miércoles, 27 de mayo de 2015

Andrea

-Soy Andrea, y vengo del mismo lugar que tú… probablemente.
-¿Providencia?
Sonrió.
-Já, no, Ñuñoa.
-¿Ah sí? Pero parece que llegaste bastante antes que yo.
-Sí, llevo casi un año aquí.
Así que finalmente alguien podía decírmelo concretamente, estábamos en otra dimensión. Andrea había llegado a Ra’lla de la misma forma que yo, paseando por el centro de Santiago sin saber cómo, el barrio Nueva York se había convertido en algo distinto. Sin embargo había una diferencia, ella no podía volver. Había buscado la forma y no la encontraba. Le comenté cómo era el asunto para mí, pero ella ya había pasado por ahí varias veces y seguía aquí.
Andrea conoció a Calia en este mismo barrio y entre ambas especularon sobre el extraño suceso. Calia por su parte no estaba tan sorprendida, le comentó que hacía un tiempo habían comenzado a manifestarse ciertas distorsiones espaciales.
Incurrí.
-¿Como cuáles?
-Como donde estamos, por ejemplo. ¿Dónde crees que estamos?
-En un espacio abandonado en el segundo piso del edificio de oficinas. Pero parece una trampa, ¿acaso me equivoco?
Retrocedió un poco y con cautela retiró un trozo de cartón de una muralla.
-Mira.
En realidad no sé qué fue lo que vi, calderas y máquinas, por cierto, pero no tenía idea de qué tipo de industria se trataba. En todo caso teníamos la vista de un espacio interior gigante en el que algo se estaba produciendo con líquidos de varios colores llamativos. De cualquier forma, definitivamente no estábamos en el edificio de oficinas en el barrio Nueva York de Ra’lla, esto ahí no cabía.
-¿Estamos en una industria de tinturas? Pero, cómo… Hm. Creo que ya entiendo lo que dices. ¿Pero cómo?
Se apresuró a tapar nuevamente con el cartón.
-Podría ser. El punto es que estamos lejos. Lejos, pero en Ra’lla todavía.
La luz azul era la principal distorsión de la que Calia hablaba, este tubo de luz azul funcionaba como un continuo en sí mismo, pero no en la geografía real, ya que conectaba distintos lugares del planeta como si estuvieran muy cerca. La otra distorsión importante, era una que conectaba Ra’lla con la Tierra.

Andrea recorrió Ra’lla varias horas sin entender dónde estaba ni cómo había llegado ahí. Pidió direcciones, pero nadie parecía saber cómo llegar al lugar que buscaba. Al principio asumió que la habían drogado y que se encontraba en otro país, Colombia o México, se le ocurrió pensar. Pero lentamente se le hizo innegable el hecho de que se había transportado a un lugar, o de una forma, aún más inaudita. Reflexionó y concluyó que el último lugar conocido en el que había estado, había sido la calle Nueva York. Decidió volver y explorar el lugar, ahí conoció a Calia.
-Desde entonces que estoy con los togas.
-¿Togas?
-Dicen que usan toga porque es más cómodo, no les creo nada, para mí que son una secta rara. Pero el punto es que están investigando las distorsiones espaciales, así que trabajo con ellos porque parece que es la única forma de volver.
-¿Y por qué tan escondidos?
-Los togas sospechan que las distorsiones espaciales no son coincidencia, creen que hay algún tipo de conspiración detrás. De hecho hemos establecido una relación entre varios de los lugares en los que tiene salida el túnel grieta con las distorsiones. Por ejemplo esta fábrica, pertenece al grupo Vaco…
-Vaco, me suena…
-Lo habrás leído en el diario. Es una empresa importante en Ra’lla, industria farmacéutica. Han desarrollado tecnología muy exótica, están metidos en clonación y ese tipo de cosas. No sabemos exactamente qué hacen aquí, pero tiene que ver con genética, y hemos notado que mientras más líquido azul usan, las distorsiones disminuyen, mientras que cuando usan líquido naranjo, que no es siempre, las distorsiones se acrecientan.
-¿Y cómo miden eso?
-Se puede ver de varias formas, por ejemplo el túnel grieta, cuando aumenta la distorsión se vuelve más luminoso, y algunas veces se abren salidas nuevas. Siempre estamos atentos a salidas nuevas, algunos sectores oscuros del túnel a veces se iluminan como si alguien iluminara con una linterna desde el otro lado de una tela gruesa, generalmente esos son puntos en los que se va a abrir una salida nueva. Ahora estamos poniendo ojo en un lugar que no se había encendido antes, y que se encendió un día en que hubo casi puro líquido azul, lo que es muy raro.
-Pero ya llevas un año aquí…
-Yo obviamente lo primero que propuse fue mandar cartas, poner quejas, ese tipo de cosas. Pero la legislación acá es distinta, es troglodita. Las empresas tienen la libertad de experimentar con lo que se les dé la gana, por eso en Ra’lla hay tres empresas principales, y esas son la ley al final. Una de esas es el grupo Vaco.
-Bueno, pero de todas formas deberías probar volver conmigo. Si yo vuelvo sin problemas, quizás si vas conmigo puedas volver.

-Veámoslo.

viernes, 15 de mayo de 2015

Albers

-¿Cómo va la cosa?
-Lento, pero seguro, los sistemas se dañaron bastante.
-Así es, ¿pero lo podemos tener listo de aquí al martes?
-Sí claro, yo creo que en unos tres días ya va a estar funcionando.
Albers no podía dejar de sonreír pese a que varios de sus aparatos de medición habían quedado completamente destruídos tras la quinta sesión de Roberto. La energía liberada había sido demasiada, pensó, probablemente tendrían el mismo problema durante al menos dos sesiones más. Pero eso era bueno, por fin había encontrado un sujeto que respondía bien a las pruebas.
Pensó un momento en el pasado, cuando vio por primera vez una Coralis. Era muy joven, pero sabía exactamente lo que significaba, estaba en todas partes, para una familia de campo como la suya eso no podía significar otra cosa que el fin, y como estaban las cosas, el fin iba a ser muy pronto. Sus hortalizas ya no tendrían valor, tan pronto se supiese, llegarían los saqueadores a arrancar lo que quedara de la que sería la última cosecha de la parcela. Luego nada, tratar de sobrevivir sin éxito buscando la manera por todas partes, sabiendo que no la hay. Se hincó frente a la planta y la observó mientras su visión se nublaba con la frustración que comenzaba a brotarle por los ojos. La maldijo en su mente, pero no la arrancó, sólo se quedó viéndola por largo rato, pensando. Pensó en que era el fin, pero no podía ser, tenía que haber alguna opción. En ese momento surgió su determinación, mientras daba un golpe al suelo lo decidió, encontraría la forma de dar vuelta la situación.
Desde entonces pasó varios días observando la planta, ya sabía que no había forma de digerirla con algún beneficio, así que tenía que buscar otra solución. En ese momento esta planta era el recurso más abundante del planeta, y si lograba hacer algo con ella, lo que fuera, iba a poder sobrevivir. La segunda noche, mientras se acercaba al tallo para olerlo, sin saber exactamente qué podía obtener de ello, notó que la planta emitía unos brevísimos destellos casi imperceptibles. Se le ocurrió dejar a la planta sin luz un par de días, la cubrió por todas partes con papel metálico y esperó. A las pocas horas notó una gota de líquido turquesa que escurría por una de las hojas, sin descubrirla, puso varios potes para recolectar el líquido en caso de que se hiciese más profuso. Tras un par de días la planta había rendido casi medio litro del misterioso líquido y al parecer ya no producía más, entonces decidió descubrirla e inspeccionar el estado, pero esperó hasta la noche ya que su principal curiosidad era comprobar si los destellos persistían. En cambio se encontró con que la planta completa, desde el tallo hasta cada hoja, se habían desintegrado. Durante las dos semanas siguientes se dedicó repetir la operación y recolectar más del líquido turquesa, sin embargo se encontró con que sólo una de cada diez coralis producían este efecto, mientras que las otras sólo se tornaban levemente azuladas. Pronto descubrió que no se trataba de diferencias en las plantas, sino que los coralis sólo brillaban de noche ocasionalmente, y sólo producían el líquido al cubrirlas cuando hacían esto. Sin embargo Albers dejó de pensar en ello y se dedicó en adelante a experimentar con el líquido enigmático que había obtenido de sus pruebas.
El líquido no tenía olor ni sabor y era ligeramente translúcido. Averiguó que no tenía sabor ni era venenoso al poner una pequeña cantidad en la sopa de su hermana, esto nunca nadie lo supo. A lo largo de las siguientes dos semanas hizo varios experimentos, lo mezcló con tierra, lo cocinó de varias formas, lo dio a beber a algunos animales, pero no logró ningún efecto positivo. Lo único que despertó algún interés fue que al sumergir un trozo de Coralis en su época brillante en el líquido de Coralis, la primera se disolvía rápidamente convirtiéndose en el mismo líquido. Sin embargo esto no le era de ninguna utilidad, ya que sólo se quedaba con más del inútil líquido. Otro resultado que lo sorprendió, fue que el líquido se volvía viscoso al dejarlo al sol, y luego de unos diez días se tornaba completamente sólido, y bastante duro por lo demás. Sin embargo esto tampoco podía ser útil, ya que existían otros materiales con el mismo efecto, pero que se solidificaban mucho más rápido.

Fue sólo varios meses después, cuando las esperanzas ya estaban perdidas y la dieta de la familia tenía casi extinto al poco rebaño que les quedaba, que los experimentos de Albers rindieron frutos. Eran tres ovejas preñadas a las que Albers trató de distinta forma, a la primera dio de beber líquido de coralis tres veces al día, a la segunda le untó el mismo líquido en varias partes del cuerpo cada noche y cada mañana, mientras que a la tercera le dio de comer una mezcla de su propia lana con el líquido turquesa. Y fue esta última, la que al dar a luz, descubrió un retoño de particulares características, era casi medio cuerpo más grande que un corderito recién nacido y exhibía una notoria tonalidad azul en su pelaje. Pero lo más impresionante, en cuanto pudo morder Coralis, pareció agradarle, y decidió alimentarse exclusivamente de ella, cosa que ningún otro mamífero conocido podía hacer.