Romug observa el horizonte rojizo,
sereno. Observa desde el futuro, sin embargo lo que observa no es el pasado, él
no cuenta con esa facultad, es más bien un estado de calma interior lo que le
permite comunicarse con el cosmos. Romug no tiene un poder especial que le
permita conocer el pasado, cualquiera podría acceder al mismo conocimiento que
él, cualquiera que se hubiese visto forzado por las circunstancias, tal como
él. Mientras observa el horizonte nota una perturbación en la historia, una
perturbación que proviene desde el pasado, no está en sus sentidos, no está en
su percepción, es una noción, una cognición, casi como una conclusión
inexorable a la que ha llegado a través de la reflexión contemplativa en su
eterna meditación.
Junto a él Yureni se hace
acreedor de la misma información, Yureni sí puede sentirlo, su capacidad para
manipular el espacio temporal se lo permite. Lo siente en su cuello
y en la parte superior de sus brazos; la historia está cambiando. Recién
entonces Yureni pierde su vista en el mismo horizonte que contempla su
compañero.
-Es difícil de explicar, pero…
Yureni observa a Romug, él no le
da una señal, él permanece siempre sereno, es más bien ella misma quien se da
cuenta de la futilidad de sus palabras.
-Ya lo sabes, ¿verdad?
-Sí. La historia está cambiando.
-Así es, está ocurriendo hace
unos cinco años, en la época de la que viene Roberto. El presente y el pasado
están conectados, por eso, aunque los cambios ocurren hace cinco años, podemos
sentir el momento en el que nuestro presente cambia.
Romug no sabía esto, aun así
permanece sereno. Yureni sólo puede preguntarse si es que él sabía esto o no.
De todas formas algo en la calma del hombre bulto resulta contagioso, Yureni
pronto estima que la misma pregunta es irrelevante.
-Es un cambio menor, no es el
evento que ocasionó la colisión de segmentos de Ra’lla en en este lugar y
tiempo. ¿Qué crees?
-¿Te has preguntado por qué estás
aquí, Yureni?
-¿A qué te refieres?
-Si algún día los problemas de
Ra’lla se solucionan, en el curso de las cosas. Yo desapareceré. Yo no soy un
problema en Ra’lla, técnicamente. Si entiendes lo que quiero decir. Yo estoy
aquí hoy, soy joven trescientos años después de mi nacimiento, es por eso que
no existo en la época de la catástrofe espacio-temporal; antes-durante la catástrofe,
yo vivía tan tranquilamente como ahora en este bosque. Pero tú Yureni, ¿qué
haces aquí?
-Entiendo lo que quieres decir. Y
puedo sentirlo también, cada vez que toco el tiempo en este lugar, es cierto.
Todas las cosas y todos los tiempos que yacen aquí, incluso los cadáveres de
Roberto y el otro sujeto, todo está relacionado, todo está unido por un
argumento temporal. Pero no es mi caso, yo no estoy aquí producto de las
circunstancias, más bien todo lo contrario; yo estoy aquí como reacción a las
circunstancias. Yo misma me traje a este lugar, y es por lo mismo que no formo
parte de la época de la catástrofe, aunque sí existo en ella.
-En algo te equivocas, que estés
acá no es coincidencia. Tienes un rol qué jugar en todo esto, algo te une a
este tiempo así como tú unes este tiempo con algo.
Tras ellos se aproximan Iragok,
Iragok, Iragok e Iragok; vienen desde otra dimensión, todos lucen idénticos,
salvo ciertas diferencias en su atuendo. Yureni observa confusa, casi asustada,
hasta que uno de ellos explica.
-Hermana, no he encontrado una
dimensión ideal. En mis viajes he llegado a aprender que incluso las realidades
más utópicas están atravesadas por profundas conflictivas. Pero como ves,
he—hemos descubierto algo. Desde distintas dimensiones podemos unir fuerzas.
-Hermano…
Ambos se abrazan, Yureni extiende
su mano hacia los otros Iragoks, atribulada.
-En fin, sólo veníamos a darte la
noticia, creo que grandes cosas nos esperan, la unión hace la fuerza. ¡Tú me
decías eso cuando chico!
Ella permanece perpleja
observando cómo un vestigio de luz es el único testigo de la desaparición de
sus hermanos hacia otra dimensión. El último de ellos, vistiendo lanas
coloridas, algo inusual para su hermano, se voltea antes de desvanecerse.
-Hermana, para todos nosotros eres
tan hermana como la nuestra.