lunes, 2 de julio de 2018

Serralia

Se la conoce como el dios de los mares, a veces se refiere a ella como Poseidón. La serralia es una enorme serpiente eléctrica de más de ocho metros de diámetro y casi cuatrocientos metros de longitud. De color negro verduzco, su cabeza tiene aproximadamente las mismas dimensiones que una tuna marina, aunque con el hocico bastante más alargado. La serralia se desplaza en actitud alimentaria constante, produce un intenso campo eléctrico permanente que fríe inmediatamente animales menores a su alrededor, se desplaza en vaivén, siempre volviendo sobre su rumbo antes de continuar, para ingerir los animales que deja muertos a su paso. Cuenta con barbas tales como las de los grandes cetáceos, aunque a diferencia de estos últimos, las de la serralia se encuentran unos 80 metros al interior del tracto digestivo, y funcionan como filtro en el sentido opuesto para la colecta de alimento. Los filamentos allí situados son móviles y están ligados a un conducto de escape superior por el que filtran el excedente de agua que ingresa con sus copiosas presas; una vez que la vía de escape ya no recibe flujo de agua, abren el tracto rotando las barbas en sentido posterior, con lo cual la vía de escape queda cubierta, una vez que el alimento ingresa en los intestinos, vuelven a su posición vertical y reinician la colecta. Pese a que jamás despliega conductas agresivas, su avistamiento es altamente temido por los marinos, especialmente los de aquellas grandes embarcaciones metálicas, en las que la cercanía de una serralia indica una muerte segura. Afortunadamente, es poco frecuente verlas en la superficie, y existen ciertas indicaciones para evitar el peligro. Las escasas veces que una serralia emerge a la superficie, tienden a ser para ingerir peces muertos de algún banco muy grande, donde una extensa cantidad de ellos flotó antes de alcanzar a ser ingeridos. Los marinos saben que la vista de un conjunto de pescados flotando en el mar es una señal de alerta de la que deben alejarse. Aunque también existen relatos populares en los que se describía a la serralia como un vicioso demonio antropófago que utilizaba los bancos de peces como carnada para atraer pescadores incautos y devorarlos.

Extraído del índice de bestias Parte I

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