Qué más da, lo que venga será. El
mar se funde en el oro de la vida y la arena y el cielo son amalgama. La seda
del polvo fino se degrada en caricias desde mi piel hasta una única nube,
meollo de la carencia cromática celestial. Por Alá. Es evidente que no existe
el azar, Dios me dio esta piel morena para ser tronco y arena, y si algún día
viajo a Italia, se la habrá dado a mis hijos para que ellos la conviertan en
condimento y salsa.
(Fragmento de mi cuarto libro. Sí, no he terminado el tercero y ya empecé el cuarto y qué tanto?)