Se me ha vuelto a pasar la hora, no quiero dormirme. Quiero quedarme con mis ilusiones vívidas frente a las luces inmortales. Una pantallita que me dice que estoy solo no me importa, puedo escribir, puedo escribirte, no te voy a despertar, puedo escribir. Puedo sacar fotos, puedo escribir, soñar, cantar, gritar porque se me acaban las formas de decir que estoy feliz- que me haces feliz. Así todo no tengo tiempo de ser feliz, la semana clama por mi sangre, pero eres como esos santuarios donde el agua descansa entre los helechos, no me importa, puedo estar en tus manos bonitas esta noche, entre tus plumas y otras cosas, entre sueños y sábanas. Me siento asediado de promesas que me he hecho entre el desconcierto de las obligaciones, pero con mi cara todavía entre tus manos las dejo ir. Un suave olor me llama desde la almohada, el pañuelo más presente que mis pensamientos, sé que en su olor al acostarme encontraré la ilusión de tu ternura, un destello de tu sonrisa, un sobresalto de tu mano perfecta cuando te molesto, de pronto la anestesia de tu silueta y finalmente el arrullo implacable que me duerme desde el corazón como si de pronto bombeara sólo vapor helado por mis venas entumeciéndome hasta las palabras: "Te quiero".
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