domingo, 11 de octubre de 2009

Como una metáfora

-Nos tenemos que bajar acá, o no?
-Sí. Eh.. No...
(nos quedamos en el metro, abrazo... algo más que un abrazo... me siento desvanecido)
Me muero, se suponía que esto no iba a pasar nunca, qué pasó? No sé si muevo los labios, lloro o me despierto a mitad de la noche entumecido. Todo se confunde en un vaivén de la expresión dulce de tu voz más dulce cuando no la escucho. Los prejuicios, los reparos... todo lo dejaste en el basurero y así me dices que me exponga, que deje mis asquerosos interiores ventilarse porque eso no importa, lo único que importa es ese destello que se pasea entre tus ojos y los míos y no entiendo nada.

-¿Me creerías si te digo que acabo de ver una estrella fugaz del porte del sol iluminar el cielo de un tono naranjo rosáceo?
-No (se ríe, después de todo... ¿de qué otra forma se queman en el firmamento tres bulliciosas estaciones?)

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