Salgo de mi casa. Esa parte nunca la he contado, pero es súper heavy, porque con lo primero que me topo es una puerta. Es como una advertencia divina que se pone en frente y te dice "piénsalo, esta barrera está aquí por algo, arrepiéntete". Pero ya filo, me animo y la abro y sigo adelante. Cruzo el patio delantero y llegando al final pasa algo súper cuático. Otra puerta, la de la reja, es como si el destino me dijiera "Weón, devuélvete, te doy una segunda oportunidad de arrepentirte!" Finalmente logro salir de mi casa, no sin estar muerto de miedo luego de descubrir que tengo TODO en mi contra. Cierro la reja y aprovecho de sacarle pica al perro porque se quedó adentro y me mira terrible de picao porque soy libre y él no. Pero le digo que no se preocupe, que algún día todos vamos al cielo y somos libres y felices, y le digo que ahí hay caleta de gatos para que los cace y se los coma (Eso es mentira, pero a él le gusta).
De alguna u otra forma logro llegar al paradero. Espero un rato que es una de las mejores partes de la travesía porque estoy con pura gente que no conozco esperando la micro. Es como si todo el mundo se pusiera de acuerdo por un bien común, onda Nunca nos habíamos visto, pero igual el fin de tomar la micro hace que unamos fuerzas por un mundo mejor. Me subo y me llevo una terrible sorpresa, Santiago ya no es más lo mismo que antes. Me voy veinte días y todo cambió, ahora... el pasaje vale 400(escolar)!!! Es horrible, siento que el mundo se me cae, no puedo creer mis ojos. La guata de la señora que tengo pegada atrás me devuelve a la realidad y sigo caminando decepcionado.
A ver si mi experimento funciona, ustedes díganme. (Nueva sección "Descripciones")
