Se la conoce como
el dios de los mares, a veces se refiere a ella como Poseidón. La serralia es
una enorme serpiente eléctrica de más de ocho metros de diámetro y casi
cuatrocientos metros de longitud. De color negro verduzco, su cabeza tiene
aproximadamente las mismas dimensiones que una tuna marina, aunque con el
hocico bastante más alargado. La serralia se desplaza en actitud alimentaria
constante, produce un intenso campo eléctrico permanente que fríe
inmediatamente animales menores a su alrededor, se desplaza en vaivén, siempre
volviendo sobre su rumbo antes de continuar, para ingerir los animales que deja
muertos a su paso. Cuenta con barbas tales como las de los grandes cetáceos,
aunque a diferencia de estos últimos, las de la serralia se encuentran unos 80
metros al interior del tracto digestivo, y funcionan como filtro en el sentido
opuesto para la colecta de alimento. Los filamentos allí situados son móviles y
están ligados a un conducto de escape superior por el que filtran el excedente
de agua que ingresa con sus copiosas presas; una vez que la vía de escape ya no
recibe flujo de agua, abren el tracto rotando las barbas en sentido posterior,
con lo cual la vía de escape queda cubierta, una vez que el alimento ingresa en
los intestinos, vuelven a su posición vertical y reinician la colecta. Pese a
que jamás despliega conductas agresivas, su avistamiento es altamente temido
por los marinos, especialmente los de aquellas grandes embarcaciones metálicas,
en las que la cercanía de una serralia indica una muerte segura. Afortunadamente,
es poco frecuente verlas en la superficie, y existen ciertas indicaciones para
evitar el peligro. Las escasas veces que una serralia emerge a la superficie,
tienden a ser para ingerir peces muertos de algún banco muy grande, donde una
extensa cantidad de ellos flotó antes de alcanzar a ser ingeridos. Los marinos
saben que la vista de un conjunto de pescados flotando en el mar es una señal de
alerta de la que deben alejarse. Aunque también existen relatos populares en
los que se describía a la serralia como un vicioso demonio antropófago que
utilizaba los bancos de peces como carnada para atraer pescadores incautos y
devorarlos.
Extraído del índice de bestias Parte I
Extraído del índice de bestias Parte I
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