La noche bien puede infiltrarse en mis cavilaciones. El vidrio y el viento en el umbral son lo mismo. La oscuridad afuera amenaza los ojos, pero el corazón sólo en ella es libre de explorar. Mientras esté junto a la luz cálida mis ojos huirán, porque si el cuerpo permanece dentro, mi mente jamás volverá. No hay pasado que recordar, hoy todo es porvenir y se me vacían las manos de ilusiones, la arena es bambú, y el bambú es la liana apasionada que aviva la razón. Los pies húmedos no vacilan y el temor es arma mía que sale disparada de mis ojos y me llena de ímpetu a seguir.
jueves, 25 de marzo de 2010
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