lunes, 27 de octubre de 2014

La Extinción

   Ocurrió cerca del año 1200. No se tienen registros exactos sobre el comienzo, pero se sabe que la última década del siglo XII fue una década de gran sequía. Lo único cierto es que en la primera mitad del siglo XIII toda la actividad agricultora y ganadera del planeta se extinguió.
   La primera alarma sonó el año 1201 en Sudamérica cuando los precios en las verduras se elevaron súbitamente tras la sequía. En los titulares de ese año y el siguiente pudo leerse cosas tales como "Vuelven las lluvias, pero las verduras no" y "Alzas de hasta 900% en frutas y hortalizas, el pan se eleva hasta un 2'300%".
   En otros continentes los cultivos volvieron a proliferar como en épocas anteriores, sin embargo en toda Sudamérica los campos de cultivo simplemente no dieron fruto, fue como si las plantas simplemente se rehusaran a crecer nuevamente, en su lugar proliferó en todos los campos una particular maleza frondosa que rápidamente se esparcía ocupando las tierras agrículas. Algunos agricultores indicaron que daba la impresión de que la malesa ocupara el lugar de los vegetales que habían plantado impidiéndoles crecer, sin embargo la maleza se propagaba liberando diminutas semillas a través de sus delgadas raíces que podían alcanzar varios metros de profundidad, lo que frustró todo intento de eliminarla o purificar la tierra. Para mayor desgracia, pese a los diversos intentos por cocinarla o aliñarla de distintas formas, resultó que no tenía ningún valor nutritivo ni atractivo culinario.
   El único beneficio que pudo extraerse de la maleza fue para la industria farmacéutica por sus cualidades curativas, lo que derivó en las pomadas cicatricantes "Coralis", de las que se desprendió finalmente el nombre común por el que más tarde todos conocieron la planta.

   Lo curioso fue que la plaga afectó selectivamente los campos de cultivo artificiales, en las reservas naturales, así como serlvas y bosques nativos, el Coralis, o bien no creció, o creció modestamente sin apropiarse de todo el territorio.
   Los precios de los vegetales y sus derivados no alcanzaron a bajar en Sudamérica gracias a la importación, antes de que la catástrofe se expandiera. Pese a los rígidos controles fronterizos, al cabo de un par de años la plaga del Coralis ya había infestado el resto del mundo, y en 1211, casi exactamente diez años tras su aparición, desaparecía la actividad agricultora en el mundo con la pérdida de la última reserva artificial de trigo en las faldas de los Himalayas.
   Para entonces la actividad ganadera ya sentía el peso de la catástrofe, la mayoría de los animales de ganado, incluyendo todas las especies equinas y bovinas conocidas, se extinguieron antes de 1217. Incontables especies de otros herbívoros se extinguieron también, por lo que pronto el número de especies en cuanto al reino animal mermó de manera importante.
   Hacia el año 1225 la población mundial se había reducido en dos tercios, la alimentación provenía casi exclusivamente de insectos y la pesca, que también había disminuído considerablemente sin que fuera conocida una causa para ello.
   La esperanza surgió en el sureste asiático, donde una gran colonia de ovejas sobrevivió puesto que pudieron alimentarse de Coralis. No se sabe si debido a ser prácticamente una especie nueva, o si debido a su alimentación a base de Coralis, estas ovejas desarrollaron varias características escencialmente distintas a las de las ovejas comunes. En general el aspecto era el mismo, salvo por un tono ligeramente azulado en su lana y un leve aumento en el tamaño promedio. En cuanto a la lana, no podía usarse para la industria textil, puesto que no sólo era bastante más rígida que la lana común, además tenía la curiosa propiedad de cristalizarse al cabo de pocas horas de ser extraída. Por lo demás, las Crovs, como se les llamó finalmente a las nuevas ovejas, tenían ciclos reproductorios más cortos, lo que permitó reestablecer la actividad ganadera relativamente pronto en el mundo.
   Hacia el año 1256 la actividad ganadera ya podía proveer de alimento a la población mundial, que había permanecido hasta entonces en un tercio de su volumen anterior a la extinción, y ésta nuevamente pudo aumentar.

Experimento Psi (1)

Lo he visto en los pasillos, a veces sonriente, a veces malhumorado, a veces apurado. He oído muchas cosas sobre él, cosas que veo, cosas que veré, cosas que no veo.
Se sienta con condescendencia, expectante. Algo en él me hace sentir que esto no es una conversación, esto es una batalla. Aquí no hay un intercambio, aquí se lleva a cabo una competencia, de esta sala uno sale vencedor y el otro dominado. Es cierto? Si lo es no puedo perder ni ganar, en ambos casos participaría de un juego que no he venido a jugar. Un minuto de bullicioso silencio acomoda su sonrisa, ha decidido invertir menos esfuerzo que de costumbre en la aquiescencia, es buena señal para mí, me ha subestimado y eso es exactamente lo que necesito.
La primera palabra es crucial, el tono de voz, la velocidad, el volumen, mi postura, todo juega un rol fundamental, si no lo atrapo con la primera palabra será brutalmente difícil que confíe en mí.
Me echo hacia atrás, y lo miro intensamente, no demasiado; reflexiono genuinamente. Me vuelvo a echar hacia adelante apoyándome casualmente sobre un costado y con un tono ligero y seguro.
-Vamos a aclarar antes que todo de qué se trata esto...
Tras un par de segundos veo en su postura la intención de decir algo, pero falta lo más importante, aún no le he hecho saber que mi interés es dejarme a mí mismo fuera combate. Apresuro el discurso brevemente sin cambiar el volúmen, intensifico ligeramente la mirada inclinándome hacia él y salto fuera del cuadrilátero con el sigilo y el desinterés de un gato.

No importa qué quería decirme, se haya ahí solo en una victoria incómoda y luego de sólo un segundo se ha dado cuenta, esto es lo que siempre quiso, no una victoria, no un cadáver ni un séquito junto a él, sino un casillero lleno de espejos en el cual mirarse.

Y así se mira, en mis ojos de espejos, y a través de ellos se dice a sí mismo
-Puedo ser brutalmente honesto, también conmigo mismo.

sábado, 11 de octubre de 2014

La Grieta

   Mientras reflexionaba sobre el extraño y cansador sueño, empecé a preocuparme. Noté cómo los sueños habían estado siguiendo una cierta línea, salvo el caso del sueño distinto en el que según Albers los registros habían salido mal. Además, el último sueño se había quebrado de una extraña forma y esto coincidía con el inicio de la segunda etapa del estudio, tal vez tenía que ver con las pastillas. Entonces recordé las copiáceas, quizás lo que Albers me había dado era esto, aunque no alcanzaba a ser tan desproporcionado como me lo había descrito Calia, decidí preguntarle más al respecto.
   Camino a la Alameda, que desde la fuente siempre se veía vacía, pero que a medida que me acercaba se iba llenando de tráfico, indicándome que volvía al mundo real, en el callejón vi un grupo de jóvenes como de mi edad parados observando una muralla de la que seguían apareciendo más de ellos. Pensé en Héctor Plasma, pero éstos eran de estatura perfectamente normal, incluso algunos bajitos. Segían saliendo de la muralla hasta formar un grupo de unas 12 personas reunidas en un semicírculo. La mayoría estaban vestidos con una especie de tela holgada de colores oscuros, similares a las que usan los krishna o los catecistas a veces, aunque también un par de ellos estaban vestidos con ropas comunes. Como el callejón es pequeño y la mayor parte es visible desde fuera, supuse que no sería raro acercarme a mirar, si era como parecía, en Ra'lla lo sobrenatural era bastante natural.
   Ya llegando al grupo, miré un momento tras de mí, y al volver la cabeza alcancé a ver cómo una figura aparecía justo delante de mí, como venida del cielo, o como saltando desde un segundo piso, pero cayendo sin ningún esfuerzo y casi sin hacer ruido al tocar el suelo. Miré de reojo a ambos lados, en los segundos pisos nada parecía indicar que alguien hubiese estado allí hace segundos, las amplias ventanas, todas cerradas, permanecían inmóviles como si con sus reflejos se negaran a hacer algo, en el exterior, partícipe de sus espacios interiores. Era un adolescente de unos 16 años vestido con una tela morada, un poco más clara que las otras; se quedó ahí parado en frente mío con las manos en la cintura, mirándome fijamente a los ojos como si esperara que le dijera algo. Lo imagino mirando el bowl de piedra relleno con frutos secos con la misma expresión tranquila un instante antes de depositar esos ojos jóvenes llenos de experiencia en el horizonte de un paisaje cordillerano a sus pies cogiendo cada semilla y fruta una a la vez, como si comiera y no lo hiciera a la vez.
   -¡Chiro! Ven para acá.
   Rápidamente se unió al grupo, me volvió a impresionar la ligereza y el sigilo con que se movía, era el más pequeño del grupo. Un par de sujetos se quedaron mirándome de reojo mientras otro que usaba tela burdeo parecía explicar algo.
   Me acerqué sin prestar mucha atención a lo que decían, tratando de echar una mirada a la muralla, al principio parecía una muralla común, pero a medida que sobrepasaba un cierto ángulo pude notar una enorme grieta en ella, por la que sin problemas cabría una persona. No dejaba de ser extraño, qué hacía un grupo de gente reunida al interior de un edificio saliendo por una grieta, lo que es más, no cualquier edificio, sino un imponente edifico de oficinas.
   Finalmente el sujeto de burdeo dejó de hablar y tras un momento de silencio los chicos que lo oían se retiraron hacia Nueva York esparciéndose en distintas direcciones. Me quedé parado incómodamente cruzando una mirada con el sujeto de burdeo, hasta que de pronto comenzó a acercarse a mí.
   -Hola, ¿buscabas a alguien?
   -Eh, no, estem... Sólo miraba, me llamó la atención la Grieta en la pared.
   -Jaja, claro, es una grieta bastante grande, ¿verdad?
   -Sí, digo, salieron como veinte personas de adentro.
   Entonces su mirada cambió, me miró intensamente con incredulidad y de pronto sentí un golpe en las piernas y alguien me tomó por los codos tras la espalda, en cosa de segundos me tenían agarrado con una llave y me hacían caminar de espaldas hacia la grieta. Tras el umbral del edificio todo era penumbra, el sujeto de burdeo y el otro que me llevaba iban delante de mí y no los podía ver, pero no decían una palabra. Un par de metros tras cruzar la grieta nos detuvimos, sentí un golpecito en el suelo y mi captor me giró a tiempo para ver cómo el sujeto de burdeo se elvaba en el aire, entonces me empujó un poco más y comencé a sentir una extraña sensación en mi piel, como si un flujo de aire me recorriera desde los pies a la cabeza, hasta que también nosotros nos elevamos.
   Un par de metros más arriba apareció una tenue luz y vi al sujeto de burdeo parado ahí observando junto a dos otras siluetas en el fonto iluminadas por varias velas dispuestas sobre montones de esperma junto a las paredes. Finalmente pude ver al sigiloso Chiro mientras me arrojaba al suelo delante de nosotros y saltaba junto a mí sin hacer un sonido.
   -¡Roberto!
   -¡¿Calia?!
   La figura oscura se me acercó y me ayudó a pararme, realmente era Calia. Ninguno de los otros pareció inmutarse, la figura del fondo permaneció inmóvil, seguía oscurecida por las velas tras ella.
   -Andrea, él es Roberto, es el nuevo del que te hablé.
   Alcancé a escuchar ese semi suspiro que revela el esbozo de una sonrisa prometedora mientras se levantaba de su banco y se acercaba a mí. Rubia, metro sesenta y poco más. Entre estas mismas velas serviría sobre una pequeña mesa dispuesta descuidadamente frente a un banco el pequeño plato en el que se suceden los pequeños bocados  que en movimientos cortos y precisos hace desaparecer sin quitar la vista de un punto perdido sobre las tenues llamas de la pared de entrada. Sería imposible ver los bocados, pero probablemente los unta con sus palillos en un pequeño pocillo de soya, de manera que no hay gran misterio en lo que come, pese al ritmo que lleva, probablemente disfruta intensamente cada bocado.
   Se acercó y me dio la mano cordialmente aún sonriendo. Entonces Chiro y el otro sujeto se sentaron en el suelo junto al hoyo de la entrada, casi al mismo tiempo al que Calia saltaba hacia él, y se elevaba hasta desaparecer por lo que parecía ser otro hoyo más arriba.

sábado, 4 de octubre de 2014

Hogar

Tres días,
Cuatro semanas,
Cinco meses.
Tuve casa, tuve hogar.
Tuve casa, tuve hogar.
Tuve casa, tuve hogar.
No estoy en casa,
No me siento en casa,
No tengo hogar.
Necesito irme,
Tomar mis pilchas,
Largarme.
Dar un portazo
Y no volver.
Jamás. Pero volver.
Siempre, quedarme.
No irme más.
Pero no sé bien
Qué camino tomar.
Quiero volver,
El hogar me espera,
Pero aún no es tiempo.
Yo lo sé,
Ella también.
Ella es mi hogar,
Donde quiera que esté.

Three days,
Four weeks,
Five months.
I had a place, I had a home.
I had a place, I had a home.
I had a place, I had a home.
This is not my place,
I don't feel at home,
I have no home.
I need to leave,
Take my stuff,
Leave.
Shut the door
And not go back.
Ever. But return.
Ever, to stay.
Never leave.
But i'm uncertain
Which way to go.
I want to go back,
My home awaits,
But it's not time.
This I know.
She knows too.
She's my home,
Wherever I am.