en todas partes, para una
familia de campo como la suya eso no podía significar otra cosa que el fin, y
como estaban las cosas, el fin iba a ser muy pronto. Sus hortalizas ya no tendrían
valor, tan pronto se supiese, llegarían los saqueadores a arrancar lo que
quedara de la que sería la última cosecha de la parcela. Luego nada, tratar de
sobrevivir sin éxito buscando la manera por todas partes, sabiendo que no la
hay. Se hincó frente a la planta y la observó mientras su visión se nublaba con
la frustración que comenzaba a brotarle por los ojos. La maldijo en su mente,
pero no la arrancó, sólo se quedó viéndola por largo rato, pensando. Pensó en
que era el fin, pero no podía ser, tenía que haber alguna opción. En ese
momento surgió su determinación, mientras daba un golpe al suelo lo decidió,
encontraría la forma de dar vuelta la situación.
Desde
entonces pasó varios días observando la planta, ya sabía que no había forma de
digerirla con algún beneficio, así que tenía que buscar otra solución. En ese
momento esta planta era el recurso más abundante del planeta, y si lograba
hacer algo con ella, lo que fuera, iba a poder sobrevivir. La segunda noche,
mientras se acercaba al tallo para olerlo, sin saber exactamente qué podía
obtener de ello, notó que la planta emitía unos brevísimos destellos casi
imperceptibles. Se le ocurrió dejar a la planta sin luz un par de días, la
cubrió por todas partes con papel metálico y esperó. A las pocas horas notó una
gota de líquido turquesa que escurría por una de las hojas, sin descubrirla,
puso varios potes para recolectar el líquido en caso de que se hiciese más
profuso. Tras un par de días la planta había rendido casi medio litro del
misterioso líquido y al parecer ya no producía más, entonces decidió
descubrirla e inspeccionar el estado, pero esperó hasta la noche ya que su
principal curiosidad era comprobar si los destellos persistían. En cambio se
encontró con que la planta completa, desde el tallo hasta cada hoja, se habían
desintegrado. Durante las dos semanas siguientes se dedicó repetir la operación
y recolectar más del líquido turquesa, sin embargo se encontró con que sólo una
de cada diez coralis producían este efecto, mientras que las otras sólo se
tornaban levemente azuladas. Pronto descubrió que no se trataba de diferencias
en las plantas, sino que los coralis sólo brillaban de noche ocasionalmente, y
sólo producían el líquido al cubrirlas cuando hacían esto. Sin embargo Albers
dejó de pensar en ello y se dedicó en adelante a experimentar con el líquido
enigmático que había obtenido de sus pruebas.
El
líquido no tenía olor ni sabor y era ligeramente translúcido. Averiguó que no
tenía sabor ni era venenoso al poner una pequeña cantidad en la sopa de su
hermana, esto nunca nadie lo supo. A lo largo de las siguientes dos semanas
hizo varios experimentos, lo mezcló con tierra, lo cocinó de varias formas, lo
dio a beber a algunos animales, pero no logró ningún efecto positivo. Lo único
que despertó algún interés fue que al sumergir un trozo de Coralis en su época
brillante en el líquido de Coralis, la primera se disolvía rápidamente convirtiéndose
en el mismo líquido. Sin embargo esto no le era de ninguna utilidad, ya que sólo
se quedaba con más del inútil líquido. Otro resultado que lo sorprendió, fue
que el líquido se volvía viscoso al dejarlo al sol, y luego de unos diez días
se tornaba completamente sólido, y bastante duro por lo demás. Sin embargo esto
tampoco podía ser útil, ya que existían otros materiales con el mismo efecto,
pero que se solidificaban mucho más rápido.
Fue sólo
varios meses después, cuando las esperanzas ya estaban perdidas y la dieta de
la familia tenía casi extinto al poco rebaño que les quedaba, que los
experimentos de Albers rindieron frutos. Eran tres ovejas preñadas a las que
Albers trató de distinta forma, a la primera dio de beber líquido de coralis
tres veces al día, a la segunda le untó el mismo líquido en varias partes del
cuerpo cada noche y cada mañana, mientras que a la tercera le dio de comer una
mezcla de su propia lana con el líquido turquesa. Y fue esta última, la que al
dar a luz, descubrió un retoño de particulares características, era casi medio
cuerpo más grande que un corderito recién nacido y exhibía una notoria tonalidad
azul en su pelaje. Pero lo más impresionante, en cuanto pudo morder Coralis,
pareció agradarle, y decidió alimentarse exclusivamente de ella, cosa que ningún
otro mamífero conocido podía hacer.
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