martes, 20 de abril de 2010

Hielos en el mar

Metáfora de dialéctica que se me ocurrió incluir en mi protocolo para Filosofía y Psicología

El lenguaje es el mar y en él se encuentran dispersas y revueltas, repetidas infinitamente, las letras del alfabeto en estado líquido sin adoptar una forma particular. De vez en cuando notamos que, si las temperaturas lo permiten, comienzan a aparecer grandes o pequeños trozos de hielo, que son los argumentos, en el mar. Los hielos se forman misteriosamente, lento y en cualquier lugar, muchas veces un argumento se forma en la sima del océano sin ser notado hasta que emerge a la superficie de la conciencia. De esa forma vemos como en el mar aparecen de pronto estos bloques de hielo a la deriva. Sin embargo aquí no termina la historia. Si un hielo permanece en el mar sin ser atendido, inevitablemente será consumido por la erosión del desuso. Es así, que para que un hielo persista en el tiempo, es necesario recordarlo y reforzar su argumento. Además, de vez en cuando dos bloques de hielo a la deriva se encuentran y se enfrentan. Algunas veces ambos resultarán seriamente disminuidos, pero otras acabarán como un gran bloque mayor. Por último, sabemos que las temperaturas en la faz de la tierra no son homogéneas y es así que hacia los polos, donde se encuentran las ciencias duras todas en torno a la matemática, las temperaturas son más frías. Por eso resulta terreno sumamente propicio para la formación de argumentos, claro que por lo mismo, los hielos en los polos ya se han consolidado con gran solidez desde hace muchísimo tiempo. En cambio, hacia los trópicos de las materias humanistas en torno al Ecuador Divino, las temperaturas aumentan y, por más que tratemos de construir argumentos perecederos en estos lugares, debemos aceptar que están destinados a desaparecer dentro de poco tiempo.

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