martes, 28 de mayo de 2013

Cómo escuchar November de Max Richter mientras se observa la lluvia

Puede ser ruido gris, la lluvia o la incerteza de la calefacción en ductos ocultos, pero se siente un murmullo agitado que augura la calma ansiosa. La fortuna me provee con un enorme tragaluz conformado por un centenar de vidrios dispuestos uno junto a otro. El primer violín enciende mi pecho y un único vidrio cercano al centro del tragaluz, en el resto de ellos parece no llover. Puedo ver con claridad, en ese único vidrio vivo, las gotas de lluvia, y mi corazón, recién incorporado, se agita de la impresión: Llueve al ritmo de esta canción. El violín apura sus pasos asegurando no caerse en medio de su tambaleo medido, un par de vidrios más se encienden, aquí y allá cae la lluvia siguiendo exactamente la pauta del implacable violín. A medida que se acomoda en la compañía del cello, incesantemente por todas partes, más y más vidrios se animan en su composición y el tragaluz completo quiere desprenderse de sus vigas metálicas y tragarse toda el agua que lo provoca con tosudez.

Por mi mejilla cae el fantasma de una lágrima, todo el espacio entre mi piel y el vidrio tembloroso es vacío, la lluvia está en el cielo y dentro de mí, y entre nosotros nada de humedad cabe con la música desatada.

Un vidrio se apaga y otro revive, me pregunto si la lluvia cae siempre tan desigual como esta canción o si entre ambas penetran mis sentidos para complementarse a favor de esta ilusión. De a poco varios vidrios moribundos se desvanecen mientras la música se agita desesperada tratando de devolverles el ánimo, hasta que es inevitable, y ambas se despiden en la oscuridad.

No hay comentarios.: