Los bolsillos de la chaqueta suelen utilizarse para guardar una limitada gama de objetos por breves períodos de tiempo. Hablo de una gama limitada refiriéndome a que suelen limitarse al celular, las llaves, la billetera y/o las propias manos.
Es un hecho afortunado que la mayoría de las chaquetas cuenten con medidas de seguridad en dichos compartimientos, las cuales generalmente consisten en cierres (más conocidos popularmente como "cierreclét"). Esta característica es afortunada debido a que el desplazarse con los bolsillos abiertos representa un terrible peligro.
Ya sea que los bolsillos contengan algo en su interior o no, la disposición física en la que suelen emplazarse los hace especialmente suceptibles a variaciones en esta condición. Me refiero a que es particularmente fácil para un tercero experimentado, tanto el introducir algo en ellos como extraer algo de los mismos. Sin embargo el mayor riesgo no es simplemente el que ambas contingencias representan por separado, el verdadero peligro está en la incertidumbre dinámica de dicha contingencia. Supongamos que llevo el bolsillo abierto y la última vez que lo comprobé estaba vacío, supongamos también que ha transcurrido una cantidad de tiempo considerable desde dicha comprobación. La mente incauta sugerirá que ante mí se presentan dos simples posibilidades al momento de volver a constatar la situación, y esto no será del todo incorrecto considerando un modelo unidimensional de variables. Sin embargo al introducir una segunda dimensión temporal, el problema toma una perspectiva completamente nueva.
Supongamos que compruebo que el bolsillo está vacío, esto presenta una nueva interrogante: si es que el bolsillo sigue vacío o si es que meramente ha vuelto a estar vacío. Supongamos que por el contrario, compruebo que al interior del bolsillo se encuentra un objeto que anteriormente no estaba, esto también presenta nuevas interrogantes: por ejemplo en qué momento dicho objeto ingresó a mi bolsillo, si es que el objeto a estado en mi bolsillo desde que ingresó a él, y si acaso el presente objeto es el único elemento que ha ingresado a mi bolsillo desde la última vez que revisé.
En palabras simples, a menos que disponga de los medios para, efectivamente, cerrar mi bolsillo, coexistiré con el malestar constante de saber que, a cada paso que doy, el gato de Schrödinger se está meando en mi bolsillo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario