martes, 21 de marzo de 2017

La Inundación

En cuanto Jarso vio cómo las calles cerca del barrio Nueva York se inundaban, intuyó que algo andaba mal con el túnel grieta, supuso que podía estar conectado con la apertura en industrias Vaco, de inmediato se dispuso en dirección al túnel; pero rápidamente Andrea lo sostuvo señalándole los transeúntes que desesperados se subían a cuanto objeto encontraban.
-Cuidado, parece que es un tipo de ácido.
Jarso se inquietó.
-¿Crees que nos encontraron?
-Puede ser, hay que reunir al resto de los togas. Chiro está de guardia ahora, eso es bueno. Que Onon le de una señal para que nos encuentre en el parque forestal tan pronto como tenga toda la información que crea pertinente.

Varias horas más tarde Chiro aún no aparecía. A través de Onon habían confirmado que Chiro ya contaba con la información, pese a eso aún se encontraba haciendo guardia al túnel grieta, que se encontraba tranquilo y que no había sido capturado por nadie. Los poderes telepáticos de Onon sólo permitían la transmisión de ciertos estados generales, por lo que no podían saber más. Sin embargo Andrea tenía sus propias conclusiones.
-Vamos a dispersar la congregación ahora. Jarso me va a acompañar al túnel grieta. Sea lo que sea, no nos han descubierto.
-¿Cómo lo sabes?
-Sólo hay una razón por la que Chiro no dejaría de hacer guardia al túnel en estas circunstancias. Y es que el túnel todavía es nuestro, de lo contrario lo más sensato sería alejarse del lugar. En otras palabras Chiro se encuentra haciendo guardia como de costumbre, y eso significa que podemos acercarnos al túnel grieta en cuanto sea seguro.
Al volver, ya no había líquido por ninguna parte, no se había esparcido ni secado, había desaparecido. Chiro les explicó que el líquido helado había permanecido allí unos cuarenta minutos, y que luego comenzó a desvanecerse rápidamente, y que mientras eso ocurría, el aire se había enfriado también muchísimo, sin embargo había vuelto a la normalidad pocos minutos más tarde.
Desde la azotea de los edificios, Chiro, Jarso y Andrea observaban el barrio, pusieron especial atención en un grupo disperso de sujetos sospechosos que registraban las calles aledañas con especial esmero y hacían preguntas. Probablemente eran de Vaco y buscaban la fuente del líquido rosa, Chiro se sobresaltó cuando abordaron a Fisk, quien engullía una gorda salchicha con mostaza, Chiro sabía que era el único testigo del hecho, sin embargo, y extrañamente para ellos, a pesar de que su aspecto sugería una particular falta de agudeza, el gordo despistaba a sus interlocutores e inmediatamente ingresaba al laboratorio tres de sí, aún masticando su embutido. Al anochecer los sujetos ya habían desistido. Era una gran fortuna la extraña desaparición del líquido, eso había hecho que no pudieran rastrearlo, y en consecuencia no se habían percatado del túnel grieta. Chiro, por otra parte, había presenciado claramente cómo la fuente del suceso manaba desde la grieta.

Pero los togas se encontraban igual de desconcertados, recorrieron todas las aperturas del túnel grieta, y lo único que encontraron fue el cuerpo rígido de Zóhoro medio enterrado en el suelo a unos cien metros del túnel en los campos de Coralis. Parecía haber muerto tratando de cavar un hoyo, en su rostro aún se podía distinguir una severa determinación, la de alguien que hasta el último momento conserva su resolución. Su piel roja se había tornado negra, por lo que concluyeron que la inundación se había originado en ese lugar, y Zóhoro no había sido capaz de resguardarse antes de que la hipotermia lo detuviera. Dos elementos les llamaron especialmente la atención, el primero era que el prado no mostraba ninguna señal de haberse perturbado, se sabía que los Coralis aguantaban las heladas, sin embargo el frío al que habían sido expuestos tenía que ser varias veces más extremo que una simple helada. El segundo fue la rapidez con la que debía haberse producido el fenómeno, para que Zóhoro intentara enterrarse, significa que de un instante a otro se había visto rodeado por el aluvión, no viendo otra salida, también tenía que haber juzgado más rápido enterrarse que desplazarse cien metros hasta el túnel. Esto sólo les permitía concluir que el líquido había aparecido de la nada, tal como se había esfumado luego.

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