Tercer
sueño de la segunda fase. Me puse a analizarlo. Hasta ahora todos los sueños
tenían algo en común, todos empezaban en el mismo campo florido. Además, cada
sueño era más largo que el anterior, como si hubiese una historia más larga, de
la que iba descubriendo el segmento siguiente cada vez que dormía. Además, los
sueños de la segunda fase tenían un quiebre, y desde cierto punto el sueño
continuaba en un lugar distinto.
El único
sueño que no había seguido estas leyes, en el que me encontraba navegando en el
mar, coincidía con las mediciones insatisfactorias de Albers. Entonces la
historia de mis sueños tenía algo que ver con las mediciones. Por lo tanto mis
sueños en alguna medida dependían del experimento, y para que esto fuera
cierto, era necesario que Albers interviniese de alguna forma en lo que yo
soñaba. Sin embargo la relación provenía desde la primera sesión, de manera que
la forma en que lo hacía no era necesariamente a través de las pastillas.
Aunque las pastillas también habían introducido un cambio, por lo que era
sensato asumir que sí tenían un efecto sobre el sueño, pero además Albers
contaba con otra forma de intervenir, de la cual yo no estaba al tanto. Y por
otra parte, si el contenido de los sueños estaba influenciado por algún factor
del experimento, esto abría la posibilidad de que no era yo quien producía
dicho contenido, es decir, tal vez los sueños no los estaba soñando yo.
La
primera parte del sueño fue igual que las dos anteriores, aparecí en el campo
florido sin que ocurriera mucho, hasta que lentamente se produjo el quiebre.
Esta vez volví al barrio Nueva York destruido. Me apresuré a salir de la
zapatería, el peñasco seguía frente a la puerta y el ventanal estaba roto, las
cosas estaban igual que antes. Sin embargo afuera el polvo se había disipado y
pude ver claramente bajo el brillo tenue de la luna un vasto bosque azulino que
se extendía más allá de unas colinas lejanas.
Busqué a
Romug, el bebé gigante que había visto antes en este sueño, no estaba sentado
en el borde de la calle al menos. Recordé también la figura que me había
empujado antes de despertar. No había mucho lugar donde buscar realmente, el
trozo de calle cubría apenas unos cincuenta metros, y la única entrada que
quedaba en los edificios era la de la zapatería. Ninguno de los dos personajes
estaba ahí. Un ruido entre los árboles me hizo asomarme al borde de la calle,
algo se movía tras unos matorrales, finalmente la gruesa masa de Romug se abrió
paso entre ellos seguido por un alto tipo con afro. Me quedé observando sin
decir nada, parecían avanzar hacia el trozo de calle, el sujeto con afro se veía
más apurado. A medida que se acercaban, registraban el pedazo de ciudad en el
que me encontraba, al posar sus ojos sobre mí me pareció que habían encontrado
lo que buscaban.
Finalmente
llegaron al trozo de manto terrestre que sostenía la calle, me preguntaba cómo
harían para subir, la respuesta me sorprendió. El tipo con afro hizo un ademán
de sujetar a Romug, pese a que definitivamente no tenía la contextura necesaria
para levantarlo, y aunque era muy alto no alcanzaría a simplemente ponerlo
sobre la calle. Sin embargo no lo trató de levantar, en ese momento ambos
desaparecieron por un momento, en el siguiente momento se habían transportado
unos metros más arriba y parecían caer como al dar un leve salto, aterrizando
sobre lo que parecía una plataforma en el aire hecha de luz. Volvieron a
desaparecer y reaparecieron nuevamente de la misma forma unos metros más arriba,
el extraño evento se repitió hasta que volvieron a caer de uno de estos leves
saltos junto a mí.
-Roberto.
-Romug.
-Te
acuerdas de mi nombre.
-Roberto,
así que tú rompiste la caja de tiempo, ¿ah? ¿Y esto es un sueño?
Las
preguntas del afro no me hicieron ningún sentido. Pero tal como lo había
mencionado Romug la vez anterior, comenzaba a sospechar que esto no era un sueño.
-Esto no
es un sueño…
-No, no
es un sueño. Esto es… el futuro.
-¿O sea
que en vez de dormir estoy viajando en el tiempo?
-En
realidad no sabemos por qué crees que estás durmiendo, pero de todas formas, antes
que todo explícanos cómo llegaste aquí.
-Bueno,
no lo sé en realidad. Durmiendo, supongo. Es un experimento, al que voy los
martes, me hacen dormir. Esta es la séptima sesión. Me duermo y sueño, un tipo
toma unos registros de mis ondas cerebrales… o algo así. Las primeras cuatro
veces fui a un campo florido, luego vine aquí, la vez anterior fui a un lugar
que era como un campo de batalla, y ahora de nuevo aquí.
Romug y
el otro sujeto se miraron y parecieron estar de acuerdo, el afro finalmente se
relajó un poco.
-Yo soy
Yureni. Romug y yo somos ikghurianos especiales. Yo tengo la habilidad de
construir espacio temporal, en términos simples. Así fue como nos viste subir
hasta acá.
-Es
cierto que se movieron muy rápido, pero no veo cómo eso los pudo subir hasta acá.
-El
concepto de espacio temporal es complejo si no lo has vivido, especialmente si
sólo puedes vivir el tiempo linealmente, aunque parece que no es tu caso. En
todo caso, lo relevante de esto es que yo construí una barrera temporal alrededor
de 1541 y tú le has hecho tres hoyos.
-¿Tres?
-Dos
viniendo para acá y uno viajando hacia el pasado. Los dos que hiciste para
venir acá los puedo tapar, pero el que hiciste hacia el pasado no puedo
taparlo. Mira, una barrera temporal a grandes rasgos impide que el tiempo pase
efectivamente desde ni más allá de una cierta fecha. Esto no significa que en
ese lapso de tiempo las cosas se congelen, en términos prácticos, pero
dimensionalmente sí.
-¿O sea
que el año 1541 se repite una y otra vez? ¿Pero para qué harías eso?
-No, no
es que se repita, de hecho la barrera no es como una esfera alrededor de ese
año, como creo que te la estás imaginando, más bien es como una barrera plana,
en la que los dos lados están muy separados uno del otro, es más difícil de
explicar. Lo que importa es que no se pueden producir cambios en el tiempo más
allá de ese año. Si lo estás viviendo no lo vas a sentir, el punto es que no
envejeces, pero lo más importante es que nada nuevo puede ocurrir.
-¿Cómo
nada nuevo? ¿No me puedo juntar con alguien que no haya conocido?
-Más
bien, no se te puede ocurrir nada que no hayas pensado antes, y los elementos sólo
se combinan en formas que ya se hayan combinado antes.
-Estoy
entendiendo nada, pero parece como que en realidad no hay gran diferencia, ¿de
todas formas por qué pusiste esa barrera?
-Para
impedir un cambio, pero era lógico que no podía durar. En 1542 se ocurrió algo
no muy bueno, un poder que no existe en la naturaleza, que es la manipulación
temporal. No es lo mismo que hago yo, yo puedo intervenir el tiempo como si
fuese un objeto, pero no puedo cambiar el tiempo en sí mismo, la manipulación
del tiempo que ocurrió en 1542 fue una manipulación del concepto tiempo total,
y la consecuencia fue esto que ves ahora. No sabemos quién lo hizo, pero
probablemente alguien que quería viajar en el tiempo, sin embargo el resultado
no fue ese, el resultado fue que el mundo entero, y quizás más que eso, se hizo
pedazos, y esos pedazos se mezclaron mal. Así quedó este trozo de ciudad de
1542 en este bosque de 1547 por ejemplo.
-Y si no
puedes cambiar el tiempo mismo, ¿para qué te molestaste en poner la barrera? De
todas formas veo que la destrucción quedó de todas formas.
-Es
cierto, en otros casos funciona, el problema es que esta destrucción quedó por
un desorden del tiempo, y mi barrera también es tiempo, es como cortar un incendio
con una barrera de fuego. Pero de algo ha servido, porque tus apariciones acá
no son parte de la catástrofe, o sea, para bien o para mal, algún efecto tiene.
Romug se
había ido a sentar al borde de la calle hacía un rato, Yureni fue a comentarle
algo, me miraron con seriedad.
-Roberto,
hay algo que tienes que ver. No sabemos si significa algo, pero tú estás acá y
puede ser importante.
Yureni parecía
preocupado, como si tuvieran que darme una mala noticia, aunque Romug permanecía
siempre sereno. Los seguí por la calle, al parecer lo que tenían que mostrarme
estaba en el bosque, pero cuando nos acercábamos al borde, de la nada, en un
estallido de luz apareció un corpulento sujeto vestido de blanco, como si
hubiese tomado vuelo saltando desde la nada. Al verlo, Yureni se sobresaltó con
alegría.
-¡Iragok!
-¡Yure!
Iragok era
el hermano de Yureni, y tenía la habilidad de moverse a través de dimensiones. Iragok
había intentado poner dicha habilidad al servicio de Ra’lla con anterioridad,
pero sólo descubrió que cualquier cambio en una dimensión era fútil en la
infinidad de dimensiones paralelas a las que podía acceder, y había llegado a
la conclusión de que su habilidad no tenía utilidad alguna. En ese momento se
encontraba viajando entre dimensiones buscando un lugar mejor o una manera de
llevarse a su hermano con él. Iragok parecía conocer también ese algo que Romug
y Yureni tenían que mostrarme, y también estaba preocupado.
-Pero
algo me extraña, Roberto, he estado en muchas dimensiones, muchas casi idénticas
a ésta, y en ninguna de ellas te he visto a ti.
-Probablemente
es porque yo no soy originario de Ra’lla, llegue a Ra’lla por alguna especie de
portal, quizás desde una dimensión más lejana, yo vengo de la Tierra.
Me
miraron extrañados, tuve que explicar que la Tierra era como nos referíamos al
planeta. Romug me miró con seriedad sin nunca perder el aire sereno.
-Yo no
creo que hayas venido, yo creo que te trajeron, yo creo que el científico que
te mide los sueños fue el que te trajo, y creo que él está detrás de las distorsiones
temporales.
Entonces Yureni me señaló desde el borde de la
calle hacia el bosque, en la penumbra pude ver dos cuerpos inertes, uno tirado
sobre el pecho del otro. Pero antes de enterarme de que esos dos cadáveres eran
el de Albers y el mío, me desperté.