lunes, 26 de octubre de 2015

De Vuelta

La tierra temblaba, afuera se escuchaban gritos. Las luces iban y venían, me levanté del sillón de dentista y me apresuré a la zapatería. Los edificios de enfrente no se movían, pero una gran grieta se abría paso a lo largo de la calle, en el mismo lugar en el que estaba cortado el trozo de barrio en mis viajes al futuro. Corrí de vuelta al laboratorio
-¡No! ¡No! ¡No! ¡Todavía no!
-¡Albers…!
Albers apretaba botones en una gran máquina instalada en la pared del fondo que antes no estaba ahí. Me daba la impresión de ser un computador, sin embargo estaba conectado a cuatro estanques de vidrio a los que llegaban líquidos de distintos colores desde unos tubos conectados por el suelo.
-¡Albers! Sé lo que está pasando…
-¡Sáilinguer!
Su cara de sorpresa se mezcló por un momento con preocupación, pero de inmediato volvió a presionar botones. Me acerqué y lo detuve.
-Albers, sé lo que está pasando, lo he visto, y tengo una buena idea de lo que estos experimentos son en realidad.
-No ahora señor Sáilinguer…
-El barrio se está moviendo en el tiempo. He estado en el futuro.
La impresión en su cara aumentó
-¿¡Qué!? … Qué fecha.
-Cinco años al futuro.
-¿1547?
-Eso, 1547.
-No…
De inmediato dejó de lado la máquina y se quedó viéndome a los ojos como intentando entender algo con gran dificultad. Con un lento movimiento instintivo me tomó del brazo, su tono era una mezcla de alivio y desesperación.
-Tengo una idea, Sáilinguer, necesito tu ayuda, tienes que soñar de nuevo…
Lo miré con incredulidad y me zafé enfáticamente.
-Primero me vas a tener que explicar qué es todo esto.
-¡No hay tiempo! ¡Si este único edificio se mueve en el tiempo todo está arruinado!
-Yo no sé a quién estoy ayudando, prefiero arrepentirme por no ayudar que por ayudar a la persona equivocada.
Durante un instante vi nuevamente un atisbo de desesperación en su cara, pero de inmediato empezó a hablar.
-Entiendo. Mira, no te he sido del todo sincero. Acá no estamos midiendo el sueño, ni nada de eso. Pero, creo que ya te habías dado cuenta. Es más, tengo claro que tú no perteneces aquí, mi suposición es que vienes de una dimensión alterna distante. En fin, lo que no sabes es que llegas en un momento crucial, en la historia de este mundo, quiero decir. Desde hace algún tiempo ciertos grupos han comenzado a manipular fuerzas más allá de lo natural, fuerzas con las que el humano no debería jugar. Pero no es como suena, no estamos hablando de individuos que manipulan la materia, no sé cómo ven eso en tu dimensión, pero aquí ya lo superamos, de eso no se habla. El problema hoy es que el mundo empresarial está avanzando hacia poner estas fuerzas sobrenaturales al servicio corporativo, y eso es grave ya que las corporaciones no velan con sentido común, en ellas la volición individual se ahoga; quiero decir, una empresa llena de personas preocupadas por el medio ambiente suele terminar produciendo graves daños ambientales de todas formas.
-Suena muy teórico…
-Hay una multinacional farmacéutica famosa, el Grupo Vaco…
-Hm.
-¿Lo has oído hablar?
-Algo leí por ahí.
-Estos tipos son peligrosos de verdad, claro, venden muchos remedios útiles, pero si lo ves en perspectiva, una gran porción de sus avances están teniendo consecuencias terribles por doquier. Toma las copiáceas por ejemplo, gracias a ellas las mafias en algunos lugares han conquistado incluso países enteros.
-Eso de las copiáceas, me lo tienen que explicar mejor en algún momento.
-En fin, lo que estoy haciendo contigo es que te estoy tratando de usar como un catalizador para detener el manejo de estas industrias sobre estas fuerzas sobrenaturales.
-Eso… ¿Eso significa que tú vas a tener el control de esas fuerzas?
Claro, todo se trata de poder, quizás era cierto que había empresas gobernando más allá de la ciencia, pero qué seguridad ofrecía dejar descansar esa responsabilidad sobre un individuo, ¿la pregunta por el mal menor?
-No. Eso significa que nadie va a tener control, lo que pretendo es neutralizar la revolución.

Inmediatamente supe que mentía, sin embargo en ese mismo instante tuve la sensación extraña de que debía seguirle el juego, no era una intuición, era una certeza de que las cosas tenían que seguir por ese camino, como si ya lo hubiese vivido; tenía la sensación de recordar ese momento como un déjà vu y saber que aquello era lo adecuado.

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