Mientras parecía que la discusión
iba a volver a estallar, alguien se aproximaba sin que lo notáramos. Su voz
familiar era lo último que queríamos escuchar en ese momento.
-¿Por qué no le preguntan a
Roberto? Ah Robertito, veo que te guardas bien tus secretos, ¿no?
Al verla todos los togas se
prepararon, como si fueran a comenzar una batalla, afortunadamente nadie prestó
mucha atención a sus palabras, aunque supuse que iba a tener que dar
explicaciones luego, Andrea me observó de reojo, con sospecha, sin dejar de
concentrarse en ella. Jarso se dispuso en frente.
-Calia. Tienes el descaro de
venir aquí…
-¡Suficiente! Me van a dar al
viejo.
Calia tenía algún truco bajo la
manga, no iba a aparecerse sola frente a los togas. Andrea también lo sabía,
era la única que miraba a todos lados buscando algo. Temí que en realidad
viniera sola confiando en haber obtenido los mismos poderes que los
experimentos de Albers me daban en los sueños, si era así bien poco podíamos
hacer contra ella, si acaso era capaz de controlarlos mejor que yo, todo estaba
perdido de antemano. Sabía que tenía que empezar a concentrarme para usarlos
primero, mientras los togas la mantenían ocupada.
-Calia, por qué. Tú debes estar
al tanto de lo que le ha costado Vaco al mundo, no puedo creer que trabajes
para ellos.
-Já. Jarso, monito, por favor. Yo
no trabajo para Vaco. Yo soy Vaco.
-Qué—
Durante un momento el grupo se
quedó en un tenso silencio. La mirada de Calia se posó entonces sobre Andrea
que seguía buscando, cada vez más preocupada. Comenzó a caminar hacia ella,
pero Jarso la detuvo.
-Creo que será mejor que te
vayas.
Los togas permanecían en sus
posiciones, sus músculos más tensos cada segundo. Calia simplemente movió su
dedo en señal de negación, se encontraban a pocos centímetros, a esas alturas
varios togas se preguntaban de dónde provenía su prepotente confianza. Hasta
que desde el túnel tras de ella comenzaron a salir uno tras otro los sujetos de
negro que la acompañaban. Dos decenas de ellos, todos idénticos, la mitad cargando
las mismas varas amarillas que el tipo en la zapatería, la otra mitad sostenía
una especia de rifle metálico en el que se podían observar dos compartimientos de
vidrio en la parte superior, con líquido rosado y amarillo respectivamente.
Sistemáticamente fueron intercalándose en una única línea tras Calia, y
entonces apuntaron sus armas hacia nosotros. Advertí a los togas sobre las lumas
calientes, pero también me preocupaban esos extraños rifles.
Andrea había dejado de registrar
el lugar en silencio y estaba completamente enfocada en Calia y su grupo de
matones. Jarso aún intentaba dialogar con Calia, sin embargo ella insistía en su
interés por Albers, obstinada en que nosotros conocíamos su paradero. Amanísara
había adoptado su forma espectral, el resto de los togas se preparaban para
pelear en distintas posiciones; Chiro se había agachado, como preparándose para
una carrera.
Ignoraba cuántos de los togas eran
ikghurianos, suponía que sólo un par aparte de Chiro y Amanísara, por su
estatura. Aunque Chiro era de estatura promedio, por lo que quizás más de ellos
lo eran. De todas formas no sabía con qué medios contábamos para defendernos, la
situación no parecía estar a nuestro favor. Preferí no actuar de inmediato, ya
que si hacía cualquier cosa, probablemente lastimaría a todos allí. Finalmente
fue Calia quien inició el enfrentamiento, interrumpiendo a Jarso, que aún
intentaba obtener alguna explicación de su parte.
-Bueno, no importa, igual tengo
que deshacerme de todos ustedes.
Diciendo esto se agachó e hizo un
gesto a los sujetos parados tras de ella, que comenzaron a disparar.
-¡HACIA LOS LADOS DE ELLOS!
Mientras que Amanísara se dirigía
hacia los sujetos y Chiro desaparecía como por arte de magia, sin ningún
espacio para escondernos, no nos quedó más opción que seguir la instrucción de
Andrea. En apenas unos segundos nos encontrábamos a ambos extremos de la línea
que habían formado, y los sujetos habían dejado de disparar. No había visto ni
escuchado ningún proyectil de sus armas, pese a ello tres togas habían quedado
tendidos en el suelo manchados de sangre y varios otros se quejaban en
alaridos. Amanísara trataba de acercarse al grupo, amenazante, sin embargo su
forma espectral parecía no protegerla del calor de las varas amarillas que
algunos sujetos movían hacia ella.
Algunas de las plantas de coralis
alrededor de nuestros atacantes se remecían y explotaban, afectando su
capacidad de apuntarnos, aunque sin causar mayor daño. En realidad el único que
resultaba útil era Chiro, que de alguna forma se encontraba en el centro del
grupo de sujetos y con gráciles movimientos los incapacitaba uno por uno. Los
demás nos encontrábamos completamente inútiles. Chiro ya había echado tres al
suelo cuando lo notaron dando saltos de uno a otro, apenas se concentraron en él,
el resto de los togas se dispusieron a atacar. Rápidamente los habían reducido
a todos, resultando sólo uno de nuestro grupo alcanzado por un batazo que le
dejó una fea quemadura en el hombro.
Chiro sostenía a Calia, que con expresión
molesta parecía resignarse mientras Jarso se acercaba. Mientras tanto Andrea
examinaba un rifle.
-¿Por qué decidiste que nos moviéramos
hacia los costados?
-Por la línea que formaron
intercalados, no es una posición normal si vas a disparar. Si formaron una sola
línea significa que estos rifles tienen un rebufo trasero, similar al de
algunas bazucas. Si te fijaste, cuando estuvimos a sus lados dejaron de disparar.
Mira, el rifle tiene dos salidas, sospecho que ambas tienen similar potencia.
Mientras algunos togas ayudaban a
los heridos a incorporarse, otros ya habían constatado las bajas, tres de los
nuestros habían fallecido, los proyectiles invisibles los habían perforado de
un lado al otro. Andrea se reunió con Jarso para interrogar a Calia.
-20 copiáceas de una misma
persona. Creí que el máximo eran tres.
-Podemos hacer mucho más que eso.
Algo de satisfacción en su voz me
produjo una profunda frustración, la habíamos atrapado y podíamos interrogarla,
aparentemente tenía un cargo importante en Vaco, es decir, milagrosamente el
objetivo de los Togas había avanzado muchísimo, aún así no se sentía como una
victoria. Andrea estaba impresionada por la cantidad de copiáceas, hacer tan
solo una era inmensamente costoso, no sólo en términos de recursos, sino que
también en términos físicos para la persona de la que provenía esa copiácea. La
tecnología que Vaco había usado para hacer tantas copiáceas de una persona,
definitivamente estaba muy lejos de lo que se había puesto a acceso del público.
-Pero eso da igual. ¿Has visto lo
que pasa alrededor tuyo? No puedo ser la única que ve algo maravilloso en las
distorsiones espacio temporales. Albers tiene la clave para controlarlas y nuestro
Robertito aquí es la prueba.
-Cuál es tu posición en Vaco.
Calia continuaba su monólogo sin
prestar atención, y Jarso seguía intentando cuestionarla. Yo estaba helado,
simplemente tratando de hacer como si no supera de qué hablaba.
-Albers estaba haciendo pruebas
con nuestra materia prima. Albers y nosotros sabemos que los extractos de
coralis tienen propiedades impresionantes, el problema es cómo aprovecharlos. Finalmente Albers con su experimento logró
enviar a Roberto a través del tiempo, y nosotros seguíamos de cerca el uso de
los fluidos, supusimos que la clave estaba en la proporción que usaba, sin
embargo ¡no da resultado!
Me costaba esconder la impresión,
Andrea se volvió sobre mí.
-Roberto, de qué está hablando.
Me sentía pálido, noté que no
estaba haciendo un buen trabajo en pasar desapercibido.
-Robertín les ha mentido desde
hace rato. Sabe mucho más sobre las distorsiones y Ra’lla que todos ustedes
juntos. Pero no te preocupes Robertín, no vas a tener tiempo para dar explicaciones
de cualquier modo.
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